¡Es tiempo de responsabilizarnos!

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La presidenta Chinchilla obtuvo una buena nota por su desempeño durante la cumbre del SICA y la venida del presidente Obama. La logística, la decoración, la presentación, la diplomacia, estuvieron excelentes. También estuvieron bien los discursos, el enfoque sobre el uso de energías renovables y la solicitud de apoyo para ingresar a los grupos de países económicamente fuertes y competitivos. Pero precisamente esto que está bien, pone de manifiesto las omisiones y el rumbo de la gestión Chinchilla que fija su interés en el crecimiento económico, pero no se preocupa por la disminución de la brecha económica y social que se ensancha en nuestro país, ni en los problemas sanitarios nacionales y mucho menos en la situación social en el resto de Centro América, sí enfocada precisa y reiteradamente por el presidente Obama.

La rendición de cuentas del primero de mayo de la presidenta, se nos queda casi sin analizar. Y es ahí precisamente donde encontramos las graves omisiones y el cambio de timón sobre el desarrollo del país, implementado en el gobierno de Chinchilla. Aparte de la red de cuido, que merece nuestro reconocimiento porque permite que la mujer se incorpore mejor al proceso productivo, a la presidenta le preocupa solo el crecimiento económico, como en los mejores tiempos del grupo económico neoliberal, olvidando que el crecimiento no produce el goteo, si no es acompañado de gestiones deliberadas, planificadas y concretas que generen la distribución de la riqueza.

Así lo han dicho Cepal, las Universidades y las autoridades en la materia: la educación, la capacitación para el trabajo, el acceso a las oportunidades para el aprendizaje y la creatividad y el crédito oportuno, son llaves para la distribución. Y en este campo, vamos con pasitos de bebé, mientras el mundo camina con pasos de gigante. Los niños de las escuelas públicas escasamente entienden algunas palabras esenciales, y aprenden a leer como loritas sin comprender el significado de los términos, mientras los muchachos de escuelas privadas manejan sus celulares y computadoras como si las hubieran diseñado ellos mismos y pueden comunicarse con palabras específicas para expresar sus ideas con claridad, hasta en inglés.

Igualmente nos presenta doña Laura un paraíso en el manejo de recursos naturales, pero es obvio que concibe el compromiso ambiental únicamente como la reducción en las emisiones de carbono, en lo que se ha adelantado un poquito; pero omite, posiblemente de manera intencional, referirse al tema de la calidad del agua de los ríos y mares, su sostenibilidad y protección.

Sobre esto, su gobierno no ha llevado a cabo gestión alguna, permitiendo que prevalezca la terrible amenaza sobre la salud, la calidad de vida y el turismo causada por el vertido crudo de las aguas negras en más de un 90%, en los ríos.

Omitió la presidenta Chinchilla referirse al tema de la corrupción que tiene al país en vilo, ni trató los temas de concesiones y construcción de infraestructura. Es decir, evitó hablar de lo que debía hablar, al tiempo que enfatiza en la necesidad de diálogo, transparencia y gobernabilidad.

Crecimiento con distribución, transparencia y eficiencia es la ruta que demandamos casi unánimamente en Costa Rica. Se aproxima el final del gobierno Chinchilla, y pese a la protesta unificada del pueblo sobre su rumbo tomado, es demasiado tarde para rectificarlo.

Ahora tenemos el mandato moral de examinar los programas de gobierno que nos presentan los candidatos a la presidencia de la República. A ellos solicitamos propuestas claras y compromisos medibles. ¡Es tiempo de responsabilizarnos!