La estirpe mexicana de Florencio

Prohombres Dos sobrinos de Florencio del Castillo fueron escritores y políticos liberales

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Después de pasar una temporada encarcelado en la prisión del Castillo de San Juan de Ulúa (Veracruz), el escritor y político liberal mexicano Florencio María del Castillo murió a consecuencia de la fiebre amarilla entre los días 27 y 29 de octubre de 1863.

La similitud de nombre con el prócer costarricense no es mera coincidencia. Se trata del hijo menor de Demetrio del Castillo, hermano de don Florencio, quien lo llevó consigo cuando se trasladó a Oaxaca para desempeñarse como canónigo y encargado de la mitra de la catedral de esta ciudad.

Al igual que su hermano, Demetrio se avecindó para siempre en México, aunque nunca rompió totalmente los lazos con su patria, según investigaciones del sacerdote costarricense Manuel Benavides.

Sin embargo, los hijos de Demetrio: José María y Florencio María, nacieron ya en México y se educaron en la mejor tradición de las ideas liberales de ese país, cuyo portador más conocido es Benito Juárez.

Metidos de lleno en el convulso ambiente político de la época, los sobrinos de don Florencio formaron parte de la que se tiene como la mejor generación de intelectuales, escritores y políticos en la historia mexicana.

José María. Nacido el 11 de julio de 1822 en San Antonino de Ocotlán, José María del Castillo Velasco cursó estudios de derecho en el Colegio de San Ildefonso cuando este fue sede de la Escuela Nacional de Jurisprudencia.

Como abogado, José María tuvo una carrera brillante en el campo de la criminalística, aunque no se conformó con esta especialidad; por el contrario, prefirió la militancia activa combatiendo a la dictadura de Antonio López de Santa Anna, figura dominante de la política en México por más de dos décadas.

Para tal efecto, ingresó en la redacción del diario El Monitor Republicano , donde ejerció el periodismo combativo, lo que le costó pasar una temporada como prisionero político. Sus actividades contribuyeron a la caída del régimen santanista.

En 1856 se convocó un Congreso para que elaborase una nueva Constitución, destinada a reorganizar el país después del desastre causado por Santa Anna. José María fue entonces electo diputado y desempeñó un destacado papel como miembro de la Comisión redactora de la Constitución

Del Castillo formuló propuestas radicales para su época, como la necesidad de otorgar soberanía a los municipios. Asimismo, propuso aplicar reformas a la injusta propiedad territorial, de modo que se ampliase el número de dueños. Más tarde, Del Castillo participó también en la Guerra de Reforma, que estalló entre liberales y conservadores (1857-1861). Esta lucha finalizó con el triunfo de los liberales.

Más tarde, José María se alistó en el ejército republicano que combatió a las fuerzas armadas francesas que apoyaban al imperio de Maximiliano de Habsburgo. Entonces alcanzó el grado de general brigadier y fue parte del triunfo juarista y testigo privilegiado de la derrota definitiva de los imperialistas en Querétaro en 1867.

Al volver a la vida civil, fue designado ministro de la Suprema Corte de Justicia. Tiempo después culminó su carrera política como ministro de Gobernación del presidente Benito Juárez, durante unas semanas en 1871.

Después se dedicó a la enseñanza en la institución en la que se había graduado, la Escuela Nacional de Jurisprudencia, y se dio tiempo para escribir varios libros, entre ellos Apuntamientos para el estudio del derecho constitucional mexicano (de 1870, con una reimpresión facsimilar de 1976), Ensayo sobre el derecho administrativo mexicano (1874) y Reflexiones sobre la cuestión de Morelos y las facultades de los tribunales federales (1874).

José María del Castillo murió en 1883. En su honor, el pueblo que lo vio nacer lleva hoy el nombre de San Antonino de Castillo Velasco.

Florencio María. Por su parte, Florencio María nació en la ciudad de México el 27 de octubre de 1828. Al morir sus padres quedó al cuidado de su hermano mayor, de quien seguramente adquirió la pasión por las ideas liberales.

Al momento de ingresar en los estudios superiores, Florencio María escogió la especialidad de medicina, pero la abandonó para dedicarse íntegramente a su pasión: la literatura, en la cual había demostrado talento desde muy niño.

Como escritor formó parte de círculos destacados de la república mexicana de las letras de entonces, al lado de otros muy notables escritores, como Francisco Zarco, Guillermo Prieto, José María Roa Bárcenas y Vicente Riva Palacio.

En 1849, fundó el Liceo Hidalgo, agrupación literaria a la que pertenecieron algunos de los más importantes representantes del romanticismo mexicano.

En ese mismo año, las obras de Florencio María del Castillo empezaron a circular entre los lectores mexicanos pues publicó varias novelas cortas: El cerebro y el corazón, La corona de azucenas, Hasta el cielo y Dolores ocultos.

Al año siguiente, todas ellas fueron recogidas en un solo volumen con el título de Horas de tristeza. Las presentó un prólogo de Guillermo Prieto.

Otras dos novelas, Expiación y Hermana de los Ángeles , se publicaron en 1854, año en el que también se editó lo que al parecer es su único cuento: Botón de rosas. Hasta la fecha se lo considera uno de los mejores ejemplos de la literatura romántica mexicana, como lo demuestra su inclusión en la antolo-gía Cuentos románticos, publicada por la Universidad Nacional Autónoma de México en 1993.

Además, sus contemporáneos consideraron a Florencio María como el novelista de más sentimientos que había dado México en ese entonces.

Sin embargo, no solo la escritura literaria ocupó los afanes de Florencio María del Castillo. En el periodismo y la política siguió una carrera casi igual a la de su hermano mayor.

Para ejercer el periodismo ingresó en el Monitor Republicano , del que llegó a ser redactor, además de articulista principal, con notas de carácter político en contra de los conservadores.

En la política desarrolló una intensa actividad: primero fue parte del Ayuntamiento de la Ciudad de México; luego, diputado suplente en el Congreso que dio origen a la Constitución liberal de 1857.

En medio de la Guerra de Reforma fue aprehendido por el bando conservador y pasó una temporada en la cárcel.

No obstante, en 1861, con la llegada del triunfo liberal, volvió al Ayuntamiento, ahora en funciones de presidente del esta institución. Luego fue electo diputado propietario para el Congreso que inició sus trabajos en ese año.

Consumado patriota, Florencio María del Castillo se alistó en el ejército republicano para combatir a los invasores franceses que ocuparon México en 1862.

Sus enemigos lo tomaron prisionero en agosto de 1863 y lo llevaron a la cárcel de San Juan de Ulúa, donde se contagió de la enfermedad que le causó la muerte. Así se truncó una vida que en el ámbito literario aún estaba por dar sus mejores frutos.

Lo que es un hecho es que, herederos de don Florencio en términos humanistas y de apego a la libertad, tanto José María como Florencio María del Castillo Velasco representan un vínculo de cercanía profunda entre Costa Rica y México que merece ser subrayado, particularmente en este año, del bicentenario de la independencia de México y del centenario del inicio de su Revolución.

EL AUTOR ES JEFE DE LA CANCILLERÍA DE LA EMBAJADA DE MÉXICO EN COSTA RICA