La mesada sirve para enseñar a niños y jóvenes a ahorrar

En el país el 64% de los ciudadanos vive con lo justo y la esperanza de ahorrar

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La mesada, ese dinero que los padres dan a sus hijos para ir a la escuela o al colegio, se puede convertir en un útil recurso para enseñar a niños y jóvenes a ahorrar.

La tarea de formación puede empezar a temprana edad. “Alguien decía que mientras que el niño no se coma el billete ya se le puede enseñar”, comentó Javier Angulo, director nacional de Enfoque a la Familia y del Programa Finanzas con Propósito.

“A los niños se les enseña a ahorrar desde el momento en que aprenden a decir quiero”, agrega Nancy de los Ríos, tesorera de la Asociación Mensaje Comunicando Valores.

La primera tarea de los padres es mostrarles billetes y monedas, explicarles para qué se usan, enseñarles cómo se compra.

Para ello, recomienda Angulo, se puede jugar de “pulpería” o de “restaurante”, donde el niño paga y recibe un vuelto.

Así, cuando vaya a un centro educativo y se le dé una mesada, ya va a tener una primera idea de cómo utilizarla.

No obstante, aconseja Angulo, a los hijos hay que explicarles para qué es la mesada. Por ejemplo, se les puede decir: “estos ¢300 son para que te compres un refresco”.

“Si la mamá (o el encargado) no le da indicaciones claras al niño, este va a adquirir lo que él considere más atractivo”, explicó Angulo.

Es muy importante –agregó– preguntarle al niño, cuando regresa a casa, ¿qué se compró?, ¿cómo usó el dinero?, y aprovechar dicho momento para educarlo.

Si el niño se compra el refresco y tiene una tendencia impulsiva a adquirir más cosas hasta gastar todo, “ahí hay trabajo que hacer”, señaló Angulo.

No obstante, dice que las primeras veces hay que dejarlos para ver cómo actúan y luego irlos instruyendo en guardar una parte para comprar algo que ellos quieran.

Ahorrar con una meta. De los Ríos sostuvo que, para estimular a los hijos, es muy importante ahorrar con un propósito, como comprar una bicicleta o alguna cosa que ellos quieran.

Los padres también pueden estimularlos, aportando ellos otra parte por cada monto que los niños ahorren.

Al principio, el ahorro se puede colocar en un “chancho” o en una cajita.

De los Ríos recomienda tres cajitas: una para ahorrar, otra para dar y otra gastar.

Conforme los menores crecen, se pueden utilizar las cuentas de ahorro que ofrecen los bancos y así enseñarles también a utilizar los servicios financieros y explicarles conceptos como la tasa de interés, que es el rendimiento que reciben sobre sus ahorros.

Los bancos Popular, Costa Rica y Nacional, por ejemplo, ofrecen tarjetas de débito para niños y adolescentes.

En el caso del Popular y Costa Rica, no se pide un monto mínimo. El Nacional solicita un mínimo de ¢5.000. En todos los casos se requiere el respaldo de un adulto para abrir la cuenta.

Scotiabank también ofrece tarjeta de débito para los menores y un libro llamado El cofre del tesoro, mediante el cual se enseña a los niños el valor del dinero y del ahorro.

Enseñar a los niños a ahorrar, les evitará vivir como lo hacen la mayoría de hogares “a coyol quebrado, coyol comido”, sostuvo de los Ríos.

Sus palabras son respaldadas por la última encuesta nacional elaborada por Unimer para La Nación, en la cual el 64% de los ciudadanos dijeron que el dinero que reciben les alcanza justo para vivir; sin embargo, quieren ahorrar.