La educación pública en la primera administración Arias

Si algo puede sintetizar los logros de ese periodo, es nuestra lucha por la calidad

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En un artículo publicado en La Nación del 3 de mayo pasado, se hace referencia a una presunta deuda que dejó la primera administración de Óscar Arias, en materia educativa. Para defender los éxitos de la segunda, su autor, el gerente de Proyectos, Pablo Rojas, se siente obligado a menospreciar la primera. Dejo de lado algunas de sus afirmaciones sobre la evolución del país. Lo que no puedo dejar pasar inadvertido es lo erróneo de su ataque.

Según asegura, los Gobiernos que siguieron “al periodo de crisis de los 80” se enfocaron en estabilizar la economía, dando a entender, así, que solo eso hicieron. Es posible que no fuera esa la intención del autor, aunque lo parezca, y que su propósito no fuera menospreciar la labor de algunos excelentes periodos gubernamentales. Sin embargo, cuando nos habla de la administración Arias, su ataque es más directo, particularmente en lo relativo a la deserción en secundaria.

Según él, en el primer Gobierno de Óscar Arias el principal interés fue mantener a Costa Rica fuera de la zona de guerra que se había formado en Centroamérica, por eso “no actuó para revertir esta tendencia y el pendiente quedó en el área de educación”. Este tipo de frases las emplean los adversarios de Arias, para desmerecer su obra. Ya las he oído antes. Reconocer los éxitos a alguna gente le causa molestia.

Error. La vida no concluye, por suerte, cada cuatro años y el pendiente siempre será mucho. Sin embargo, en el punto específico que aborda el Sr. Rojas, se equivoca totalmente. Bastaría que le echara una segunda mirada a sus cifras para darse cuenta de que el daño producido durante los primeros años de aquella década, en lo relativo a deserción escolar en primaria, llegó a la secundaria cuando estábamos en el Gobierno. Del 80 al 86 se completa el periodo que comprende de primero a sexto grado.

Lo que logramos fue revertir la tendencia a la deserción en primaria. Basta ver el informe del Estado de la educación de 2006, en la página 22, y examinar la gráfica de Tasas Brutas de Escolaridad, para constatar el cambio. Con nosotros terminó la caída vertiginosa y comenzó el repunte. La población desertora antes de llegar a la secundaria y antes del gobierno de Arias, ya era irrecuperable.

Afortunadamente, la matrícula fue creciendo, entre otras razones por el aumento en los índices de retención en primaria que, necesariamente, terminarían por reflejarse, poco a poco, en los otros niveles. La política económica del Gobierno y la mejoría en las condiciones de empleo ayudaron a lograrlo. El programa “Avancemos” viene a rematar muchos esfuerzos, de manera espléndida, pero no los invalida.

Ahora bien, si lo que está insinuando el Sr. Rojas es que no hicimos nada mientras fui ministro de Educación, va a tener que informarse antes de escribir. Introdujimos la informática educativa en gran escala en la Educación Primaria pública, lo que contribuyó a disminuir la deserción y a modernizar a Costa Rica; restablecimos el bachillerato y establecimos pruebas estandarizadas en el sistema educativo, lo que le brindó unidad y mejoró su funcionamiento y su calidad; emprendimos el primer proyecto de enseñanza bilingüe, modesto pero interesante.

Colegios científicos. Pero, no fue todo. Creamos los Colegios Científicos, motivo de orgullo para el país; trabajamos duro en mejorar la formación matemática de los alumnos; hicimos propuestas en relación con el talento y la formación de niños con habilidades especiales; introdujimos reformas administrativas notables a las que se ha referido ampliamente Wilburg Jiménez, en uno de sus últimos libros, entre ellas el primer sistema de pago a los funcionarios por medio de la banca y no de “pagador”; adoptamos nuevos planteamientos para la educación especial... en fin, de vacaciones no estuvimos y la primera administración Arias no quedó debiendo nada y para elogiar la segunda, no hay que denigrarla.

No obstante lo dicho, si algo puede sintetizar los logros de ese periodo, es nuestra lucha por la calidad, por centrarnos en el paradigma cualitativo y darle un valor relativo al asunto de las estadísticas. Algunos confunden la calidad de la educación con las cifras. Sé que son inevitables y deseo que mejoren como ocurrió en la primera administración Arias en rubros importantes. Pero, quien se quede ahí, en el paradigma cuantitativo, y lo tome por norte, estará desorientado.

Cuando centramos nuestra acción en la vuelta al aula y a lo esencial, invitábamos a los educadores a centrarse en la calidad. Yo sigo invitándolos a seguir ese camino, cada vez que tengo una oportunidad, y aprovecho esta para hacerlo.