La sombra de Chávez

La sombra de Chávez es un auténtico “matapalo” electoral en toda la región

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Antanas Mockus fue la gran sorpresa del reciente proceso electoral en Colombia. Las encuestas lo mostraban en meteórico ascenso, y algunas incluso en la delantera del torneo presidencial. Se estremecía la campaña del hasta entonces inexpugnable favorito, Juan Manuel Santos, pese a ser el candidato del popularísimo presidente Álvaro Uribe. Y todas las mediciones concordaban en que si había segunda vuelta, por la cantidad de candidatos, el pintoresco exalcalde de Bogotá tenía amplia ventaja.

Hasta que se tropezó con Hugo Chávez. Demostrando que era un candidato tan verde como su partido, primero dijo en un programa deportivo que sentía “admiración” por el venezolano. Luego matizó un poco, era “respeto” lo que le merecía. Después volvió a corregir, expresando que de ningún modo adoptaría los métodos socialistas de Chávez.

En esos días, el autócrata venezolano ya no pudo contenerse más. En su programa “Aló Presidente”, se lanzó al ataque contra Santos, diciendo que era “una amenaza para la región”. Prosiguió durante toda la semana, y al final de esta, elevó el volumen aún más, al afirmar que si Santos llegaba a ser elegido no lo recibiría ni tendría relaciones con el vecino país.

Oportuno ataque. Sintiendo una oportunidad, el exministro de Defensa de Uribe hizo todo lo posible por mantener el tema en el candelero, incluyendo unas críticas puntuales a Chávez, del que dijo tendría problemas “hasta con la madre Teresa de Calcuta”, y a Mockus por sus constantes cambios de posición en relación con Chávez.

Por dos semanas, este fue el tema principal en las elecciones colombianas. El efecto no pudo ser más devastador para Mockus. Justo al inicio de la polémica referida, había sido publicada la primera encuesta que le daba el liderato en la primera vuelta, y al menos 13 puntos de ventaja para una segunda ronda (50 a 37%, respectivamente). Al cerrarse esas dos semanas de controversia centrada en la figura de Chávez, las encuestas mostraban nuevamente a Santos en primer lugar para la primera ronda y disminuyendo significativamente la brecha para la segunda.

Como todos sabemos, finalmente Santos ganó por paliza en ambas rondas, lo cual también puso en entredicho a las encuestadoras en tierras cafeteras, en particular por el enorme margen de diferencia que se registró en zonas rurales en favor de Santos y que nunca pudieron detectar. Pero todos los observadores atentos del proceso electoral en Colombia saben que el momento crítico fue cuando el tema Chávez afloró abiertamente en la campaña, por los errores de Mockus y del irrefrenable Presidente venezolano.

Este papel como una especie de rey Midas inverso, no es nuevo para Chávez. Lo tuvo en México cuando su preferencia por Manuel López Obrador en las elecciones presidenciales le deparó la victoria al hoy mandatario, Felipe Calderón. Ya en las elecciones de Perú lo había tenido cuando su cercanía a Ollanta Humala le entregó el triunfo en los comicios a Alan García. Y ahora ha vuelto a hacer lo mismo con su más preciado objetivo, al detestar de tal modo a Uribe y a su delfín que terminó liquidando las opciones de Mockus y contribuyó a concretar la elección de Santos.

Esto deja cada vez más en evidencia que hoy tenemos sólidos motivos para celebrar que la democracia está ganando el pulso en el continente, a pesar de la oleada que antes representó el esquema chavista de atacarla desde adentro. Naturalmente, dada la naturaleza expansionista de su proyecto, Chávez sigue intentando con la misma energía adquirir más satélites o al menos sostener su influencia clientelista. Pero es claro, desde un punto de vista geopolítico, que los acontecimientos en Honduras representaron un punto de inflexión, pues el chavismo perdió impulso y la corriente le es hoy adversa.

Los votantes colombianos se enfrentaron con una disyuntiva clara entre un candidato presidencial que había subido como la espuma por no ser un político tradicional, pero con posiciones equívocas respecto a Chávez, y un candidato presidencial que había venido perdiendo apoyo aceleradamente, pero claramente opuesto a Chávez. El aplastante triunfo de Santos sobre Mockus implica una indiscutible moraleja para los aspirantes presidenciales en toda la región: la sombra de Chávez es un auténtico “matapalo” electoral.