Expozine, la gracia del folleto

Feria en Montreal Ante el libro electrónico, los 'zines' confirman la fuerza del papel impreso

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Algunos temas sin importancia se vuelven importantes en la letra impresa. Esta ilusión recorre bibliotecas, librerías, periódicos, ferias de papel impreso, novelas gráficas. Basta recorrer la Expozine en la trastienda de una iglesia en Montreal (Canadá) para que esta idea te dé vueltas por la cabeza, igual que en la Feria del Libro de Guadalajara o en la de Francfort am Main.

Las mesas se reparten en filas y, sobre ellas, en orden no siempre glorioso, se entrecruzan cientos de afiches, tarjetas, cómics en formato periodístico, hojas emborronadas con técnicas rudimentarias, material fuera de serie en los tiempos de la impresora láser.

Esta exhibición del folleto es marginal: por eso fascina. También atrae, puesto que –sin hacerlo explícito– plantea el dilema del libro frente a los lectores digitales. El papel vive. Al fondo del gran salón, casi bodega, hay tres mesas ante las que nos sentamos Florencia y yo. Mi hija, cuya generación es menor que el promedio de los visitantes (tal vez entre los 25 y los 35 años), me ilustra sobre lo que a mis ojos es un maremágnum.

Aunque hay cervezas a la venta, nadie se embriaga. Al final de la conversación, un visitante que estaba sentado ahí cerca se infiltra en lo que hablamos cuando me oye preguntar si existe algo subversivo en esta modalidad de materializar el discurso.

–No; por supuesto que no –dice, casi escandalizado, y luego se calla. Expozine es un acto marginal en el contexto de la cultura impresa: de acuerdo, pero eso no es mucho decir. Al principio pensé que en esta feria se subvierte algo del orden libresco bien establecido en la industria del libro, la prensa escrita en papel y el lector digital; pero no.

Más bien, verifico un hecho curioso: frente al debate entre si el libro será sustituido por las bellas pantallas del formato binario, el material de Expozine es una forma rudimentaria de reivindicar el papel como sustrato de la representación en todas sus formas: artesanales, improvisadas, primitivas, con dibujos o sin ellos, libros-ladrillo apretados con tornillos, viñetas, fotocopias, serigrafía, cartelones con mala letra, folletos, tarjetas, mangas japonesas, novelas gráficas o cómics.

Más que agredir un orden, se apela a él. Hay incluso bolsas de tela y libros de papel artesanal, encuadernados a mano, pero no tan armónicos como los que corta y cose en Costa Rica el artista Alberto Murillo, bien armado de técnicas japonesas. Imágenes. La gente es jovial, tranquila, amable, deseosa de ganar adeptos. Quienes se sientan detrás de las mesas no interpelan al visitante: solo le sonríen. No hay olores, ni malos, ni de aquellos que acusan el desorden de los sentidos.

Por su calidad, las novelas gráficas se han convertido en un género artístico en sí mismo. Entre mis lecturas recientes recuerdo un par de obras excepcionales: Hiroshima , manga centrada en el protagonista y su familia durante la guerra mundial, los horrores de la bomba atómica y los días siguientes. Es imposible olvidar Persépolis , novela gráfica donde la autora iraní cuenta su vida y la de su familia en el contexto fundamentalista de la revolución islámica.

Ambos cómics logran un intenso dramatismo visual gracias a la simplicidad del trazo en blanco y negro.

Acabo de tener en las manos la versión gráfica de ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? , la novela que dio lugar al filme Blade Runner , donde el dibujo secuencial se combina con textos, según otra modalidad de los cómics.

A mi gusto, la cumbre de este género es la bande dessinée francesa y belga, que explora todos los campos: el humor de Hergé, la fantasía, el lejano oeste, la épica, la reconstrucción histórica (caballeros medievales, la Guerra de los Treinta Años, el contrabando de esclavos en África...), además de una vasta lista de temas de la ciencia ficción, la política, el erotismo, etcétera.

Fascina como el que más el talento de Hermann (en Les tours de Bois-Maury , por ejemplo). Expozine no ofrecía muchas obras de este género pues la producción informal del papel impreso dominaba en el conjunto de lo expuesto. El zine . El estilo de Expozine se deriva de la estética punk un poco tardía. Esta fluctúa al amparo de las coyunturas, como otras opciones periféricas de actuar en el mundo.

Buena parte del material a la vista proviene del famoso DIY, es decir, el Do it yourself , grato al punk y afín a una ideología antielitista, a la que echa mano con franqueza, para dar lugar a las sensaciones del arte autárquico. Zine es una abreviación de magazine . Como se trata de algo vivo, en movimiento, que toma en cuenta los instrumentos de la telemática, andan por ahí neologismos en inglés y e incluso híbridos como expozine, ezine, fanzine, webzine, fanzine, fanzinothèque...

A la feria han acudido unos 300 expositores independientes, entre artistas y editores europeos y de Norteamérica, con obras en inglés y, un poco menos, en francés.

Sobre las mesas no vi figuras icónicas de otras épocas, que ni siquiera dan signos de nostalgia. No hay rastro de Ho Chi Min, de Mao, de Angela Davis; no están Marilyn Monroe ni las sopas Campbell’s, a pesar de Andy Warhol.

Yendo más a fondo, la imagen obvia del Che Guevara sería un sinsentido. Quienes participan en este tipo de acontecimiento –expositores, artistas, visitantes– se sienten más intelectuales que soñadores. Iconos y temas. El conjunto de temas –poco homogéneo, por cierto– no es provocador, sino libertario. Tampoco es político, aunque los cómics a veces sí pretenden este acento. Los motivos eróticos o del todo sexuales forman parte de una sección, señalada incluso con un cartel.

El acento ahí no es la simple representación, sino el discurso igualitario, la reivindicación por medio de la imagen.

Cuando noté la ausencia de ciertas figuras de culto de otra época, caí en la cuenta de un fuerte contraste: en el restaurante de lujo de un club privado en Berlín, el China Club, reina la imagen de Mao, pero no como punto de convergencia de la idolatría, sino como simple fórmula visual. Más que icono político, los retratos son ya logotipo comercial, marca de la estética moderna que se solaza en el mito desa-cralizado.

El zine es un folleto artesanal. Según algunos, gracias a la flexibilidad comunicativa de Internet, el blog tiende a sustituirlo. Observando la Expozine , ese cambio de guardia no es dominante por ahora; o, al menos, vuelve a plantearse el debate sobre el destino de la letra impresa frente al libro virtual.

Esta feria en la trastienda de una iglesia, atestada de visitantes, parece votar a favor de que el papel sigue vigente, incluso en sus formas más elementales de expresión. Me queda una pregunta. Decía al principio que algunos temas sin importancia se vuelven importantes sobre el papel gracias la letra impresa. ¿Será igual con lo que se escribe en Internet? EL AUTOR ES FILÓSOFO Y ESCRITOR COSTARRICENSE. SU LIBRO MÁS RECIENTE ES 'AUTOENGAÑO. PALABRAS PARA TODOS Y SOBRE CADA CUAL', EUCR.