Gansos y aviones, una batalla desigual por los cielos de Nueva York

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Nueva York (AFP). Los cielos de Nueva York son objeto de una batalla secreta y dispareja, que enfrenta por un lado, a los aviones de los congestionados aeropuertos de la ciudad y, por otro, a los gansos salvajes de Canadá que se interponen en su ruta.

Desde 2009, cuando una bandada de gansos provocó una avería en el vuelo 1549 de US Airways y obligó a un milagroso aterrizaje forzoso en el río Hudson, las autoridades tienen en la mira a estas aves.

Al inicio de cada verano, un equipo del Departamento de Agricultura estadounidense (USDA, por sus siglas en inglés) se dirige a parques como el Inwood Hill en Manhattan para erradicar bandadas de gansos.

Los gansos están indefensos, ya que entre junio y julio es la temporada de muda de plumas y no pueden volar.

Lleva poco tiempo encerrarlos en jaula y llevarlos a un lugar donde se los mata con gas.

Pero gracias a David Karopkin y los activistas de GooseWatchNYC, las aves no están completamente solas.

Cada amanecer, este grupo controla a las bandadas urbanas de gansos en el área de Nueva York. Si alguien observa que comienza un operativo de las autoridades, toda la red de GooseWatchNYC es alertada a través de sus teléfonos para ponerse en acción.

“Es horrible. Tomé la decisión de que no iba estar durmiendo, de que iba a soportar ser testigo”, dice Karopkin, un abogado de 27 años.

Otro miembro de la brigada de gansos, Genevieve Mathis, una escritora de 44 años, comienza a las 5 a. m., observando desde la ventana de un apartamento con vista sobre el parque Inwood Hill.

“Podemos ver la calle de acceso y el momento en el que llegan. Vienen con ocho o nueve camiones”, afirma Mathis.

Los activistas no intervienen físicamente para frenar a los equipos del Departamento de Agricultura, pero creen que su presencia y el hecho de que filmen los hechos es suficiente para molestarlos.

Si los gansos sobreviven hasta mediados de julio, podrán volar otra vez y escapar.

Los aeropuertos neoyorquinos de John F. Kennedy y LaGuardia, y el cercano de Newark (en Nueva Jersey) son las bases desde las cuales flotillas de aviones cruzan los cielos de la ciudad a toda hora del día.

A pesar de esto, Nueva York es sorprendentemente salvaje, y halcones anidan entre los rascacielos, se pueden ver coyotes, una rara especie de rana acaba de ser descubierta en el Bronx y existen amplias áreas pantanosas que sirven de refugio para aves migratorias.

Entre 20.000 y 25.000 gansos canadienses viven en el área urbana de Nueva York. Esto es 20.000 más de los que debería haber, indica el supervisor del distrito del USDA, Lee Humberg.

“El objetivo del departamento sería dejar entre 4.000 y 5.000. Esto se basa en el hábitat disponible, las quejas por ruido y otros factores”, explica.

Su misión más urgente es reducir las bandadas que viven en un radio de entre ocho y once kilómetros de los aeropuertos.

Durante la matanza del pasado verano, las autoridades actuaron con gran eficiencia y eliminaron 575 de los 654 gansos observados en once puntos, según cifras oficiales.

En el accidente del avión de US Airways, que de manera increíble se saldó sin víctimas, una bandada de gansos, cada uno de ellos del tamaño de un perro pequeño, entró en los motores del aparato -un airbus- y lo obligó a aterrizar en el Hudson.

“Ese hecho fue el que realmente llamó a atención de la gente”, dijo Humberg en una entrevista telefónica.

Las gaviotas frecuentan las zonas costeras cerca de los aeropuertos, como en LaGuardia, y ha menudo se estrellan contra los aviones, pero el peligro que presentan los gansos es completamente diferente, continúa Humberg.

“La razón por la cual el ganso canadiense es un problema es el tamaño de su cuerpo: pesan más de 1,5 kilos y la mayoría de los motores están diseñados para resistir el impacto de un ave de un kilo y medio o menos”, precisa.

Humberg no culpa a las aves por venir a vivir a la Gran Manzana: “No hay caza, no hay predadores y los seres humanos construyen hermosos parques que aman”, señala.

Pero para David Karopkin, la matanza anual es una pérdida de tiempo, ya que los gansos canadienses son aves migratorias y pueden entrar en el espacio aéreo de Nueva York desde cualquier parte.

“La idea de matar aves para prevenir accidentes no tiene ningún sentido. Basta una sola ave. Entonces habría que matarlas a todas”, sostiene.

Las autoridades aseguran que son los gansos que viven de manera permanente en la cuidad, y no los que migran, los que provocan la mayoría de los accidentes aéreos.

Más allá de los detalles técnicos, los activistas que protegen a los gansos piensan que defienden una causa justa.

“Esto es endémico a un problema cultural de todo Estados Unidos: violencia primero, protestas después y, quizás, una solución intelectual más tarde”, concluye Rosemary Kliegman, de 62 años.