Las tenis dejan al año 325.000 toneladas de CO2

Fábricas en China usan carbón como su principal fuente de electricidad

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Desde su producción hasta su descomposición, un par de tenis para correr dejan en el planeta una huella de carbono de aproximadamente 13 kilogramos.

Desde su producción hasta su descomposición, un par de tenis para correr dejan en el planeta una huella de carbono de aproximadamente 13 kilogramos.

Aunque de entrada ese número puede parecer irrelevante, adquiere más sentido al saber que es el equivalente a dejar encendido un bombillo de 100 vatios por una semana entera.

Una nueva investigación realizada por investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) alerta sobre ello y más.

Un bombillo de 100 vatios por una semana entera podría parecer también poco, pero si esto se multiplica por los 25.000 millones de zapatos vendidos anualmente en todo el mundo, las cifras adquieren otra proporción.

Según el nuevo reporte publicado en el sitio web del MIT , la industria del calzado actualmente es responsable de aproximadamente unas 325.000 toneladas de emisiones de dióxido de carbono (CO2) cada año. Los investigadores detallan que dos tercios de esa huella provienen del proceso de manufactura, a diferencia de otros artículos no tecnológicos que, más bien, concentran su huella en la extracción de materias primas.

¿Cómo lo saben? Para llegar a estas conclusiones, el equipo liderado por Randolph Kirchain y Elsa Olivetti, del Laboratorio de Sistemas de Materiales del MIT, analizó el ciclo de vida de un par de zapatos deportivos.

Ellos concibieron que este ciclo se inicia desde que se obtiene la materia prima hasta que se desecha el producto.

“En general, encontramos que si existe un producto con un alto número de partes y pasos de fabricación y a la vez relativamente liviano, se debe vigilar su proceso de confección (para controlar su impacto ambiental)”, dijo Kirchain.

En este sentido, a los investigadores les sorprendió la poca eficiencia durante el proceso.

Los científicos del MIT separaron en cinco etapas la vida de un par de tenis: primero está la obtención de materiales; segundo, la manufactura, y tercero, su uso.

En cuarto lugar evaluaron el transporte y, finalmente, su disposición final como desecho.

Ellos explicaron que las últimas tres partes del ciclo de vida (uso, transporte y desecho) contribuyen muy poco a la huella de carbono producida. La manufactura, en cambio, es responsable de más del 60% del impacto ambiental que genera cada par de tenis.

El zapato deportivo común se compone usualmente de 65 partes, y se requieren más de 360 pasos para unirlos y obtener el producto final que se compra en la tienda.

El ensamblaje de piezas tan pequeñas y ligeras requiere más energía que la utilizada para crear los materiales que la componen.

La mayor parte de los zapatos vendidos en todo el mundo se produce en China. Allí, las fábricas obtienen su energía eléctrica a partir del carbón, considerada una energía dañina para el ambiente.

Otra parte de las emisiones proviene de procesos como la creación de espuma y el modelado de algunas partes de la suela, que se hace por inyección.

“Se invierte mucho esfuerzo en el modelado del material, pero se obtiene solo una pequeña parte del proceso total”, explicó Kirchain.

De acuerdo con el estudio, recientemente la industria del calzado ha experimentado presión por el impacto social y ambiental de la fabricación de sus productos. Por ello, las compañías empezaron a tomar conciencia de cómo sus negocios contribuyen a la emisión de gases efecto invernadero (GEI) que favorecen el cambio climático.

Los resultados de la investigación permitirán a las productoras de calzado encontrar formas de mejorar sus diseños y así reducir su huella de carbono. Por ejemplo, algunas partes del zapato podrían fusionarse para eliminar pasos en el proceso de ensamblaje.

Según Kirchain, estos hallazgos podrían aplicarse a reducir el impacto ambiental de productos de consumo similar.

El estudio se publicó en la edición de mayo del Journal of Cleaner Production .