La última escena,  de Rudy Espinoza

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

La última escena es un grabado en metal a color de matriz múltiple sobre cobre realizado en 1985; pertenece a la serie Estigma . Por él, en 1987 me concedieron la Medalla de Oro en el Salón Nacional de Grabado y la Medalla de Oro en la Sección de Grabado Latinoamericano en la VIII Trienal de Grabado, en Frechen (Alemania). Las técnicas aplicadas son el aguafuerte y el aguatinta. En ambos casos, las placas de cobre se cubren con un barniz protector hecho con asfalto, cera de abeja y resina de pino. Una vez seco el barniz, se dibuja con una punta de metal para dejar expuesto el cobre.

El aguafuerte es la aplicación de colofonia (resina de pino en polvo) sobre la placa de cobre. Luego se la somete al calor para fijarla y conseguir diferentes valores del claro al oscuro. Por último, las placas se sumergen en una bandeja de material plástico llena de una solución de ácidos corrosivos (como el nítrico o el clorhídrico), o bien se sumergen en soluciones corrosivas no tóxicas. Esta inmersión se controla por tiempos para lograr diferentes incisiones y efectos en las planchas de cobre.

La técnica de impresión se llama “cuatricromía del color” pues se usan cuatro diferentes placas de cobre del mismo tamaño. Antes de esto se realiza una separación tonal del boceto: amarillo, azul, rojo y negro, y así se trasladan a las placas para procesarlas técnicamente.

Luego se aplica manualmente tinta de grabado, y se imprimen una tras otra las placas en la prensa de grabado. Así, por medio de la superposición de colores, se logra un abanico de ricos valores y tonos.

La escena presentada es un pequeño circo de títeres al que asistí muchas veces en mi niñez porque conocía a uno de los hijos de la familia cirquera.  Así accedí a la parte posterior del pequeño e improvisado escenario y observé toda la función desde atrás.

En el primer plano aparecen cinco figuras humanas que dirigen un acontecimiento trágico utilizando pequeños títeres: es una decapitación. Cada una de las figuras humanas dirige o se apresta a dirigir un títere. El movimiento es continuo.

En la parte superior hay cuatro figurillas que representan a un sacerdote, un verdugo, una víctima y una mujer que suplica misericordia. Detrás, el público anónimo observa silenciosamente. La luz principal se proyecta en forma de triángulo invertido, representación cosmogónica del interminable sentimiento de la constante presencia de la muerte.

Al hacer este grabado estaba yo influido por el realismo mágico de la literatura latinoamericana de los años 70 y 80, y por una escena de la tragedia del dramaturgo Friedrich Schiller María Estuardo, reina de Escocia , en la que se la condena a ser decapitada tras un proceso político viciado. De esta manera fusiono el lenguaje literario y el plástico en una sola identidad visual.

Alrededor de la imagen principal, unas viñetas alegóricas mantienen al espectador interesado en descubrir lo oculto. La última escena marca un hito en la producción de toda mi obra gráfica pues aquí trato de equilibrar la depuración técnica, el manejo del dibujo de memoria y la creatividad personal, algo que he intentado cultivar por más de 35 años.