Fiebre reeleccionista en América Latina

Cuando un lídercree que es indispensable, nace una dictadura

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Los deseos reeleccionistas de Evo Morales acaban de recibir un fuerte espaldarazo de parte del Tribunal Constitucional (TC) y del Congreso. Por su parte, el Ejecutivo boliviano acaba de promulgar, el pasado lunes 20 de mayo, la ley que permitirá al presidente Morales presentarse a las elecciones para buscar un tercer mandato en el 2014 que le convertiría, de ser elegido, en el presidente que más tiempo ha gobernado este país andino. Empero, la aprobación de la ley y la sentencia del TC son rechazadas por la oposición, que considera que se está vulnerando la Constitución y califica la decisión de “golpe a la democracia”.

Dentro de esta misma tendencia reeleccionista, la semana pasada, el presidente Juan Manuel Santos también anunció su intención de buscar su reelección en el 2014. De concretarse, ambos intentos reeleccionistas se unirían a una larga lista de presidentes que han hecho lo mismo en América Latina, muchos de los cuales (pero no todos) forman parte del ALBA y del “socialismo del siglo XXI”. Las recientes reelecciones de Hugo Chávez, en octubre de 2012, y de Rafael Correa, en febrero de 2013, precedidas por las reelecciones de Cristina Fernández de Kirchner y de Daniel Ortega, en octubre y noviembre del 2011, respectivamente, no han hecho sino reforzar una tendencia general en la región: los mandatarios en ejercicio aspiran a seguir en el poder durante uno o varios periodos más (o de manera indefinida) y, en la mayoría de los casos, resultan reelegidos y lo hacen con victorias contundentes, muchas veces en la primera vuelta y con mayoría absoluta en el Parlamento.

Auge del reeleccionismo en América Latina. En los años ochenta, con el retorno de la democracia a la región, salvo en Cuba, Nicaragua, República Dominicana y Paraguay, en ningún país latinoamericano el presidente podía reelegirse de forma continua. No fue sino hasta mediados de los años noventa cuando en la mayoría de los países de América Latina empezó a triunfar la tendencia reeleccionista que se prolonga hasta la actualidad. El Perú de Alberto Fujimori, en su Constitución de 1993, y la Argentina de Carlos Menem, tras la reforma constitucional de 1994, introdujeron la reelección continua (dos mandatos seguidos).

Estos dos países iniciaron una tendencia que fue extendiéndose en numerosos países latinoamericanos: se unirían pronto Brasil en 1997 y Venezuela en 1999, país que, luego, en la posterior enmienda del 2009, aprobada mediante referéndum del 15 de febrero, introdujo la reelección indefinida. Y más recientemente, en la década pasada, las reformas constitucionales en República Dominicana (2002), Colombia (2005), Ecuador (2008), Bolivia (2009) y Nicaragua (2009) fortalecieron esta tendencia reeleccionista.

Modalidades. La reelección puede estar permitida o prohibida en términos absolutos o relativos y, como tal, da lugar a cuatro fórmulas principales y a una variada combinación entre ellas: 1) reelección indefinida; 2) reelección inmediata y prohibición de la reelección para periodos siguientes; 3) prohibición de la reelección inmediata y autorización de la reelección alterna, y 4) prohibición absoluta de la reelección.

Catorce de los 18 países permiten la reelección, si bien con modalidades diversas. Venezuela, es el único país que permite la reelección indefinida. En seis países –Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Nicaragua (por sentencia de la Corte Suprema de Justicia) y Ecuador– la reelección consecutiva está permitida, pero no de manera indefinida (solo se permite una reelección). En otros siete casos solo es posible después de transcurrido al menos uno o dos mandatos presidenciales: Chile, Costa Rica, El Salvador, Panamá, República Dominicana, Perú y Uruguay. Solo cuatro países prohíben de manera absoluta cualquier tipo de reelección: México, Guatemala, Honduras y Paraguay.

La reelección continua o inmediata es una modalidad que suele favorecer –sobre todo en los últimos años– al partido oficialista o al presidente en el poder. Desde que se iniciaron las transiciones a la democracia en la región, hace ya 35 años, todos los presidentes que buscaron reelegirse lo lograron, menos dos: Ortega en Nicaragua, en 1990, y Mejía en República Dominicana, en el 2004.

Tendencias reeleccionistas en la región en los próximos años. Durante los últimos cuatro años (2009-2012) 17 de los 18 países de América Latina celebraron elecciones presidenciales. En todos ellos, los presidentes que buscaron su reelección la obtuvieron. A partir de este año la región inicia un nuevo rali electoral, ya que entre el 2013 y el 2019 todos los países irán nuevamente a las urnas para elegir o reelegir a su presidente y, como es posible observar, América Latina vivirá una nueva ola reeleccionista.

En lo que se refiere al reeleccionismo en América Latina, la coyuntura política actual evidencia la existencia de tres tendencias principales, a saber:

1. Presidentes en el poder que buscarán la reelección continua.

Ha sido el caso de Correa, quien fue elegido en el 2006 y reelegido bajo una nueva Constitución en el 2009 y, nuevamente, en febrero pasado. También es el caso de Morales, elegido en el 2005, reelegido en el 2009, con cambio constitucional incluido, y quien buscará su reelección en el 2014.

Además, todo indica que Rousseff aspirará a la reelección en el 2014, pues su popularidad y su gestión la sitúan como la candidata natural del PT. De no hacerlo, se rumora que quien intentaría regresar al poder sería el expresidente Lula. Santos, como ya señalamos, también anunció su intención de reelegirse en 2014. El caso de Cristina F. de Kirchner, quien fue reelegida en el 2011 es diferente. En términos constitucionales, no puede reelegirse para un tercer periodo. Ella no ha expresado su intención de ser reelegida, pero su círculo más cercano apuesta claramente a este objetivo: “Cristina eterna”. Todo depende de lo que ocurra en las elecciones legislativas de octubre de 2013.

2. Y volver, volver, volver'

Será el caso de Bachelet en Chile, quien ocupó el cargo entre el 2006 y el 2010; de Vázquez en Uruguay, quien en el 2005 llevó al izquierdista Frente Amplio al poder; o de García (presidente en 1985-1990 y 2006-2011) y Toledo (2001-2005) en Perú para los comicios de 2016.

Además, Saca, presidente salvadoreño entre 2004 y 2009, ha lanzado su candidatura como líder del Movimiento Unidad, fuerza que compite con los grandes partidos del país, Arena (su antigua agrupación) y el FMLN.

3. Reeleccionismo conyugal.

Históricamente hubo casos en América Latina de esposas que sucedían a sus maridos presidentes debido a la muerte prematura del líder (María Estela Martínez de Perón, en la Argentina de 1974) o porque eran herederas directas de su liderazgo político (Mireya Moscoso en Panamá) o de su liderazgo social (Violeta B. de Chamorro en Nicaragua).

Pero, desde hace algunos años, nos encontramos ante un nuevo fenómeno: la reelección conyugal. Néstor Kirchner puso de moda esta tendencia en el 2007, al ser elegida su esposa, Cristina Fernández. En la actualidad dos mujeres de presidentes o ex presidentes pueden aspirar a continuar la obra de su esposo.

En Perú aparece con fuerza la figura de Nadine Heredia, esposa del presidente Humala, aunque para que ello ocurra debería haber una reforma que comportara una nueva interpretación de la normativa electoral. En América Central, tras el fracaso de Sandra Torres en Guatemala –quien trató infructuosamente de ser candidata a la presidencia (incluso se divorció de su esposo, el expresidente Colom, para eludir los impedimentos constitucionales)–, Xiomara Castro, esposa de Zelaya, presidente de Honduras entre el 2006 y el 2009, se alza como la candidata de la izquierda para los comicios de noviembre próximo.

Reflexión final. En estos treinta y cinco años de recorrido democrático, América Latina pasó de ser (al inicio de la Tercera Ola Democrática) una región de fuerte vocación antirreeleccionista a una claramente prorreelección. La actual fiebre reeleccionista (nadie quiere dejar el poder y muchos de los que se fueron desean regresar), en mi opinión, es una mala noticia para una región como la nuestra caracterizada por la debilidad institucional, la personalización creciente de la política, la crisis de los partidos y el hiperpresidencialismo.

En estos tres décadas y media de vida democrática en la región hemos podido observar a presidentes que manipularon y reformaron las constituciones a su favor y otros que, en cambio, respetaron la institucionalidad vigente. Los del primer grupo (Menem, Cardoso, Fujimori, Mejía, Chávez, Morales, Correa y Uribe) cambiaron las reglas del juego una vez en el poder para impulsar reformas constitucionales que les permitieran ser reelegidos. Los del segundo grupo (Lula, Vásquez, Lagos o Bachelet, entre otros) en cambio, pese a los altos índices de popularidad con que acabaron sus mandatos, no trataron de forzar la institucionalidad y respetaron la letra de la Constitución.

Resumiendo: El fortalecimiento y la consolidación de nuestras aún frágiles democracias no pasan por líderes carismáticos y providenciales. Ya lo dijo el expresidente Lula: “Cuando un líder político empieza a pensar que es indispensable y que no puede ser sustituido, comienza a nacer una pequeña dictadura”.

En mi opinión, el camino a seguir es otro: mediante la participación madura y activa de los ciudadanos; con instituciones legítimas, transparentes y eficaces; con la existencia de un sistema de frenos y balances entre los poderes, con liderazgos democráticos y una sólida cultura cívica.

Dr. Daniel Zovatto. Director regional para América Latina y el Caribe de IDEA Internacional.