La Mona Lisa, una mujer ingenua

Un estudio reafirma que la más famosa modelo de Leonardo da Vinci fue en realidad una noble florentina

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

La enigmática mujer del famoso cuadro de Leonardo da Vinci, La Mona Lisa , existió en realidad y fue una joven noble florentina que vivió en el valle del Chianti, en la región italiana de Toscana, según una investigación que acaba de publicarse.

El estudio, a cargo del experto Giuseppe Pallanti, asegura que la mujer de la enigmática sonrisa, que tantos quebraderos de cabeza ha dado a pintores y expertos, era Lisa Gherardini, la segunda esposa del próspero comerciante florentino Francesco del Giocondo.

Numerosos documentos que se conservan en el Archivo de Estado de Florencia han permitido constatar que la bella Mona Lisa nació y vivió en la Toscana italiana, según Pallanti.

Su investigación ha sacado a la luz certificados catastrales de la familia Del Giocondo, papeles de propiedad de tierras, e incluso el acta de la dote del matrimonio de la joven, fechada el 5 de marzo de 1495, que han desvelado hasta el nombre de la calle donde nació la modelo más famosa de Leonardo (Vinci, Italia, 1452 - Cloux, Francia, 1519)

“Fue una mujer que realmente vivió entre Florencia, donde nació en la calle Maggio en el año 1479, y el Chianti, entre finales del siglo XV y principios del XVI”, asegura Pallanti, que ha publicado los resultados de la investigación en el libro Mona Lisa, mujer ingenua .

La tesis de Pallanti confirma las afirmaciones de Giorgio Vasari, artista y a la vez autor de la primera historia crítica del arte italiano, publicada en 1550 y en la que escribe que “Leonardo hizo para Francesco del Giocondo el retrato de su esposa Mona Lisa”.

Ya en aquella época, Vasari destacaba la gran naturalidad de la mujer del cuadro, “verdaderamente pintado de un modo que hacía temblar y temer cualquier artificio”.

No obstante, las afirmaciones de Vasari comenzaron a ponerse en duda a principios del siglo XIX, tras el robo de la pintura del museo del Louvre, en agosto de 1911, que dio origen a innumerables hipótesis acerca de la identidad de la joven.

Llegó a decirse que el misterioso rostro no era sino fruto de la imaginación del pintor, que era una mujer desconocida, e incluso que podría ser un ambiguo autorretrato de Leonardo.

La última investigación, no obstante, insiste en que hay pruebas suficientes como para dar por ciertas las afirmaciones de Vasari, mientras precisa que, además de en Florencia y Chianti, la Gioconda habitó en localidades toscanas como Panzano, San Donato in Poggio o Castellina.

Asimismo, corrobora las conclusiones a las que hace una década llegó el equipo encabezado por el paleontólogo italiano Carlo Stanazzi, que desveló que el paisaje que sirve de fondo al rostro de La Gioconda corresponde a las cercanías de Arezzo, en la llamada Baja Toscana.

Muchos detalles

Según Pallanti, las numerosas visitas de la joven al valle del Chianti se debían a que allí mantenía lazos familiares, mientras que la vivienda matrimonial estaba en Florencia, donde su esposo se dedicaba al comercio de sedas con clientes tan relevantes como la familia Médici.

El experto asegura que hay indicios que apuntan a que el padre de Leonardo da Vinci –en la época uno de los notarios más importantes de la ciudad– también acudía al taller de Del Giocondo, lo que habría podido propiciar el oportuno encuentro entre el artista y la joven.

Además, Leonardo habitó en el barrio florentino de Santissima Annunziata entre 1501 y 1503, “donde los Del Giocondo tenían la capilla de la familia y la mujer (Lisa) acudía a menudo a rezar”, añade Pallanti.

Entre los documentos hallados en el archivo florentino está también el testamento del comerciante de sedas, fallecido en 1538, en el que dejaba sus posesiones a su esposa definiéndola como “mujer ingenua”, apelativo que ha dado título a la investigación de Pallanti.