San José (Redacción). Como un pájaro, Fidel Gamboa voló hace un año, dejando una gran herencia musical que no se puede restringir solamente al grupo Malpaís.
Hoy, su hermano Jaime Gamboa y su colega Carlos Tapado Vargas compartieron en La Nación los recuerdos del hombre que logró llenar el Estadio Nacional con más de 30.000 personas, en su noche de tributo.
Jaime asegura que su hermano logró fusionar los sonidos costarricenses con ritmos y bases sonoras del extranjero.
“Fidel lo que hereda es una manera de ver y sentir la música (...). Esa visión que tenía de hacer la música es su principal herencia, que no se puede resumir en una canción”, comentó el exintegrante de Malpaís.
Para él, la ausencia de su hermano no solo ha sido difícil por el amor que los unía, sino también por la química que tenían a la hora de crear, ya que Fidel era quien le ponía la música a sus letras.
“Cuesta levantar la música, porque uno tiene esa presencia; yo siento que ha faltado tiempo para digerir y decir: ‘Ok, ya no contamos con él’, porque lo que uno quisiera es que viniera de donde esté a ponerle la música mágicamente”, afirmó Jaime.
Para el percusionista Tapado, el mejor reflejo del virtuosismo que tenía Fidel, a quien consideraba como su amigo, era su versatilidad musical.
“Fidel tenía, como músico, la virtud de conocer de todos los ritmos. Entendía y se había atrevido a componer música que mezclaba muchos ritmos”, explicó el percusionista.