Gerencia trascendente

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

En todas las naciones desarrolladas, una buena parte de los conocimientos y de las habilidades están al servicio de las empresas lucrativas.

Son esas empresas las que con mayor afán reclutan talentos para ponerlos al servicio de sus objetivos. Y eso, ha producido grandes avances en el bienestar material y en otros bienestares que no son tan materiales. Por ejemplo, el conjunto de incentivos y de esfuerzos de emprendimiento que hacen posible la existencia de la Internet y Google han puesto el conocimiento y su cultivo en tantas manos que han desatado toda una revolución del conocimiento a cuyos frutos todos tenemos acceso.

Los conductores de empresas proceden por racionalidad y por intuición, la cual es algo así como la racionalidad condensada convertida en reflejos de acción. Hasta hace pocos años esa racionalidad estaba regida por un conjunto de objetivos, relativamente poco numerosos –es más complicado conducir una familia que una fábrica de helados– y todos relacionados con la última línea del estado de resultados, donde se leen las ganancias o las pérdidas.

Hoy, las empresas más maduras tienen en cuenta también su responsabilidad social y su responsabilidad ecológica y ya no prefieren el envase plástico al de vidrio solo por su costo, sino que consideran el impacto que uno y otro material tienen sobre el ambiente. Ni despilfarran energía, no tanto por su coste, sino por lo que ecológicamente implica su producción.

Conducción con sentido ético. Se puede conducir la empresa con la vista puesta únicamente en las ganancias de este trimestre, para seducir a los accionistas. O se puede canalizar todo su potente talento en la dirección de inducir un consumo más funcional a la vida; de desarrollar a las personas que emplean, no solamente como productores sino como buenos seres humanos; y de contribuir a la solución de problemas sociales crónicos.

A eso lo podríamos llamar gerencia trascendente y para ponerla en práctica se necesita no solo conocimientos y técnicas sino someter la acción a un sentido ético, lo cual implica una migración desde la búsqueda de la eficacia hacia la sabiduría.