La entrevista: Fernando Leal

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Fernando Leal no tiene ni Dios ni religión, pero tampoco interés en convertir en descreído a nadie. “No creo que le vaya a agregar felicidad al mundo convirtiendo a todos en ateos”. Es un librepensador que nunca aceptó que le dijeran qué pensar. La lógica es su único parámetro y, sin complejos ni traumas, ha coincidido con la izquierda o con la derecha, con curas y revolucionarios.

A sus 72 años viaja en autobús, chatea, usa Facebook y entiende de textos con caritas. Leal es gran conversador de cafetín y experto escucha de las arengas futboleras de los estudiantes de la calle de la Amargura. Preocupado por los problemas nacionales insiste en que “hay que escribir más” y se lo dice como dándose una orden y como si la profundidad de su reciente trilogía sobre la conciencia, la existencia y la eternidad no lo excusaran para alejarse un tiempo de nimiedades prácticas como los huecos de las aceras en Guadalupe.

Con todo prejuicio, quise empezar a conversar con el filósofo sobre lo mal que estamos, porque el pesimismo parece natural en los pensadores. Pero no, mejor empezar escuchándolo hablar de mujeres.

– ¿Qué lo atrajo a su esposa, Ligia Esquivel?–Yo tenía una bicicleta Philips y después del colegio me iba a recorrer los barrios. Ese día, vi a una muchacha sentada en la gradita de la casa y ya no paré de volver las otras tardes. Teníamos 16 años. Ligia es muy estudiosa y tiene un carácter dulce y alegre. No nos perdíamos un sábado sin ir al cine.

– ¿Siguen yendo al cine?

–Era nuestra diversión y hasta la fecha. No hay película que no hayamos visto.

– ¿Y la timidez?

– Con ella no.

– ¿Cuándo se casaron?

– Ocho años después. Creo que Ligia ya había perdido la esperanza porque yo no arrancaba. Nos casamos cuando tuve mi primer salario como asistente de don Teodoro Olarte. Era de ¢250.

– ¿Qué mensaje ve en las mujeres que ahora se topa en la calle?

–Las veo muy trabajadoras en cualquier ocupación. Me alegro de que vivan su juventud sin la mojigatería que nos tocó a nosotros. Pero en escuelas y colegios falta preparar a los jóvenes para que aprendan a disfrutar la libertad con responsabilidad. No podemos mandarlos a los peligros de la calle a sufrir el maltrato de la libertad.

– Si Diógenes buscara hoy “una mujer”, ¿qué vería?–La mujer tiene una condición especialísima para captar aspectos de los problemas que uno no ve y es donde casi siempre está la solución.

– ¿Las prefiere acertijo o afirmación?– Afirmación. Se dice que son incompresibles pero es que toda persona tiene aspectos herméticos y secretos, y esa es condición elemental de la libertad. Las mujeres no tienen que andarse por las ramas; tienen que ser afirmativas. Tengo muy buenas amigas de años y son grandes interlocutoras.

– ¿Cómo serán las relaciones en el 2050?

–Para entonces no sé si seguirá llamándose ‘familia’, pero creo que el ser humano no habrá cambiado tanto como para no desear la compañía, porque es indispensable.

– ¿En cuánto se le han llegado a parecer sus hijos, Alejandro y Dionisio?

– Son, sobre todo, buenísimos. Pero eso lo sacaron de Ligia.

– ¿Cómo de un filósofo descreído sale un hijo tan apasionadamente religioso como el genetista Alejandro Leal?

–Alejandro es un hombre de fe genuina y eso es algo que respeto mucho. No es fanático ni ortodoxo. No tengo ningún problema en asistir de cuando en cuando a alguna iglesia.

– Pero usted no cree...

–Para mí, el problema no existe, entonces no voy a afiliarme a la causa de un ‘no’. No creo que le vaya a agregar felicidad al mundo convirtiendo a todos en ateos. La religión es de mucha ayuda para la gente que necesita apoyos emocionales, psicológicos, ontológicos, y los hace aguantar esto de la existencia.

No tengo ninguna religión y no tengo ningún Dios. Difícil que Dios exista, sobre todo como lo imagina la gente.

– ¿Cómo se lo hubiera imaginado usted?

–Me resulta cuesta arriba imaginar a un dios con características humanas, pero también sin ellas. No podría ser bueno ni totalmente malo. No sé cómo sufriría nuestros dolores. El conjunto de las cosas del mundo existe pero sin una causa; existe porque sí. Es una progresión infinita, sin principio ni fin.

– ¿Qué es lo más cercano a eso llamamos “milagro”?

–No digo “milagroso” porque suena como sacado de la manga de un dios, pero lo más asombroso es la existencia y la conciencia. Pudo haber sido sólo la nada y no estaríamos conversando. Es algo sumamente extraña la conciencia. Es un momento en la vida de cada uno en el cual se da cuenta de que piensa.

– ¿Cuándo tuvo ese momento, esa epifanía?

–Quizá en la escuela. No puedo precisar, pero hay personas que sí lo recuerdan. Respeto las creencias de las personas. Lo que me disgusta es el fanatismo; incluido el ateísmo militante. Cuando se quiso imponer, causó mucho sufrimiento en Rusia; es tan funesto como una teocracia como la de Irán.

– Somos un estado confesional.

–Eso es anacrónico y hasta el Vaticano está de acuerdo en eliminarlo.

– Para ser descreído, sorprendió que en el 2005 apoyara el fallo que detuvo la fertilización in vitro porque estuvo en el bando de la Iglesia.–Es que hay una diferencia entre humanismo y religión. La religión puede ser inhumana, como cuando hace mártires para defender la fe o cuando quemaba herejes –a mí me hubieran volado fuego con gusto–. La unión entre el óvulo y el espermatozoide empieza un proceso irreversible, y para mí, es el inicio de la vida humana y debemos respetarlo. No es cuestión de fe, es de lógica. Esta me hace distinguir entre un óvulo fecundado por un espermatozoide humano y el óvulo de coneja fecundado por un espermatozoide de conejo. Entre ambos hay la misma diferencia que entre un conejo adulto y un hombre.

– ¿Le causó enemistades esa posición?

– Sí, claro, porque la oposición no era tanto por la defensa del in vitro sino contra la Iglesia Católica y era un sofisma llevar la discusión a un terreno donde no le correspondía.

– ¿Usted introdujo el estudio de Marx en Costa Rica?

–Lo introdujo don Teodoro en Estudios Generales. Lo que yo hice fue estudiar El Capital. Al primer seminario, a fines de los 70, se matricularon 80 de los cuales terminaron 12 y solo 5 estudiaron los tres tomos. La última vez no se matriculó nadie porque recién había caído el muro de Berlín. A mí no me sorprendió.

– ¿Ha sido políticamente marxista?

–No. Me decían marxista porque estudiaba a Marx pero he tenido muchos intereses; tendría que haberme puesto la etiqueta de todos.

– ¿Cuál es su modelo de país?

–El estilo suizo es lo más cercano a lo que me encanta como sistema político. Más parecido a un ideal de anarquismo, pero no el de los endemoniados. Nunca me ha gustado obedecer órdenes de nadie y no me iba a meter a un partido a que me dijeran lo que tenía que pensar o decir.

– ¿Nunca se afilió a ningún partido?

–Me invitaban a hablar de marxismo pero también admiro la obra del doctor Calderón Guardia, y mi gran amigo Roberto Murillo era socialdemócrata. Pienso que algo de su simpatía política me caló y algo de la mía por el socialismo también caló en él.

– ¿Cómo definir esa “fórmula costarricense”?

–Haber sabido entender y vivir la democracia. Lo malo es haberle perdido el respeto, porque necesita ser mejorada constantemente. Pero para eso es necesario que políticos, diputados y magistrados tengan alguna idea de lo que sucede. Sin esa condición no hay ningún progreso. El “modo a la tica” está en peligro por el descuido de los costarricenses, por la falta de crítica, el desorden, la corrupción y el partidismo sin ton ni son.

– ¿Qué defectos y virtudes ve en este gobierno?

–Hay que juzgar por los actos. Me parece bien lo de la carretera en el San Juan, pero las carreteras, la inseguridad y otras cosas están igual. Hay muchos problemas.

– Si tuviera una hora para tomar tres decisiones que resolvieran los problemas nacionales, ¿cuáles serían?

– 1) Todo ministro, gerente y junta directiva tienen un tiempo definido para resolver un problema específico o se retirarán de sus puestos. 2) Los candidatos a diputado se elegirán de una terna elaborada por los habitantes de un cierto número de cantones y luego en votaciones generales. 3) A mediados de cada período, una junta de notables –integrada por los mejores investigadores de las universidades y por integrantes de renombre de los distintos colegios profesionales– evaluará el trabajo de los poderes de la República. La crítica puede llegar hasta la recomendación de un referéndum para destituir o llamar a elecciones nacionales.

– ¿Es el pesimismo inherente a los filósofos?

–No es condición; también los ha habido optimistas, pero se trata de tener un optimismo moderado que exija responsabilidad.

– ¿Cuán responsable es el elector costarricense?

–Es una irresponsabilidad votar a ciegas y también no votar. Falta educación política en los electores y en la clase política.

– “La existencia pertenece a lo que es... Lo que no es, no es en modo alguno”. ¿Qué ejemplifica su frase en la política nacional?

–Una idea en el cerebro de un político porque la política es un arte muy difícil y no puede dejarse en manos de quien no tiene idea de nada.

– ¿Le gustaría pasar a la historia?

– Me gustaría que mis contemporáneos leyeran mis libros, que me criticaran y disintieran conmigo para buscar respuestas.

– ¿Qué tan buenos lectores son los estudiantes?

–Los de cualquier carrera solo leen las lecturas obligatorias. ¡Pero hay que escucharlos hablar de futbol, lo hacen con maestría! Eso no está mal, en la antiguedad se hicieron poemas a grandes atletas. También me gusta el futbol y les comento que vean la lógica en ello: Messi no es igual con el Barcelona que con su selección.

– Los economistas empezaron a tomar decisiones políticas y Stephen Hawking dice que la filosofía ha muerto. ¿Les quitó la ciencia su trabajo de explicar la realidad?

–Los grandes físicos fueron considerados filósofos. Los filósofos de ahora no estudian la ciencia con suficiente empeño. Lo que sucede es que se considera que las obras de los científicos tienen mayor impacto. Los filósofos se han descuidado porque podrían filosofar a partir del arte o de la ciencia.

– ¿Pasaron de moda? ¿Por qué hoy motivadores, escritores y cantantes influyen en las masas más que los filósofos, repitiendo ideas filosóficas ?

–Porque es más sencillo sentarse a leer una novela que La crítica de la razón pura.

– ¿Fallaron ustedes en “traducir” su pensamiento para las masas?

–Quizá, porque es difícil trasladar la filosofía al lenguaje común sin alterar el sentido; aunque en el tema de la conciencia Russell lo hizo accesible.

Acá se estudia la historia del pensamiento, pero la producción es escasa. Las nuevas generaciones deberían esforzarse por escribir más, ya sea en la prensa o en Internet.

– ¿Es necesario un nuevo Congreso Universitario?

– Igual que la nacional, la democracia universitaria necesita ser crítica de sí misma, pero los congresos son foros políticos.

– ¿En qué se parece un congreso a un concilio?

–En que a los congresos entra y habla el que quiere, pero los resultados no necesariamente son los mejores que en los concilios.

– ¿Cómo se mide una universidad?

–La excelencia se manifiesta en la calidad de sus graduados.

– ¿Existe un cambio significativo de pasar de ser un “viejo” a un “adulto mayor”?

–No, pero es un esfuerzo por ser cortés.

– ¿En qué se le sale lo “sabanero”?

–Quizá me habría gustado aprender a montar a caballo, pero si mi abuelo no se hubiera venido a poner a estudiar a sus hijos, en la de menos estaría montando a caballo y arreando ganado. Aprecio a quien lo hace, pero he sido muy feliz con los libros.

– ¿Cuál es el encanto de “la calle de la Amargura”?

–Que el nombre es tan paradójico que resulta muy apropiado.

– ¿Cuál es el límite entre la literatura erótica y la pornográfica?

–Desde la antiguedad ha habido erotismo en literatura, pero, como en la vida práctica, la pornografía aburre.

– ¿Qué es la Página 15?

–Un ejemplo de cultura y libertad de expresión. Jamás me han objetado la expresión de ideas.

– ¿Qué dice del país la programación televisiva?

–Que este es el país más feliz del mundo, cuando en realidad tenemos tantos problemas. ¿Cómo es posible que los políticos no resuelvan si tenemos una naturaleza ideal para que en ella viva un pueblo feliz y próspero?

– ¿Es mejor una voz o una mano fuerte?

–Una voz fuerte para pronunciar las ideas de una pluma poderosa, y una mano sólida para ejecutarlas sin excusas.

– ¿Qué cree que sorprendería a su amigo Roberto Murillo si reviviera hoy?

–Estaría muy preocupado por la gravedad de los problemas y a la larga estaría interviniendo en política.

– Y usted, ¿qué le diría?

–El recuerdo de Roberto, su inteligencia, su amistad, su humor y su risa, los tengo presentes todos los días. Le diría ‘¡Nos hacés tanta falta!’