Las Damas de eterna elegancia

Nuevos proyectos, algunos ejecutados y otros sobre el papel, buscan devolverle al Paseo de las Damas y sus alrededores el estatus de centro cívico que tuvo en la capital. La avenida luce hoy una cara renovada y vuelve a la vida bajo la sombra de sus frondosos árboles.

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Trae el glamour escrito en su ADN. Grabado a cuchillo en la corteza de sus árboles. Grafiteado en sus centenarios muros. El Paseo de las Damas nació elegante. Así fue concebido. Lo criaron para rozarse con lo más alto de la sociedad, para ser amigo de bellas mujeres y vecino de hombres poderosos.

Su imagen glamurosa nada tendría que envidiarle a sus pares europeos, sería el centro de las principales fiestas, el trapito de dominguear, el primer escaparate que San José mostraría al mundo.

Y así fue. Durante buena parte del siglo XX, esos 700 metros de la avenida tercera se convirtieron en el centro cívico de la ciudad. Desde el Parque Morazán hasta la Estación del Atlántico, pasando por el Edificio Metálico, la Fábrica Nacional de Licores, la Comandancia, la Casa Presidencial y el Parque Nacional; el Paseo y sus alrededores constituyeron una de las zonas más importantes de la capital; la calle de los grandes acontecimientos.

Sin embargo, hacia la segunda mitad de la centuria, sus frondosos árboles de damas perdieron el brillo y por sus aceras dejaron de verse los vestidos elegantes. El poder se mudó de barrio. La Estación que otrora le había prestado su nombre dejó de ser la puerta de entrada a San José, y la avenida ya no tenía belleza qué mostrar a los visitantes.

En la década de 1990, el remozamiento del Parque Morazán se convirtió en la primera gran intervención de la zona.

Le siguieron la construcción del Tribunal Supremo de Elecciones y el rescate de la antigua Fanal para convertirla en el Centro Nacional de Cultura. Esas obras, sumadas a la ubicación de la Biblioteca Nacional, dos décadas atrás, sirvieron para acicalar la zona y ponerla en camino a recuperar la importancia que históricamente tuvo.

Este año, la remodelación de la Antigua Aduana, junto al proyecto de remozamiento y rearborización de las aceras, se convirtieron en el empujón más fuerte hacia esa meta.

El Paseo de las Damas luce ahora más fresco, seguro e iluminado; poco a poco vuelve a ser una de las principales vías de la capital y podría terminar de recuperar el estatus de centro cívico si se concreta el proyecto para construir en esa zona la nueva Asamblea Legislativa.

Hija del agua

La Avenida de las Damas comenzó a formarse desde finales de la década de 1860, cuando se decidió construir los tanques de la cañería en lo que hoy es Barrio Aranjuez. Una década después, tras la inauguración del sistema de agua potable para San José, la municipalidad ya pensaba en convertir la calle en un paseo, pues aquella zona de fincas sembradas con café, maíz y otros cultivos básicos de la época parecía destinada a tener una importancia mayor.

Hacia 1890, con la construcción de la Estación del Ferrocarril al Atlántico, la calle que pasaba frente a ella se convirtió en la principal puerta de entrada a la ciudad. Eran los años en los que las vías de la ciudad recibían el nombre del principal edificio de la cuadra o el apellido de algún personaje importante, por lo que pareció lógico que a aquel camino de piedra comenzara a llamársele Calle de la Estación.

En los años que siguieron, la vía recibió un mantenimiento continuo, pues el municipio la consideraba como la calle de más tráfico y el eje central de comunicaciones en la capital.

En 1894 se inició entonces la construcción del bulevar, como anticipo de la inauguración y develización del Monumento a los Héroes de 1856 en el Parque Nacional, un año después. Todos esos cambios en la infraestructura de la zona eran el preámbulo de uno mucho más importante que incluía a la ciudad entera.

“A finales del siglo XIX, en San José como en otras capitales latinoamericanas, se llevó a cabo un proceso de modernización en las ciudades que hasta entonces habían conservado su organización colonial, donde los principales edificios de poder estaban ubicados alrededor de la plaza central”, explica la historiadora Florencia Quesada Avendaño.

Nuestra capital comenzó entonces a organizarse de una forma diferente. Los cambios incluían la mudanza de las élites y el centro de poder de la Plaza Central hacia los suburbios de la ciudad. En los alrededores del parque Morazán se establecieron los primeros barrios de la clase alta josefina.

“Un elemento importante en la nueva organización del poder en la ciudad fue que estos cambios fueron llevados a cabo por la élite liberal que llega al poder a finales del XIX; ellos deciden ubicar el Monumento Nacional en la Plaza de la Estación, pese a que estaba planteado para ubicarse en la Plaza Central”, añade Quesada, autora del libro En el Barrio Amón.

Con la inauguración del Ferrocarril al Atlántico y el Monumento Nacional, se decide convertir la Calle de la Estación en un paseo y darle así un estatus de bulevar, similar a los que comenzaban a establecerse en las principales capitales de América.

Para redondear esa imagen elegante –a la usanza parisina, que en ese momento era el modelo a imitar–, en 1895 se sembraron árboles de damas (Citharexylum Caudatum) a los costados de la calle.

Más allá de una sombra majestuosa, los árboles también llegaron a darle otro nombre a la importante vía: “Avenida de las Damas”.

La nueva nomenclatura parecía más acorde con el rango que buscaba dársele, aunque entonces se trataba solamente de una callecita angosta.

Con el paso de los años, la avenida se convirtió en el paseo burgués por excelencia, donde las élites urbanas, y especialmente las mujeres, se paseaban en las tardes.

“Hasta los años 40, era la zona más elegante de San José. Las personas de la época iban al paseo para ver y ser vistos –como ahora los jóvenes que van al mall–, y se convierte en el espacio público de mayor importancia en San José. En diferentes momentos de la semana, a una hora específica de la tarde, las mujeres iban a caminar por la Calle de la Estación, subían y bajaban, y se daban cuerda con los muchachos”, cuenta Quesada.

Pocas casas

El crecimiento de la zona continuó con la construcción de edificios educativos, de gobierno y de recreación, como el Edificio Metálico, la sede de la Corte de Justicia Centroamericana, la Plaza España y el establecimiento de la Casa Presidencial en el sitio donde estuvo la casa que el dictador Tomás Guardia había construido en 1870 a un costado del Parque Nacional.

El remozamiento del noreste de la capital dio como resultado que el valor de la tierra se incrementara y fueran las élites –que tenían el poder adquisitivo– las que se asentaran ahí.

“El hecho de que Tomás Guardia ubique su casa ahí, habla de la importancia de la zona. No es casualidad”, afirmó Quesada.

Sin embargo, las orillas del Paseo de Damas nunca fueron una zona residencial. Había una sección de casas pequeñas junto a lo que hoy es el bar Morazán, pero el Parque España, la Fábrica de Licores y la Estación abarcaban toda la acera norte.

A pesar de esta característica, la mayoría de los servicios urbanos en San José se comenzaron a instalar a partir de esta calle. El agua potable, el alumbrado público, la electricidad y el pavimento, llegaron a la Avenida de las Damas antes que a cualquier otra vía josefina, lo que demostró la importancia que tenía para los gobernantes.

No obstante, algo que nunca se logró fue dejar el bulevar solo para uso peatonal. Durante las primeras décadas, las carretas y carretones desfilaban por la Calle de la Estación cargadas con sacos de café que enviaban a Puerto Limón.

Para 1897, cuando ya se había formado el bulevar y declarado la vía como un lugar de recreo para la población josefina, se intentó prohibir el tránsito de carga, pero la medida no tuvo efecto, ni siquiera una década después cuando se insistió en aplicarla.

Los automóviles llegaron a inicios del siglo XX y el tránsito vino en aumento conforme pasaron las décadas, al punto de convertir este tramo de la avenida tercera en una de las principales vías de acceso a la capital.

Para mediados del siglo, los carros, camiones y autobuses parecían haber desplazado a los sombreros de copa y los vestidos largos. Del glamour de otras épocas solo quedaban las damas.

En la década de 1970, la construcción de la Biblioteca Nacional en un lote baldío frente al Parque Nacional constituyó un nuevo intento por rescatar la importancia de la zona.

Pero sería dos décadas después, con el establecimiento del Tribunal Supremo de Elecciones donde antes estuvo la Casa Presidencial, y del Ministerio de Cultura en la antigua Fanal, que el Paseo de las Damas comenzó a respirar nuevamente.

“Se da un nuevo protagonismo a la calle, con sitios de poder importantes y un remozamiento completo del complejo cultural más importante del país. Además, en los años 90, con la renovación de parques como el Morazán, que estaba en el abandono, se comienza a crear la idea y se le dio un nuevo aire a la zona”, resalta la historiadora.

En 1991, la Municipalidad de San José asumió como primer gran proyecto el remozamiento del Parque Morazán, e igual que un siglo atrás, desde ese punto arrancó el camino para que el noreste de la ciudad recuperara su importancia.

“El Morazán fue el primer parque que intervenimos en nuestra administración y fue recuperar un espacio público para la gente. Habíamos llegado a tal punto de la subestimación del peatón que el Templo de la Música era una rotonda. El Morazán fue entonces nuestro primer hito en la renovación urbana de San José y, ahora, viene a coincidir nuestra última obra con la primera”, afirma el alcalde capitalino Johnny Araya.

Un rostro fresco

Desde el pasado 7 de abril, la antigua Aduana Principal, ese centenario edificio junto a la iglesia de Santa Teresita, muestra una cara totalmente juvenil. Con sus adoquines, muros de color rojo y paredes de ladrillo, dejó atrás su apariencia senil para convertirse en el complejo cultural más importante de Centroamérica.

Tras más de 100 años de vida, hasta cambió de nombre. Ahora, sus 14.625 metros cuadrados de construcción conforman el Centro para las Artes y la Tecnología La Aduana, que agrupa a la antigua Aduana Principal, el Teatro de la Aduana y una Casa del Cuño convertida en Ciberartes.

Si se mira desde la otra acera y en conjunto con el renovado edificio de la agencia de publicidad JBQ, constituye la entrada perfecta al moderno Paseo de las Damas. Desde sus primeros metros, la histórica avenida se planta ante los ojos como un espacio abierto, luminoso y fresco.

Las aceras angostas y oscuras que se prestaban de albergue a la delincuencia son hoy amplias vitrinas del arte.

La antigua máquina 59, a un lado, y la obra Síntesis del Ocaso de Manuel de la Cruz González, al otro, dan la bienvenida a los caminantes que desde octubre del 2009 se adueñaron de la calle-bulevar, luego de dos meses de permanecer cerrada mientras decenas de obreros trabajaban en sus entrañas.

El tramo de calzada que comunica el antiguo cine California con el parque Morazán fue remozado con 5.567 metros cuadrados de concreto.

Además, el municipio josefino realizó otras obras de embellecimiento, como la demolición, reconstrucción y ampliación de las aceras en ambos lados de la avenida, la colocación de mobiliario urbano, áreas verdes y una explanada al costado oeste de la antigua estación del ferrocarril.

“Es necesario tener en cuenta el significado histórico que tiene el Paseo de los Damas; es un paseo concebido para ser un centro cívico. Su remozamiento coincidió con la reactivación de la Estación al Atlántico por el tren que viene de Heredia, fue una feliz coincidencia”, explicó Araya.

“Invertimos ¢400 millones. Lo que se hizo fue ampliar las áreas peatonales, ensanchar las aceras, se reforestó con damas, se colocaron murales decorativos y se traerán vagones de tren que vamos a convertir en un café y en una oficina de información turística”, explicó Araya.

Lo que sí está claro es que, al menos durante las siguientes décadas el Paseo de las Damas no será un espacio exclusivo para peatones.

“No vamos a poder quitar los carros. No se podrá, ni está en nuestros planes. El Paseo es un eje vial importante de ingreso de la ciudad; ahora se redujo la vía, pero ya no se puede más. Por ahora, estamos contemplando una posibilidad de construir un puente peatonal que una el Paseo con la Aduana”, afirmó .

El futuro cruce peatonal buscaría la unión de la histórica avenida con Barrio Escalante, uno de los residenciales del sector noreste de la capital que aún conserva estructuras de principios del siglo pasado y cuya asociación de vecinos ha echado a andar un ambicioso plan de embellecimiento que incluye la siembra de 325 árboles y el remozamiento de algunos detalles del paisaje urbano.

Según el alcalde josefino, este y otros proyectos de renovación desarrollados en la capital se incluyen dentro del concepto de “acupuntura urbana”, planteado por el arquitecto y urbanista brasileño Jaime Lerner.

“La acupuntura urbana plantea hacerle a las ciudades, como al cuerpo humano, intervenciones pequeñas en puntos neurálgicos, con la certeza de que esto tiene repercusiones en todo el organismo. Esas intervenciones han tenido un efecto de reactivación de la ciudad, de avivamiento de la economía y de la cultura. Cuando hicimos la renovación, conocíamos los planes de ubicar la Asamblea Legislativa y la Casa Presidencial en la zona del Paseo, y recuperar ese eje era muy importante para nosotros”, enfatizó Araya.

Y es que en los últimos meses ha tomado fuerza el proyecto de construir el nuevo edificio de la Asamblea Legislativa en los terrenos ubicados al costado este del actual Congreso y al costado este del Parque Nacional, sobre el Paseo de las Damas.

El Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) figura a cargo del proyecto, que cuenta con un presupuesto de $96 millones y se prevé que comenzará a construirse en abril del 2011.

Si se concreta el proyecto, además de su imagen de modernidad y glamour, la Avenida de las Damas recuperaría el estatus de centro de poder que ostentó en sus inicios.

“Lo interesante de esa calle en este momento es que muestra ese legado de la ciudad moderna liberal. Ese cambio de trasladar el espacio público de poder a esa zona se repite, y se vendrá a consolidar si se consigue llevar incluso la Casa Presidencial a la zona”, aseguró la historiadora Florencia Quesada.

Remozado de pies a cabeza, del Morazán a la Aduana, el Paseo de las Damas parece recuperar en esta nueva centuria la trascendencia que tuvo durante el siglo XIX y que ostentó a principios del XX.

Con nuevas aceras, árboles, calzadas, parques y zonas verdes el otrora espacio público de poder y socialización más importante de la capital va encaminado a recuperar el protagonismo de otras épocas, a lucir ante los costarricenses toda la elegancia que trae escrita en sus genes.