La más lujosa bóveda del banco

Indispensables Los Museos del Banco Central ofrecen dos exposiciones memorables

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Por los sótanos de la plaza de la Cultura se baja hacia la luz. Dos exposiciones magistrales iluminan las salas de los Museos del Banco Central: Ciudades e historias (de grabados) e Intersubjetividades (de pinturas). Con razón, su curadora, Xiomara Zúñiga, sostiene que ambas exhibiciones reúnen a “artistas han generado importantes contribuciones al país”. Para Zúñiga, el objetivo común de las exposiciones es sugerir reflexiones en el público sobre las identidades: Ciudades e historias desde lo colectivo, e Intersubjetividades desde lo individual.

Ciudades e ironías. La curadora explica que "los grabados giran en torno a problemas del país, como la poética de los barrios, las dinámicas del poder político, la relación del ser humano con la naturaleza, y la cultura popular".

Ólger Arias invita al viaje con Paisaje urbano , tela de seda sintética de 17 metros de largo y 2,4 de alto. La obra es una serie de amplias xilografías que se suceden como en carnaval grotesco: personajes que parecen huidos de los sarcásticos dibujos del expresionismo: de Egon Schiele, por ejemplo.

Cerca aguardan otros grabados de Arias, de alusiones sexuales y religiosas, como La impresión del pornobarroco y un Cristo coronado de espinas, dispuestos en diseños de historietas.

Según Arias, Paisaje Urbano es una imagen caricaturesca del costarricense. A su vez, “ La impresión del pornobarroco representa una visión saturada y obscena de los excesos de la urbe".

Arias confiesa: “Formar parte de esta exposición es un honor pues comparto espacio con maestros como Alberto Murillo, Rudy Espinoza y Adrián Arguedas, y porque puedo mostrar piezas que por fin convergen en este espacio”.

Por su parte, Rudy Espinoza, quien trabaja al agua fuerte, entrega seis grabados donde respiran casas, calles y cables, como en Fundación , Desgajo y Patio , que sugieren su amistad con los Tugurios de Felo García. Algunos grabados, como Intersección , añaden color, marca de fábrica de la calidad de Espinoza. Rudy confirma aquí su dominio total sobre el grabado artístico.

“Estar en esta exhibición es reafirmar la presencia que he mantenido por más de 35 años: una constancia y una obra gráfica que puedo compartir con mis colegas y el público”, manifiesta el artista.

Alto contraste. Otro maestro, Alberto Murillo Herrera, asombra con grabados de gran formato; es el caso de Los cuervos (trabajado sobre linóleo). Las corridas grita sobre (contra) la “fiesta brava” criolla, cuando las astas dibujan la muerte con sangre. Gladiadores en la arena es un díptico que contrasta pobreza y opulencia con intención política.

Alberto Murillo ejecuta notables cromoxilografías, y en su trazo hablan influencias de Francisco Amighetti y del expresionismo, precisa la historiadora del arte María Alejandra Triana.

“La curadora Xiomara Zúñiga ha reunido una muestra que ilustra el desarrollo de la gráfica nacional en momentos importantes. Junto a dos notables creadores: Rudy Espinoza y Adrián Arguedas, y al joven Ólger Arias, me reconozco parte de una disciplina sólida e innovadora que ha roto los límites de la tradición”, expresa Murillo.

Por su parte, Adrián Arguedas juega con espejos de contrastes: los poderosos y los débiles; la santidad y el egoísmo (el peor pecado); la vida y la muerte (en una morgue); la chocante actualidad y el mundo clásico (cariátides y estatuas griegas). Estas oposiciones resaltan en Kourós (juventud y degeneración) y en Los de arriba , grabado donde la soberbia desprecia a la espiritualidad.

Sus cromoxilografías rastrean la descomposición moral, la hipocresía, como en Escenas de la razón , cuyas vetas de la madera ondean su caligrafía de viento.

Arguedas sostiene: “Participar junto a Espinoza, Murillo y Arias es un ejercicio revisionista de 40 años del grabado en el país. En los años 70, Rudy profesionaliza la labor del grabador; en los 80 y los 90, Alberto y yo aportamos desde el legado de Francisco Amighetti; ahora, jóvenes, como Adrián, exploran nuevos paradigmas”.

Cruces de miradas. Pronto, la sección de Intersubjetividades abre un verano de color total. Desde los cuadros, los colores parecen salir a visitarse. Sofía Ruiz Ugalde ofrece seis retratos al óleo y collage : son personas que nos invitan a entrar en su cuadro para entregarnos a una escena de Los otros , de Alejandro Amenábar. “Sus pinturas nos susurran inquietud”, resume María Alejandra Triana.

En Paisaje obscuro ambula el pincel de Klimt; en Padres ausentes retumba el poema Las personas mayores , de César Vallejo; en La sustituta , una joven y una niña aluden o eluden a la maternidad. Son pintura, todas, de confesiones contenidas.

La joven Sofía Ruiz, ganadora del Premio Áncora de Arte Bidimensional, nos dice: “Esta exposición es un encuentro de artistas consolidados con jóvenes, y de profesores con estudiantes. Algunos de los presentes fueron mis profesores, y estar con ellos me otorga una gran satisfacción”.

A su vez, Emanuel Rodríguez Chaves (aún es estudiante en la UCR) trabaja –con acrílico, lápiz y grafito– escenas de violencia hombre-mujer y de mujer suicida. Su serie Quiet Power es cinética, explosiva, y ronda cerca del gran comic . De aquí no sale sangre, sino color. Su Locura ( I , II , III ), sobre negro, acaba de ver al fantasma atormentado del Francis Bacon.

“La pintura debe ser una extensión de los pensamientos. Quiero que mi obra recopile las imágenes, los sonidos. Necesito perder la estática de lo hierático. Persigo una experimentación constante en lo que hago. Solo así renunciaremos al conformismo de lo establecido”, manifiesta Emanuel Rodríguez.

El maestro-profesor José Miguel Páez brinda retratos de formatos mediano y grande, y dicta cátedra de rigor y vida. Sus personajes no hablan porque no quieren, pero el espectador malicia que tanta realidad conversa por la noche. Páez titula Retrato todos los cuadros , óleos sobre lienzo de miradas quietas. Su pincel es suelto y frecuenta la mancha expresiva.

Páez revela: “Hace unos veinte años, ser figurativo parecía una excentricidad. Ahora, en cierta medida por el cansancio, los artistas, en especial los jóvenes, no están condicionados por ese espíritu tan de fin de siglo, de ultraísmo hegeliano, donde ya no había nada más que decir: el arte había muerto. Las posiciones se han vuelto más flexibles: todos los lenguajes artísticos pueden retomarse para detonar diálogos. El milenarismo ya pasó”.

Ambas exposiciones se abren todos los días hasta el fin de marzo en los Museos del Banco Central (sótano de la plaza de la Cultura, en San José). Teléfono 2243-4202.

Si usted es laborioso, pierda el tiempo; si ha de viajar, pierda el avión; si confía en su suerte, pierda toda esperanza; pero no se pierda estas exposiciones.