Entrar al bosque para salir de cara al mar

Programa de educación ambiental acerca a limonenses con su naturaleza

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El Refugio Natural Pacuare es un lugar desde donde se puede tocar el cielo por la amplitud de sus canales y la belleza de sus paisajes.

Hasta ahí fue a dar un grupo de pequeños exploradores, pero no nos adelantemos y vámonos al principio.

Esta particular aventura se inició a las 7:30 a. m. frente a la Escuela Excelencia de Batán, que cuenta con 1.200 estudiantes, pero solo siete se alistaban para vivir un día en medio del bosque húmedo.

Kevin Díaz cursa el tercer grado y cada mañana camina durante media hora por calles de lastre que levantan polvo en su recorrido. Los únicos testigos de sus huellas son las plantaciones de banano que hoy se asombraron con la rapidez con que el niño las atravesó con tal de unirse a sus compañeros de escuela. “Anoche no dormí, pasé soñando con los árboles, el canal y los animales”, dijo.

Entre canales. Casi una hora después, ya en el embarcadero La Alcantarilla (un nombre peculiar para este tesoro natural), las sonrisas se transformaron en caritas asustadas que se aferraban al chaleco salvavidas. Para Carlos Sanabria, la lancha Maggie I representaba un gran reto, pues era su primera vez en una embarcación y bueno, por delante le esperaba un recorrido agotador pero lleno de magia.

En el viaje iban todos queditos intentando apreciar lo que mostraba el río: los congos, las garzas pescando en las orillas, el olor húmedo, a tierra, que se mete como un invitado inesperado en la piel.

Tras 20 minutos, los niños llegaron a la Reserva Nacional Pacuare donde los esperaba Isabel y Rocío, voluntarias convertidas en guías.

En la reserva. Un rico desayuno cargado de gallo pinto, queso, frutas y pan esperaba por las pequeñas bocas. Todo fue comprado en los pueblo vecinos, ya que el refugio no solo da trabajo a 17 pobladores encargados del mantenimiento, las lanchas y la cocina sino que todos sus insumos son comprados en los comercios locales.

El asombro de los chiquitos se confundía con la timidez que mostraban sus cuerpos. Un juego sirvió para romper el hielo y soltar las lenguas de los chicos, quienes demostraron conocer las formas en que sus padres y vecinos contribuyen en la destrucción del ambiente. Que lo diga Nicole Méndez, quien con tan solo siete años, y sin saber leer porque apenas está en primer grado, logró responder con chispa e ingenio. “Le hacemos mucho daño al planeta”, dijo al referirse a la cantidad de basura arrojada a los ríos.

Un recorrido por los senderos del bosque húmedo permitió observar mariposas de colores, hormigas bala, cangrejos, lagartijas y diferentes tipos de plantas, los niños aprendieron sus nombres y usos.

Llegar al mar. Entre las sombras del bosque, el azul celeste del Caribe dio la bienvenida. Ese era el lugar donde desovan las tortugas baula, las cuales ponen un promedio de 700 nidos al año aunque en el 2012 rompieron récord con 1.200 nidos.

Con una figura hecha en la arena, los estudiantes aprendieron cada parte del proceso de desove, las estrategias usadas por las baulas para proteger su especie, a medirlas y la labor que realiza el voluntariado en la zona.

La invitación hecha por EPA, gracias a su programa de educación ambiental que atiende a 100 niños de escuelas limonenses, tenía como objetivo aprender a conservar el ambiente al conocer la necesidad de proteger a las tortugas marinas.

Totalmente rodeada de agua, esta reserva es un escenario mágico. La Reserva Forestal Pacuare Matina fue creada el 23 de marzo 1973 con el fin de proteger los bosques primarios de tierras bajas de la región central del Caribe, donde las tortugas llegan a desovar.

La reserva se encuentra ubicada entre las desembocaduras de los ríos Pacuare y Matina, incluyendo el estuario de Madre de Dios y es atravesada por los canales de Tortuguero.

Todo tipo de zancudos, monos que se andan por las ramas y perezosos que saltan al paso son parte de lo que se ve, por lo que se recomienda que venga sin prisa, que se descalce y sin nada concertado para que se deje llevar por este lugar. Recorra canales, empápese de la vida local, sienta el suelo y comparta con todo aquel que se le acerque.

Dicen que si la suerte sonríe, se pueden ver tortuguitas camino al mar donde intentarán sobrevivir y perpetuar su especie.