Las Farc ayudan a narcos en Brasil y controlan minas en Venezuela

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Río de Janeiro, 6 abr (EFE).- La organización guerrillera colombiana FARC ayuda con tecnología a los narcotraficantes de Río de Janeiro y controla la extracción de diamantes, oro y bauxita en Brasil, Venezuela y Guayana, según un informe sobre Seguridad Nacional del gobierno de Brasilia que publica hoy el diario "Extra".

El documento, elaborado por el Servicio de Inteligencia el 20 de marzo pasado, revela que los guerrilleros están "dominando" el comercio de piedras y metales preciosos en la zona del norte de Brasil que linda con Venezuela y Guayana, y "pueden, con seguridad, estar usando" el territorio "para el tráfico de drogas".

La investigación sostiene que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) han extendido sus actividades al estado de Roraima y los países vecinos de Venezuela y Guayana, donde abundan "garimpos" (minas), cuyo control vienen ejerciendo "con la justificación de ofrecer protección" a los contrabandistas de diamante, oro y bauxita.

Los autores de este informe clasificado como "secreto" manifiestan preocupación por el hecho de que el endurecimiento de la represión del cultivo y tráfico de drogas en Colombia esté llevando a una "invasión" de territorio brasileño.

Para el Ejército y la Policía emplazados en las fronteras del país, los alzados en armas de las FARC transformaron esa inmensa área, en su mayoría selvática, en un importante centro estratégico.

Ambos países comparten una frontera de 1.644 kilómetros, en cuya extensión los servicios secretos brasileños creen que la guerrilla haya creado un "Frente Amazónico, con 320 hombres armados y 80 milicianos".

Agrega la información que las FARC controlan los ríos que corren entre Brasil y Colombia, como el Ica y el Caquetá, respectivamente.

El presidente de Colombia, Alvaro Uribe Vélez, ha solicitado a sus colegas de países vecinos calificar a las FARC como un grupo terrorista, lo que para la diplomacia brasileña no es viable, para no crear "dificultades para una futura mediación" en el conflicto por parte de la administración de Luiz Inácio Lula da Silva.

Lula ofreció el 7 de marzo pasado a su par Uribe, que le visitó en Brasilia, "informaciones de inteligencia" para que Colombia pueda combatir los grupos generadores de violencia.

La investigación divulgada hoy también corrobora sospechas de la Policía del estado de Río de Janeiro según las cuales miembros de la mayor guerrilla colombiana asesoran a traficantes cariocas.

El 29 de marzo pasado, las autoridades capturaron en una favela de Río de Janeiro al chileno Carlos Orlando Messina Vidal, acusado de ser un "instructor" enviado por las FARC para enseñar el uso de armas y explosivos y la elaboración de planes para fuga de presos.

"Los informes e informaciones de nuestra inteligencia muestran que las FARC ya están penetrando nuestra área de Seguridad Pública", subraya la información.

Las relaciones entre las FARC y los traficantes de drogas brasileños quedó al descubierto cuando el Ejército colombiano detuvo a Luiz Fernando da Costa, "Fernandinho Beira-Mar", el 21 de abril de 2001 en Vichada, departamento selvático en la frontera con Brasil.

Tres días después fue extraditado a Brasil, donde las autoridades le atribuyen el control del 60 por ciento del mercado de drogas del país, actividad por la que afronta una pena de doce años de prisión.

La Policía Civil presume que "Fernandinho Beira-Mar", que también cumple otra pena a 33 años por homicidio y afronta una causa por blanqueo de activos, se ha valido de sus vínculos con las FARC para obtener ayuda en sus planes de fuga de prisión.

Según una investigación de la Secretaría Estatal de Seguridad Pública de Río de Janeiro publicada hoy por el diario "O Globo", cada mes se destina el equivalente a 24,3 millones de dólares para combatir el tráfico de drogas en esta región del sudeste brasileño.

La suma equivale a cerca del 70 por ciento del presupuesto de la Secretaría para 2003, implica la movilización del 60 por ciento de la policía, pero las incautaciones de drogas y armas se traducen apenas en un 15 por ciento del comercio global que se cree que moviliza el crimen organizado. EFE

hbr/ar