Homenaje y epístola de amor

Obra maestra La célebre sonata 'Fantasía Op. 17', de Robert Schumann, es una obra de lucidez y de pasión

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

“Yo anhelo sobremanera el verte, estrecharte a mi corazón. Estoy muy triste e incluso enfermo. Yo no sé lo que me indispone, y sin embargo sí sé que tu ausencia me indispone. Te puedo imaginar en todo lugar. En mi recámara caminas de un lado a otro junto a mí. Te tengo en mis brazos, pero nada, nada de esto, es real... Estoy enfermo... y no podré soportarlo por mucho tiempo”.

Así escribía el compositor alemán Robert Schumann a su amada, Clara Wieck, en una carta de 1837. No era para menos puesto que la pareja había sufrido una dolorosa separación ya que el padre de Clara, Friedrich Wieck, se oponía a la relación de ambos.

Durante un extenso período, los enamorados se vieron limitados a mantener comunicación epistolar, situación que empezaba a minar el estado anímico de Clara y Robert.

Precisamente en esta época, Schumann compuso una de sus obras para piano más importantes: la Fantasía en do mayor, Op. 17 , que rinde homenaje a la memoria de Ludwig van Beethoven y es también una carta de amor más para Clara, codificada musicalmente.

Dos amigos. ¿Quién era ese compositor apasionado? Robert Schumann había nacido en Zickwau en 1810 y murió en Edenich en 1856. Fue uno de los arquetipos del romanticismo alemán. Durante su carrera mostró también un esmerado interés en difundir la creación artística de sus contemporáneos, tanto en las ramas de la música como de la literatura.

Bien es sabido que, en el transcurso de su vida, el compositor sufrió desórdenes emocionales –muchas veces agravados por el abuso del alcohol– que incluso lo llevaron al borde del suicidio.

Estudiosos de la psiquiatría moderna han procurado establecer un diagnóstico de su tipo emocional. Al parecer con bastante certeza, los análisis han concluido que Schumann padecía un grave desorden afectivo bipolar, aunado a un cuadro depresivo que lo acompañó toda su vida.

Schumann era consciente de la existencia de esa polaridad en su expresión creativa. Por esto concibió deliberadamente dos personalidades artísticas imaginarias y las llamó sus “mejores amigos”. Cada uno era un alter ego o, dicho de otra manera, proyecciones poéticas de su propia multipersonalidad.

Así nacieron Florestán (el pasional, el improvisador) y Eusebius (el pasivo, el pensativo), bajo cuyos nombres el joven Robert firmaba sus artículos literarios y sus composiciones musicales.

La composición de la Fantasía Op. 17 estuvo rodeada de circunstancias que impactaron espiritualmente en Schumann. En primer lugar, la obra fue concebida como una sonata para piano dedicada a la memoria de Beethoven, prototipo del clasicismo musical alemán.

A finales de 1835, el compositor Franz Liszt había planteado a sus amigos el proyecto para levantar un monumento a Beethoven en Bonn. Schumann se mostró sumamente entusiasta con la idea e ingenió su propia forma de colaborar con el plan.

Así lo manifestó en una carta dirigida a Friedrich Kistner, editor de sus obras:  “Florestán y Eusebius desean contribuir con la erección del monumento a Beethoven, y con este propósito han compuesto algo bajo el siguiente título: Ruinas, trofeos, palmas. Gran sonata para piano para el monumento a Beethoven, por –. Yo tengo una idea de cómo debe aparecer y he ideado algo muy especial, apropiado para la importancia de la obra: una cubierta negra o, aun mejor, empastada, con ornamentación dorada y con la siguiente leyenda en letras doradas: Óbolo para el Monumento a Beethoven ”.

De acuerdo al plan de Schumann, las regalías obtenidas por la publicación y la venta de su sonata se destinarían al proyecto de Liszt. Sin embargo, su idea no fue acogida por Kistner, y la obra tuvo otro destino.   A pesar de que la sonata fue escrita en 1836, se publicó finalmente bajo el título de Fantasie en 1838 y dedicada a Franz Liszt.

Historia fascinante. Originalmente, Schumann había elegido componer una sonata para piano a fin de honrar a Beethoven en vista de que este género fue llevado a su máxima expresión por el genio de Bonn.

La obra se compone de tres movimientos: el primero es agitado y muy apasionado; el segundo tiene carácter de marcha; el último es lento y reflexivo.

Los subtítulos elegidos por Schumann para cada movimiento procuran retratar el recorrido espiritual de la vida de Beethoven. Schumann sugiere pequeños fragmentos de música de Beethoven en su propia sonata para rendirle homenaje póstumo.

Empero, la fascinante historia de esta composición no acaba aquí. La obra también revela los más profundos sentimientos que Schumann sentía por la pianista Clara Wieck, su futura esposa.

Durante la época de la composición de la sonata, la pareja se hallaba distanciada por las razones que ya mencionamos. Puesto que en la mente de Schumann estaba la idea fija del reencuentro, el compositor echó mano de elementos que tuvieran relación tanto con Beethoven como con Clara. Por esto, uno de los fragmentos beethovenianos que utilizó fue un motivo del ciclo de Lieder An die ferne Geliebte (A la amada lejana).

Schumann seleccionó precisamente la melodía de un verso en particular, que reza: “Nimm sie hin denn, diese Lieder, die ich dir, Geliebte sang” (Acepta entonces estas canciones que yo canto para ti, amada mía). Además, a manera de preámbulo, Schumann incluyó en su obra un verso de Schlegel, del que se sirvió para aludir al doble propósito de su composición:  “Todos los sonidos que resuenan en el multicolor sueño de la Tierra, contienen un sonido muy suave para quien lo escuche secretamente”.

Intensidad. Schumann indicó claramente en la partitura que debía interpretarse “con mucha pasión y fantasía”. Cuando envió el manuscrito de su nueva obra a Clara (virtuosa pianista), le advirtió que “el primer movimiento es quizás la obra más pasional que he compuesto hasta la fecha: un profundo lamento por ti”.

Poco tiempo después, Clara le respondió desde París: “La obra me provoca escalofríos. Muchas imágenes se me presentan. La marcha me llega como victoria de guerreros después de una batalla, y el tema en la bemol mayor me hace pensar en las doncellas de una aldea, todas vestidas de blanco, cada una con una guirnalda en las manos para coronar a los guerreros, quienes se arrodillan ante ellas”.

Sin duda, Clara hacía alusión a la victoria que representaría el que su padre consintiera el matrimonio de ambos puesto que ella era aún menor de edad. La boda se realizó en septiembre de 1840, dos años más tarde.

Acerca de la Fantasía Op. 17 , Harold Bauer afirmó que “sería difícil encontrar alguna composición en las obras para piano que exprese tan intensamente un sentimiento personal, y que se proyecte con una fuerza tan irresistible y vívida”. Es que, a pesar de todas las situaciones emocionales y del contenido simbólico que la composición abarca, es también una obra de lucidez del maestro Schumann.

La sonata es una magnífica conjugación del ideal romántico, maestría de la forma y elevación espiritual. En verdad, no se puede imaginar un mejor homenaje póstumo ni una declaración de amor tan sentida.

El autor es pianista, concertista y profesor de música en la UCR. Ha publicado la antología 'Canciones populares costarricenses' (EUCR, 2009).