¿Es legal hacer trampa en el futbol?

Una cultura de excesivo fanatismoha vencido a losvalores éticos

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MELBOURNE – Poco antes de que finalizara el primer tiempo en el partido de octavos de final entre Inglaterra y Alemania el 27 de junio, el mediocampista inglés Frank Lampard hizo un remate a marco que pegó en el horizontal y rebotó hacia el césped, claramente detrás de la línea de gol. El portero, Manuel Neuer, atrapó la bola y la puso en juego. Ni el árbitro ni el línea –ambos todavía venían por el campo y estaban mal situados para juzgar– señalaron el gol, y el partido continuó.

Una vez finalizado el juego, Neuer, el portero alemán, comentó así sus acciones: “Traté de no reaccionar con el árbitro y concentrarme sencillamente en lo que estaba ocurriendo. Me di cuenta de que la bola había sobrepasado la línea [de gol] y pienso que la forma tan rápida en que continué jugando engañó al árbitro, lo hizo pensar que no había entrado”.

Para hablar sin rodeos: Neuer hizo trampa y encima se jactó de ello. Según cualesquiera normas éticas, lo que Neuer hizo estuvo mal. Pero ¿significa el hecho de que Neuer estaba jugando futbol que la única regla ética es “Ganar a toda costa”?

Ética prevaleciente. En el futbol, esa parece ser la ética prevaleciente. El más famoso de estos incidentes fue el gol de Diego Maradona de Argentina contra Inglaterra en la Copa Mundo de 1986 [que se jugó en México], que él mismo describió posteriormente como anotado “un poco con la cabeza de Maradona y un poco con la mano de Dios”. Las repeticiones no dejaron duda de que fue la mano de Maradona la que anotó ese gol. Veinte años más tarde, en una entrevista para la BBC, admitió que intencionalmente había actuado como si fuera gol, para engañar al árbitro.

Algo parecido ocurrió en noviembre pasado, en un partido entre Francia e Irlanda que decidía cuál de las dos naciones iría a la Copa Mundial. El delantero francés Thierry Henry usó la mano para controlar la bola y pasar a un compañero, quien anotó el gol decisivo. Al preguntarle sobre el incidente después del partido, Henry dijo: “Seré honesto, fue mano. Pero yo no soy el árbitro. La jugué, el árbitro lo permitió. Es una pregunta que deben hacerle a él”.

Pero, ¿son así las cosas? ¿Por qué debe el hecho de que uno pueda salirse con la suya cuando hace trampa significar que no es culpable? Los jugadores no deben estar exentos de la crítica ética por lo que hacen en la cancha, tanto como no están exentos cuando hacen trampa fuera del campo de juego, por ejemplo, cuando toman drogas que mejoran el rendimiento.

Otros ejemplos. Hoy, el deporte es altamente competitivo y hay descomunales cantidades de dinero en juego, pero eso no significa que es imposible ser honesto. En cricket , si un bateador golpea la bola y uno de los jugadores de campo la atrapa, el bateador queda fuera. A veces, cuando la bola es atrapada, el árbitro no puede estar seguro si la bola rozó el borde del bate. El bateador generalmente sabe y, tradicionalmente, un bateador “caminaba” –salía del campo– si sabía que estaba fuera.

Algunos todavía lo hacen. El bateador australiano Adam Gilchrist “caminó” en la semifinal de la Copa Mundo del 2003 contra Sri Lanka, aunque el árbitro ya había dicho que no quedaba fuera. Su decisión sorprendió a algunos de sus compañeros de equipo, pero ganó el aplauso de muchos aficionados al cricket .

Una búsqueda en Internet me trajo un claro ejemplo de un futbolista que hizo algo al “caminar” del bateador. En 1996, al delantero del Liverpool Robbie Fowler se le concedió un penalty porque supuestamente el portero del Arsenal le cometió falta. Le dijo al árbitro que no le habían cometido falta, pero el juez insistió en el cobro de la supuesta falta. Fowler lo hizo, pero de modo que permitió al portero atajarlo.

¿Por qué hay tan pocos ejemplos de tal comportamiento en los futbolistas profesionales? Tal vez una cultura de excesivo fanatismo ha vencido a los valores éticos. A los aficionados no parece importarles si los integrantes de su propio equipo hacen trampa con éxito, solo objetan cuando los rivales engañan. Esa no es una actitud ética. (Aunque, para crédito de ellos, muchos seguidores del futbol francés, empezando con el presidente Nicolás Sarkozy, expresaron su comprensión y disculpas para Irlanda después de la bola que Henry jugó con la mano).

Vida privada. Sí, podemos manejar el problema hasta cierto punto utilizando tecnología moderna o repeticiones de video para revisar decisiones arbitrales controversiales. Pero, si bien eso reducirá las oportunidades de hacer trampa, no las eliminará, y ese no es realmente el punto. No podemos excusar el hacer trampa intencionalmente en el deporte. De una forma importante, es mucho peor que hacer trampa en la vida privada de uno. Cuando lo que uno hace será visto por millones y vuelto a ver en infinitas repeticiones de video y diseccionado en programas deportivos de televisión, es especialmente importante hacer lo correcto.

¿Cómo hubieran reaccionado los fanáticos al futbol si Neuer hubiera parado la jugada y dicho al árbitro que era un gol? Dado lo raro de tal comportamiento en el futbol, sin duda la reacción inicial hubiera sido de sorpresa. Algunos aficionados alemanes puede que se hubieran sentido decepcionados. Pero el mundo como un todo –y también todo aficionado alemán con sentido de lo que es justo– hubiera admitido que había hecho lo correcto.

Neuer desperdició una rara oportunidad de hacer algo noble frente a millones de personas. Podría haber dado un ejemplo ético positivo a la gente que miraba en todo el mundo, incluyendo a muchos millones que son jóvenes e impresionables. Quién sabe la diferencia que hubiera causado ese ejemplo en las vidas de tantos de los que observaban. Neuer pudo haber sido un héroe al defender lo correcto. En vez de eso, es sencillamente otro muy habilidoso y engañador futbolista.