Explosión de fervor

Sotanas, camisetas, fajas, paños, rosarios, platos, vasos y hasta gotas de sangre del recién beatificado Juan Pablo II son veneradas hoy como reliquias en diferentes partes del mundo.

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El 1.° de mayo, mientras un frasco con sangre de Juan Pablo II era venerado por miles de personas en Roma, cientos acariciaban en Managua la sotana que usó ahí en 1996, y decenas de filipinos besaban el altar donde el Sumo Pontífice ofició una misa 20 años atrás.

Desde la muerte de Karol Wojtyla, en el 2005, y ahora con su beatificación, muchos de los objetos que usó en vida son venerados por sus fieles en diferentes lugares del mundo.

Polonia, su país natal, guarda decenas de estas reliquias. En el santuario mariano de Jasna Gora, está el cinturón que vestía el 13 de mayo de 1981, cuando sufrió un atentado en la plaza de San Pedro. La faja de cuero fue perforada por una bala y tiene varias manchas de sangre.

“Hemos tenido una suerte enorme pues el propio Juan Pablo II nos ofreció su cinturón. Los otros que quieran tener sus reliquias deberán pasar por el Vaticano, a través de un procedimiento muy complicado”, explicó a la agencia AFP el padre Jan Golonka, encargado de los exvotos.

Tras el atentado cometido por el turco Ali Agca, Juan Pablo II guardó en el Vaticano su cinturón y una de las tres balas que casi acaban con su vida. En 1982, regaló la bala al santuario de Fátima y un año después, la faja fue depositada en el santuario de Jasna Gora, como exvoto ante la Virgen Negra. En el 2004, el Papa consintió que fuera expuesto ante los fieles.

Mas los monjes paulinos de Jasna Gora no son los únicos en Polonia que atesoran una reliquia del hoy beato.

El cardenal Stanislaw Dziwisz, arzobispo de Cracovia y exsecretario del papa polaco, guarda una ampolla con su sangre. Le fue entregada por los médicos que le hicieron la primera traqueotomía al llamado Papa viajero y será trasladada el 11 de junio al Centro Juan Pablo II, en la capital polaca.

En Jasna Gora, los monjes han expuesto decenas de objetos como su anillo, sotanas, rosarios, y otros artículos de uso cotidiano: un vaso de cristal, un plato y hasta una toalla de baño.

“Todas esas cosas ya son reliquias para los fieles. No hay que olvidar que el Papa los tocó o llevó consigo”, explicó Marek Socik, quien preparó la exposición.

Otra de esas reliquias es la camiseta que el Papa llevaba puesta aquel día de 1981, cuando el turco intentó matarlo

Tres décadas después, la prenda ensangrentada fue expuesta en el convento romano Hijas de la Caridad, donde es conservada desde el 2000, cuando una enfermera que trabajaba en la sala de cirugía la donó a la Santa Sede.

“Es una reliquia muy conmovedora: un símbolo de fe, pero también del dolor, el temor y el sufrimiento que sintió en esos momentos”, contó una de las religiosas a la agencia AFP.

La camiseta, con las iniciales “JP” en el cuello, fue cortada por los médicos del hospital Gemelli el día del atentado, para poder realizarle una cirugía de emergencia a Wojtyla.

Abandonada en un rincón del quirófano, la prenda fue recogida por la enfermera Anna Stanghellini, quien la envolvió en una toalla y la conservó en secreto hasta que decidió donarla.

Tras la muerte de Juan Pablo II, las religiosas llevaron la camiseta al Vaticano, donde comprobaron su autenticidad y la regresaron al museo del convento.

“Solamente se trata de una prenda de algodón, pero su valor es ilimitado para quienes aman al papa Juan Pablo II”, comentó la religiosa.