¿Estamos todos bien?

Las cosas no parecen estar en su sitio; nuestra realidad se volvió surrealista

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Un alcalde quiere construir una ciudad olímpica sobre un cementerio, el Gobierno planeó una academia de policía en un precario, el ICE encarga la seguridad de sus redes a...¡la competencia!, el jefe de la Reforma juega en su día libre a los “autitos chocones” y abolla con su carro a 12 vehículos...

Las cosas no parecen estar en su sitio; nuestra realidad se volvió surrealista.

“Al despertar –dice Jorge Vargas Culle l (Enfoque, 24/11/11), me encontré en un país distinto al que recordaba. Todo era igual pero diferente”.

Una especie de rara antilógica parece dominar las acciones cotidianas, como si el buen sentido hubiera caducado y el absurdo fuese la regla de oro por seguir. ¿Es que vivimos ya en el mundo al revés?

El lobito bueno. Me acuerdo ahora de la poesía de José Agustín Goytisolo: “Érase una vez/ un lobito bueno/ al que maltrataban/ todos los corderos./ Y había también/ un príncipe malo/ una bruja hermosa/ y un pirata honrado”.

Lo grave es que en tamaño punto ya lo increíble es posible y los hechos, vertiginosos, rebasan nuestras entendederas.

Un alza desmedida en la tarifa del marchamo provoca la reacción de 500 motociclistas exasperados, 3.500 taxistas deciden marchar a ritmo de tortuga por las calles ante la falta de palabra de la autoridad estatal, los anestesiólogos de la Caja declaran una huelga por el reconocimiento de sus vacaciones profilácticas y, no hay tres sin cuatro, los vecinos de Santa Ana marchan en protesta por la apertura del peaje de la ruta 27. Esto en un solo día.

¿Y quién da la cara? Nadie.

En vano he tratado de averiguar quién es Nadie. Pero me han dicho que resulta imposible ubicarlo, no tiene cuerpo ni voz ni voto.

¿Malestar general? El ministro de Comunicación niega, pese a las evidencias, que exista un malestar general.

Para él, se trata de movimientos de interés particular y aquí no tenemos “indignados” como en Estados Unidos o Europa, que cuestionan la decadencia del sistema democrático.

Le faltó decir, aunque lo insinuó, que “estamos todos bien”: el mundo al revés y el poder, supongo, coinciden a la corta.

Si el funcionario sacara cuentas del número de movilizaciones de interés particular, el corto periodo de tiempo en que han ocurrido y, algo más profundo, de cuán reveladores son de una situación general; y si además consultara el último Estado de la Nación, que es muy explícito acerca de la relación parte-todo, otro sería el cantar y otro este artículo de hoy.