Exempleados tienen pocas opciones laborales

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Abrojo (Corredores). PUNTARENAS. La influencia económica de Maderin Eco en esta pequeña comunidad, cercana a la frontera con Panamá, es tal que muchos de sus empleados planearon proyectos a largo plazo y se endeudaron en bancos estatales.

Así lo recuerda Carlos Mendoza, quien trabajó durante 10 años en la compañía fabricante de lápices, subsidiaria de Faber-Castell.

Hoy, al verse sin empleo y casi con la única opción de tratar de trabajar en palma aceitera, agregó Mendoza, esos vecinos no saben cómo pagarán sus préstamos.

Otros, como él, detalló, se compraron “algunas cositas” mientras laboraron para la compañía.

La influencia fue directa en las familias y también en todo el pueblo, en general. Maderin Eco causó que la comunidad comenzara a crecer y hoy, incluso, la escuela local está en remodelación ante ese repunte, explicó Xinia Quesada Fernández, otra exempleada.

Los vecinos agradecen la ayuda en obras sociales a la comunidad. Por ejemplo, la construcción de un parque infantil por parte de la firma se considera de gran influencia.

“En esta zona, donde lo único que se da a los cuatro costados es palma aceitera, no sabemos qué hacer”, se quejó Evelyn Bello Marchena, quien tenía nueve años de trabajo en Maderin Eco.

En los momentos de más auge, esta compañía transnacional, que utiliza la madera de melina para hacer los lápices, llegó a atraer a trabajadores de lugares de Osa y de Coto Brus, que ya no son tan cercanos a Abrojo.

Eso permitió que vecinos alquilaran cuartos, vendieran comida y realizaran otras actividades alrededor de la planta, generando ingresos para otras familias de la comunidad.

Esta gente también está en zozobra con el cierre de la planta.