¡Felices fiestas!

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Vuelven los aires navideños y con ellos la época más hermosa del año. Es fácil transportarse a aquellos mágicos años de la niñez en los que los días parecían meses y las semanas años. Sin duda, la cuenta regresiva a partir del primero de diciembre parecía interminable.

Mientras las calles se tiñen de luces y las vibrantes decoraciones nos regalan un hermoso abanico multicolor, en los hogares nos tientan los gratos y característicos aromas y sabores de una época de tamales, queque y otros manjares navideños que derrotan a la más férrea disciplina.

Es realmente maravilloso disfrutar de los positivos cambios en el ánimo individual y colectivo, la jovialidad, espíritu desprendido, contagiosa alegría y generosidad que despiertan las fiestas. Sin duda esta época saca a relucir lo mejor de las personas.

Para mí las Navidades son sinónimo de celebración en familia y de encuentro con nuestros seres más queridos, por lo que hay que hacer verdaderos malabares para distribuir el tiempo, sobre todo en familias numerosas como la nuestra, que aún tienen además la dicha de contar con varias generaciones.

Gracias a mis abuelos maternos, el 24 y 25 de diciembre resultaban en una especial mezcla de prácticas y cocina española con las tradiciones ticas, muchas de las cuales todavía preserva mamá en el almuerzo que compartimos el 25 de diciembre.

A pocos días de cumplir 30 años de matrimonio, recuerdo con especial cariño las primeras Navidades con mi esposo Antonio y cómo también fuimos construyendo como familia nuestros rituales y tradiciones. Guardo también como verdaderos tesoros las caras y risotadas de nuestras hijas Andrea y Adriana tantos despertares del 25, a los que se han agregado los de nuestra pequeña nieta Isabella. ¡Sin duda, los niños son el más bello regalo de Dios!

Debo de reconocer también que incluso momentos muy duros vividos por estas épocas como el incendio de nuestra casa o bien el accidente de Antonio, fueron mucho más ligeros y llevaderos por el amor en familia y el cariño de nuestros amigos. Una vez más, y como una vuelta a la niñez, me encuentro impaciente y en cuenta regresiva, disfrutando desde ya el reencuentro de toda la familia, gracias al regreso por unos días de nuestra hija Andrea, quien estudia fuera del país. Sin duda, el contar con toda la familia reunida es el regalo más preciado.

Aprovecho para desearles, mis queridos lectores, que disfruten plenamente estas fiestas, acompañados de sus familias y seres queridos, y que el próximo 2013 sea pleno en salud, amor, prosperidad y bendiciones para todos.

¡Felices fiestas!