Hugo Lino Salas Jiménez: “Nunca me reconcilé con Parmenio”

El músico y cerebro del popular programa de radio La Cantaleta desparrama sus verdades como solo él sabe hacerlo, repasa su época con Parmenio, su malograda incursión en la política y hasta señala a los más bombetas del país.

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Su verbo suele ser tan ácido como irreverente e ingenioso. Este vecino de Guadalupe de Goicoechea pero alajuelense de pura cepa, acumula un cuarto de siglo de hacer reír y reflexionar con sus composiciones a través de ‘La Cantaleta’, espacio de radio dominguero que realiza con los hermanos Erwin y Mariano Grosser. También se deleita con la crítica ácida de lunes a viernes en el programa Por la Calle de la Amargura, en el que también hace yunta con los hermanos Grosser y con el poeta Axel Nofal. Ambos se transmiten por Radio Acutal 107.1 FM.

Hugo Lino Salas Jiménez nació en Alajuela centro en 1942 y como todos los chiquillos dice haber sido “tortero, mejenguero y medio ladrón”. “Siendo un estudiante “malito”, en 1958 un profesor de música me ofreció trabajo empecé a los 14 años en Ribera Musical,  del maestro José Joaquín Rivera en donde estuve 11 años”, rememora.

Por el primer baile le pagaron 12 colones y de ahí siguió ganando ocho por cada presentación. Eso lo impulsó a abandonar los estudios de secundaria en el Instituto de Alajuela.

Luego inició un viaje sin retorno por la música cuando ingresó al grupo Solón Sirias, que en aquel tiempo era una sensación, tanto que los fiebres de los bailes hacían filas de hasta 200 metros para ver a ese grupo.

“Ahí me pagaban 25 colones por chivo (presentación), lo que representó un cambio total”, dice. Con Solón grabó varias canciones que fueron un pegue, como Señorita Tica, Pájaro Amarillo y Cumbia en Azul.

“Cumbia que grabábamos se metía en los primeros lugares cuando no se pagaba por eso, porque ahora cualquiera con plata pega un éxito”, sentencia. Hace cuatro años Hugo Lino, o mejor dicho “Trompoloco”, se retiró de las tarimas, pero por esas cosas del destino retomó su pasión por el canto cuando grabó un tema con el grupo nacional República Fortuna.

De eso y más habló con Cero Poses.

-¿Qué tenían los músicos de antes que no tienen los de ahora? --¡Pobreza! el músico de ahora vive mejor que el de antes, vos ves que esos carajillos de Escats no cobran menos de mil dólares por chivo (presentación), ellos están bien. Pero la paradoja es esta: los grupos fuertes se están acabando porque ya no hay salones de baile, cuando estaba en Los Diamantes tocábamos cinco horas el viernes, ocho horas el sábado y ocho horas el domingo, ¡no menos de eso!, pero ahora  los grupos de verdad como Son de Tiquicia, Madera Nueva, La Solución, Son Mayor, tienen que tocar hora y media aquí y hora y media por allá, tienen que hacer milagros para tocar cuatro horas y media pasando chunches y corriendo.

--¿Se les acabó el mercado a los grupos? --Sí, de 20 salones que hubo en algún momento ahora ya no hay, quedan lugares pequeños pero la gente tiene formas diferentes de apreciar la música, vos vas al Jazz Café que es un lugar bonito y al que van muy buenos grupos, pero ahí está la gente hecha un puño y tirándose una “birra” sin bailar.

--¿Cuánto vivió de cantar? 52 años hasta que hace 4 años me retiré, el vacilón es que después de estar retirado hace unas semanas alguien mandó un mensaje al celular de Mariano Grosser, porque yo bajo ninguna circunstancia uso celular.

--¿Por qué no le gusta? Porque a nadie le importa en donde estoy metido, el que me quiere llamar que me llame a la casa.La cosa es que el famoso mensaje era para preguntarme cuánto cobraría por grabar una cumbia con un grupo que en estos momentos es una locura entre los jóvenes, República Fortuna, recuerdo que decía el mensaje.

--¿Cómo reaccionó? Me vine para la casa y cuando le pregunté a mis hijos y a mis nietos se pusieron como locos, hace como un mes la grabamos, como ya tengo una afonía a crónica me preocupé, pero la pieza es sencilla y no se me dificultó. ¡Esa gente se da unos lujos! con decirle que masterizan (mezclan) en los Estados Unidos, la canción la grabamos en el estudio de “Checo” D’Avila y fue bonito compartir con un montón de chiquillos más jóvenes que mis hijos menores.

--¿De qué habla la canción? Es una canción que trata del güiro, una melodía sencilla que creo puede funcionar porque es muy pegajosa.

--¿Y por qué cree que lo escogieron para grabar esa canción? Seguro porque querían hacerle un homenaje a un viejillo...

--¿Cobró? --¡No jamás! me daría pena, porque estoy vendiendo un mal producto que ellos querían comprar, un producto viejo y pasado de moda.

--Entre sus múltiples facetas está la de político, ¿qué reflexión hace de esa etapa? --¡No me insulte!, yo nunca he sido político, yo en los 80 hice cierta amistad casual con Rafael Ángel Calderón Fournier. La cosa es que una vez le dije en son de broma “mire Rafita si usted me da un consulado en Puerto Rico yo salgo gritando vivas para Rafael Ángel Calderón por todo lado”, él lo tomó como un vacilón. Cuando ganó la presidencia y los ministros nombraban allegados y familiares comencé a criticarlos en La Patada. Entonces me llamó Luis Fishman para preguntarme porqué estaba tan bravo, si era que me habían ofrecido algo que no me cumplieron y yo le dije: ¡sí señor!, me ofrecieron un consulado, y me dice, ¡dejáme hablar eso!, y a los 10 minutos me estaba llamando para decirme que era cónsul en Los Ángeles, California. Yo me dije ‘¡qué rico, cónsul!, voy a ganar buena plata...” ¡Pura basura! el único que ganaba bien en ese tiempo era el cónsul general. Yo iba como una secretaria del cónsul, tenía un sueldo de hambre porque si pagaba la casa no comía, hasta tuve que devolver a mis dos hijos.

--¿Es la única experiencia que ha tenido en política? --Gracias a Dios.

--¿Cómo nace su faceta de humorista? --Ya estaba cansado de la música y la política, trabajando en canal 7 como músico de planta conversé con Parmenio Medina a quien ya conocía y le dije que me diera “pelota” en La Patada, que yo era un buen contador de chistes y “jodedor”. Él me respondió que era muy difícil, pero que le prepara una presentación para ver qué ofrecía. Primero pretendí hacer el personaje de un “majijo” pero me pareció ofensivo, entonces pensé en un tartamudo y así nació Trompoloco que vivió de incógnito como un año hasta que una vez llevaron a La Patada a una presentación en vivo en el Gimnasio Nacional y ahí se supo que era yo el que hacía el personaje.

--Estuvo 7 años en La Patada  ¿qué pasó para que se fuera? --Lo que pasa es que yo también tenía La Cantaleta que a su vez fue sustitución de un programa que tenía en Alajuela. En La Cantaleta siempre he tenido la función de escribir y cantar las canciones y en La Patada empecé con un segmento de tres minutos y luego se redujo a un minuto y me cortaba muy a menudo. Una vez me pasaron unas denuncias que Parmenio no quería publicar porque afectaban a dos señoras que él conocía, pero siempre las dije porque mi segmento era grabado, entonces él me frenó y yo le dije que así no jugaba y por eso me fui y seguí con La Cantaleta.

--¿Se fue enemistado hasta el día que Parmenio murió? --Sí porque hay gente que se enoja y es muy fácil reconquistarla, pero yo no soy así, yo me cabreo una vez.

--¿Nunca le interesó hacer las paces? --¡Nunca!, luego cuando él murió me dije “tal vez debí pedirle perdón a Parmenio” pero total que nunca lo hice y tampoco me arrepiento. Es que yo en algunas cosas soy muy radical, como en la puntualidad.

--¿Siempre ha tenido la misión de escribir los temas de La Cantaleta? --Así es, las tres canciones del programa son de mi autoría, me levanto todos los domingos a las 2:30 a.m. y a las ocho están terminadas.

--¿Qué le insipira a componer las canciones? --Lo que hacemos es “caricaturizar” la noticia que viene en el periódico pero le damos otro nombre, por ejemplo: “Fulanito desfalcó al fisco, pero yo le pongo Fulanito es un riña”, un sinónimo de ladrón pero más ofensivo, porque riña es de poca monta y a nosotros no nos da ni poquitio miedo llamar las cosas por su nombre. Y ¡sí!, somos mal hablados y directos y a la gente le gusta porque están cansados del periodismo suave, que trata al delincuente con manos de seda, le llaman el “supuesto homicida” cuando debe ser “el asesino de Fulano de tal”.

--Los periodistas lo hacemos por respeto al principio de inocencia ¿ustedes no temen una demanda? --No, para nada y si tienen miedo compren perro, nos han ofrecido demandas, hace poco un viejo de Grecia porque le dijimos que tenía querida amenazó con demandarnos, llegó a la radio a advertirnos y nuestra respuesta fue: “¡diay dele!” En 25 años nunca nos han demandado.

--Como productor de un programa de humor, ¿cómo evalúa a los otros que actualmente existen? Hay mucho “brocha” que hace humor por humor y de feria malo, el humor debe hacerse con un fin que en nuestro caso es para denunciar, pero un programa para contar “chiles”, mejor los cuento en la casa.

--¿Disfruta más “dándole” a los políticos o a los futbolistas? --A los políticos, desde luego, aquí hay tres pasiones, política, futbol y religión y los políticos se ponen para que le demos, como la Presidenta que dice que somos el país más feliz del mundo. --¿Qué evaluación hace del gobierno de doña Laura Chinchilla? --Cuando no se ha hecho nada no se puede valorar, además de nada, no ha hecho nada, salvo haber echado al ministro de Transportes.

--¿Quienes son los más bombetas de la farándula tica? René Barboza, Opo Marín, Norval Calvo.

-¿Cómo se lleva con esos personajes? --Súper bien, incluso a Norval le agradezco que de vez en cuando me imite el personaje de Tropoloco, lo aprecio mucho y no tengo nada en contra de ellos.

--Y en el bus de los insoportables ¿a quienes subió ya? --A Paté Centeno, a Guimaraes quien es el dueño, Víctor Hugo Víquez, Fabio Molina y Luis Gerardo Villanueva es el chofer. --¿A los 69 años qué lujos se da? Ninguno, vivir nada más, disfrutar a mis hijos y a mis nietos, trabajar porque no tengo pensión.

--¿Disfrutar de unos tragos? --¡Ah eso sí!, aunque es más la fama que me han dado, Mariano Grosser dice que yo a la par de él no tomo nada y es cierto, lo que pasa es que me gusta el trago grande y mientras yo  me tomo uno Mariano se manda 14. En el programa no ocultamos eso, incluso hablamos de “prevenciones” que son reuniones para ir a “echarnos unos tapis”.

--En un país y en un momento en que se está luchando contra el licor al volante y la cultura del guaro, ¿no les preocupa eso? --No, eso es mentira, el problema de cualquier cosa son lo excesos. Si usted tiene una querida se la puede jugar, pero si tiene tres no aguanta, excesos de sal, azúcar, licor, lo que sea, ese es el problema. Como dijo alguien por ahí, unos tapis bien llevados humanizan.

--¿Cuántos enemigos se echado por su estilo de humor? --Viera que ninguno, una vez en la Municipalidad de San José nos amarraron el perro con una publicidad y le dimos duro a Johnny Araya por eso y por un escándalo con la contratación de un tractor. Al tiempo Rolando Araya nos contrató para una campaña y estando en su oficina entró Johnny, yo me dije ¡ahora sí se va armar!, pero qué va,  más bien me abrazó y saludó efusivamente…si yo te digo que los políticos no tienen vergüenza, por eso nunca los insultás. Los  futbolistas sí a veces se enojan pero luego se les pasa.