Fábrica de lápices Faber-Castell cierra operación en la zona sur

Empresa atribuye salida de Costa Rica a escasez de madera de melina certificada

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La empresa Maderin Eco, subsidiaria de la multinacional fabricante de lápices Faber-Castell, cerrará sus operaciones en el país, en un proceso que se inició en noviembre pasado y terminará en noviembre del 2013.

La situación dejará a 120 personas sin empleo en la zona sur. La planta se ubica en El Carmen de Abrojo, cantón de Corredores, fronterizo con Panamá.

El cierre de la planta se debe fundamentalmente a “las continuas y crecientes dificultades con el suministro de madera a costos competitivos”, dijo la firma.

La empresa utiliza madera de pino y de melina, procedente de proyectos de reforestación.

En respuestas a un correo electrónico, que pidió la firma, los voceros agregaron que se hicieron varios intentos por revertir la situación con la materia prima.

La compañía llegó a producir un millón diario de lápices, para exportar a los mercados de Estados Unidos, Canadá y Australia.

Un ajuste en la producción, hecho para tratar de mantener el negocio, redujo la producción diaria a 510.000 unidades, detalló la respuesta de la compañía. Exempleados de la empresa resaltaron ayer el aporte económico que dio a la zona, desde 1996.

Advirtieron de la falta de fuentes de trabajo en una zona donde la única actividad económica es el cultivo de palma aceitera.

La compañía operaba en zona franca. Por eso envió una carta informando de su proceso de salida, primer paso para renunciar al régimen, comunicó la Promotora del Comercio Exterior (Procomer), administradora del sistema.

Caída. La situación con Maderin Eco es el reflejo de un descenso de la siembra de la melina.

El director ejecutivo de la Oficina Nacional Forestal, Alfonso Barrantes, explicó que en el año 2000 el país tenía 40.000 hectáreas con melina y que en la actualidad quedan apenas unas 8.000.

María Julieta Torelli, directora ejecutiva de Torelli Ghio Communications, encargada de prensa de Maderin Eco, dijo que compran madera certificada, lo cual dificulta aún más conseguirla.

Barrantes explicó que los procesos de certificación de la melina, bajo los estándares del Forest Stewardship Council, son estrictos pues requieren de evaluación, validación, monitoreo, control y verificación, lo cual es difícil para superficies pequeñas como las que se plantan en Costa Rica.

Según los datos de la Oficina Nacional Forestal, en el país se registran unas 2.500 hectáreas que gozan de tal certificación.

Barrantes dijo que hay otro tipo de certificación, como la que ofrece Fundecor, que es grupal y, por tanto, distribuye los costos.

El profesor de la Escuela de Ingeniería Forestal del Instituto Tecnológico de Costa Rica, Edwin Esquivel, consideró que la partida de una empresa no debe poner en zozobra al sector en general, pese al impacto local que tiene y a que debe analizarse por qué no encuentra materia prima.

Por ejemplo, agregó Esquivel, ingenieros trabajan en plantaciones forestales de alta densidad, usadas para mitigar gases de efecto invernadero y para carbono neutralidad. “Hay posibilidad en otros nichos”, enfatizó.