Gatos y garabatos

Once grabadores pasean sus gatos por El Farolito recordando a Francisco Amighetti

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Jorge Luis Borges acarició a sus gatos Beppo y Odín con sus manos y con sus sonetos. Sobre cualquier gato anónimo, Pablo Neruda dijo que “sus ojos amarillos dejaron una sola ranura para echar las monedas de la noche”.

Del gato se habla mucho, y, si hay duda de ello, solo basta visitar las páginas kitsch dedicadas a la vida felina que abundan en Internet. No obstante, si dejamos de lado las fotografías de cachorros tomando chupón, hay muchos quienes, como Borges y Neruda, hacen imágenes con mejor gusto.

En el Centro Cultural de España, en Barrio Escalante, se exhibe Gatos, con obras de once grabadores que rinden homenaje a la bestia pequeña que, como dice el poeta colombiano Darío Jaramillo, finge que es un animal doméstico.

El grabador Hernán Arévalo organizó la muestra en El Farolito. De la curaduría y el montaje se encargó Julio Gálvez, y suya también fue la idea de que el público pintara sus propios felinos en las paredes de la galería. Con gatos y graffiti, El Farolito tiene un aire de haber convocado a lo mejor del callejón.

Al maestro. En España, Federico García Lorca le advirtió a un gato rico: “Entérate de que hay gatos vagabundos que son mártires de los niños que a pedradas los matan”. En Costa Rica, Francisco Amighetti contuvo la pedrada que anunció el poeta granadino y la convirtió en una tensión muda. El grabado a color en madera (o cromoxilografía) Conflicto entre niño y gato es una de las obras más emblemáticas de don Paco, y es la estrella en la muestra.

Según Hernán Arévalo, la reunión es un homenaje a esa obra. Arévalo, a quien le impresiona la ferocidad en la mirada del niño, destaca un conflicto clásico en dicho grabado: el del hombre contra la bestia. (Véase el recuadro.)

Las obras de la exhibición datan desde 1969 –año de la obra de Amighetti– hasta el 2010. Los artistas pertenecen a distintas generaciones y usan varios estilos. “Uno puede abordar la imagen de un gato desde el realismo o desde la síntesis más pura, dejándole solo sus líneas”, afirma Arévalo.

Por ejemplo, Fabio Herrera presenta varias serigrafías en las que únicamente sugiere la presencia felina, como, por ejemplo, una mancha negra, orejuda y con bigotes en Al acecho (1998).

Por el contrario, el artista más veterano de la muestra, Luis Paulino Delgado, ofrece un grabado en madera en gran formato con un estilo realista y cercano al expresionismo. Su obra Daniel y su gato (1994) podría sugerir un enfrentamiento entre el niño y el animal, similar al que propone Amighetti, pero con la diferencia de que Daniel domina a su mascota.

Mediante la misma técnica xilográfica, Carolina Córdoba brinda las obras más pequeñas: Visita en el cuarto (1999) y Ratón (2010), estampas familiares de felinos caseros.

Ailurofilia. Hay artistas para quienes el gato ha sido una constante. El artista más reconocido por su ailurofilia (amor desmedido hacia los gatos) quizá haya sido el pintor Carlos Tapia, cuya producción se detiene casi exclusivamente en el tema felino y en la arquitectura.

Tapia presenta la serigrafía de colores estridentes Mío dijo el gato (2005), en la que aparece una sala tomada por dos mininos.

Al igual que en la obra de Tapia, los gatos abundan en el trabajo de Gustavo Serrano, quien ha dedicado sus grabados a retratarlos, así como a las figuraciones femeninas. Él exhibe En Reposo (2007), gato hecho con un estilo realista, y Pyro (2008) y Manchita (2008), obras que tienen una línea gráfica cercana a la de la ilustración.

Otra artista afín a estas mascotas es Florencia Madrigal, quien no muestra un grabado, sino una plancha intervenida de grabado en metal. La obra recuerda esa vertiente escultórica que tiene el oficio del grabador, y en ella se muestra el retrato de un gato y una mujer.

Los claroscuros tan típicos en las obras de Rudy Espinoza retornan en xilografías como Compañeros (1983) e Insomnio (1987). A su vez, Rodolfo Siliézar presenta la xilografía Cimarrón (2010) con un estilo muy expresionista y también elaborado solo con tintas negras.

La pintora Florencia Urbina se aleja de la tradición del grabado y participa con obras muy espontáneas: dos estampas digitales y una serie de estudios de caras de gatos hechos mediante lápiz sobre papel. Por su parte, Alberto Murillo muestra que, además de sus series con aves y con toros, también ha trabajado con felinos.

Contra lo que se pensaría, al organizador de la muestra, Hernán Arévalo, no le agradan tanto los gatos como le gusta su estampa. Él, tan afín a la animalística, brinda tres cromoxilografías: Cimarrón (2000), Gato con luna (2007) y Gato graffiti (2010). Sus obras tienen secciones de color muy definidas, líneas gruesas en el dibujo, y empleo de grafismos que incorporan “ruido” y “movimiento”.

El escritor español Francisco Umbral fue un amante de los gatos y dijo de ellos que son una “obra maestra de rombos y triángulos”. Sin exagerar, la historia del arte nos enseña que la pasión felina es vieja como las pirámides. Exagerando más, Umbral también dijo que nada como el gato “condensa ese juego de horror, electricidad y fuerza bruta que es el mundo”.