Hay cinco cocodrilos machos por cada hembra en el Pacífico

Lo considerado como “normal” es que hayan tres hembras por macho

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El biólogo Juan Rafael Bolaños trabaja con cocodrilos desde mediados de los 90. Pero, en la última década, observó que hay más machos que hembras en los ríos que integran el humedal del Tempisque, en el Pacífico Norte.

De 74 cocodrilos capturados, censados y liberados, Bolaños notó una relación de cinco machos por hembra en esta zona cuando, en condiciones naturales, debería ser tres hembras por macho.

De comprobarse que las poblaciones de cocodrilo americano (Crocodylus acutus) en el país se están masculinizando, en un periodo de 20 años, esa especie tendería a desaparecer.

“Por desaparecer no hay que entender que se van a borrar del mapa. Eso no va a pasar a menos que haya algo más drástico como para erradicarlos. Pero lo que sí podría pasar es que queden apenas tres hembras en el río poniendo huevos y la población se reduciría a una décima parte de lo que es ahora”, explicó el científico.

Estas inferencias son parte de un estudio en curso que realiza el biólogo en un área de 140 kilómetros cuadrados que incluye los ríos Cañas de Belén, Cañas, Bebedero, Corobicí, Tenorio, Blanco, Ahogados, Tempisquito y Tempisque. También se han recolectado datos en los ríos Tárcoles y Jesús María en Puntarenas.

Bolaños presume que esta situación podría darse más frecuentemente en el Pacífico Norte y Central porque son zonas más secas y las orillas de sus ríos están más deforestadas.

La hipótesis es que la temperatura, dada por un clima cada vez más caliente por efecto del cambio climático y la acción directa del sol, está relacionada al nacimiento de más machos.

Entre más caliente, más machos. La vegetación en las márgenes de los ríos provee de sombra para que la hembra deposite los huevos.

De hecho, la hembra hace de cinco a ocho intentos de anidamiento hasta que encuentra un sitio escondido, cercano al río e inaccesible a depredadores naturales como aves, felinos y otros cocodrilos.

Ahí la hembra hace su nido, uno al año, el cual tiene una forma de trinchera –un agujero de medio metro de profundidad en la tierra– donde se depositan 40 huevos.

En los cocodrilos, la temperatura en el nido determina el sexo de la cría. Cuando la temperatura de incubación es unos 28 grados Celsius nacen hembras, al ascender a los 32 grados Celsius, machos.

En este sentido, aparte de la temperatura ambiental dada por el verano que coincide con la temporada de anidación (enero a abril), el nido genera sus propios mecanismos de calor dados por la distribución e interacción de los huevos.

De esta forma, los huevos que quedan en el centro y arriba son más calientes que los que están en la parte de afuera y abajo.

Eso ayuda a que el nido venga mezclado en sexos y es una forma natural de controlar la población.

Asimismo, la hembra buscará colocar su nido en un lugar donde no se inunde pero que esté suficientemente cercano al río para que los recién nacidos lleguen al agua.

“En época de anidamiento, los cocodrilos ponen los huevos en las orillas y después se pasan las máquinas limpiando el margen para prevenir las inundaciones que siempre se dan en el lugar. Incluso, a veces pelan los nidos y los despedazan. Los nidos que se salvan quedan totalmente expuestos al sol, eso aumenta la temperatura y por tanto, nacen más machos”, argumentó el investigador.

Ahora, el incremento de las temperaturas también puede estar dado por calentamiento global. Pero aún se requiere hacer estudios específicos para comprobarlo.

Este proyecto se realiza con el apoyo de la Asociación de Especialistas en Cocodílicos de Centroamérica (AECCA). Bolaños tiene dos años con esta hipótesis y ahora analiza los datos para confirmarla o descartarla. Prevee publicar sus hallazgos en el 2011.