Li Briceño teje historias de lucha y tradición en sus instalaciones

Arte textil Vivencias femeninas, el arte manual de los textiles y el proceso de trabajo tradicional se unen en sus propuestas

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“La tela cuenta lo que la boca calla”, escribe Li Briceño . Entre las complejas instalaciones que reúne su nueva exposición, la artista teje historias y tradiciones del arte textil que llevan, inevitablemente, a las más íntimas historias.

Hilando fino es la muestra que reúne el trabajo reciente de Briceño, inspirado en su continua exploración del arte textil y en sus viajes por América latina. La colección de seis instalaciones y 15 obras gráficas está abierta al público en el espacio ArtFlow, en Avenida Escazú .

“Es una muestra que viene gestándose desde hace un año. Recoge algunas piezas que fueron exhibidas en otro espacio, como el Festival Internacional de las Artes. Se incorporaron otras instalaciones y la gráfica, una nueva técnica donde he incursionado y con el que me siento muy cómoda”, explica.

En estas piezas se reúnen lana, cabuya, tela, encaje, madera y otros materiales para componer delicadas representaciones de lo que preocupa a la artista: la memoria, lo femenino y el arte manual.

“Empecé a trabajar el telar en Bolivia, hace unos años. Aprendí con una de las mejores telaristas latinoamericanas, Martha Cajias, que fue la primera en poner el textil en mis manos. Ella nos transmitió su técnica”, relata.

Una vez que regresó, buscó ávidamente la historia del textil de los indígenas costarricenses, pero halló un vacío de conocimiento. La escasa memoria era transmitida oralmente, y se habían perdido muchas habilidades y materiales.

“Empecé a desarrollar el textil con un concepto más contemporáneo, sin perder la esencia de la tradición: hacer el hilo, a partir de la lana animal, hasta hilarlo, teñirlo...”, describe Briceño.

Actual. Las creaciones de Briceño incorporan el aprendizaje tradicional a medios contemporáneos y abundantes, al contrario de los originales. “Investigo sobre diferentes medios. Lo que más encontramos es el plástico, ¿cómo lo incorporo a la trama y a la tradición textil? ¿La cabuya, que ya es industrial? ¿Las lanas, que ya nos llega teñida y procesada industrialmente?”, se pregunta la creadora.

Para Briceño, el textil es una forma de expresar su percepción del mundo. “Desde la cabeza hasta la mano se pierde una gran cantidad de información. Por medio de la observación de lo que hacían los originarios, me reinvento, me reinvento en el espacio, en lo que voy viendo”, argumenta la artista.

“Lo femenino es muy importante, por una cuestión personal: vengo de mujeres muy luchadoras, como fueron mis abuelas”, dice. Una fue educadora y evangelizadora en Guanacaste; la otra, trabajadora por los más necesitados.

Arpilleras narra la dureza de la guerra sobre las mujeres. En tiempos de la dictadura chilena, las mujeres bordaban sus historias sobre sacos de yute : era la voz que daban a lo que no podían expresar. Aquí, 12 pequeñas figuras recuerdan a las niñas que sufren los embates de los conflictos en la Amazonia.

American chuiquis apunta a experiencias sociales más cercanas, como la abundancia de la ropa americana y las mujeres que la “reinventan” con su creatividad.

Sus trompos de Tradición , a su vez, recuerdan lo que se ha perdido del juego y del tiempo compartido. Como sus textiles, tienden hebras de antaño hasta hoy.