En La Guácima, los brazos en alto les pidieron fiesta a los DJ

Varios pinchadiscos hicieron su mejor esfuerzo por complacer a los más fiebres de la música electrónica, previo al concierto del Dj David Guetta

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Los brazos se agitaban enérgicamente de un lado a otro, sus cuerpos saltaban inspirados por el beat que los pinchadiscos proponían, eran los fans de hueso colorado y pedían más para armar su fiesta en La Guácima.

Todos llegaron convocados por la promesa de ver y oír al Dj David Guetta. Sin embargo, el público que acudió de primero no desaprovechó la participación de los disc-jokey invitados, para bailar.

El festejo comenzó con retraso, originalmente a las 5 p. m. comenzaría la música con Monobeat. No obstante, a nadie le molestó y finalmente a las 6:30 p. m. ingresaron los asistentes a la zona frente a la tarima.

Los primeros llegaron corriendo, algunos en evidencia clara de su mala condición física, gritaban a sus compañeros que los esperaran, porque no podían seguirles el paso.

En cuestión de minutos unas 1.000 almas ya estaban listas para una noche de música electrónica.

Monobeat tuvo una tarea dura, ser el primer artista de la noche, cuando apenas las personas se acomodan, se saludan con amigos o están comiendo un choripán para satisfacer el hambre.

En el corazón del escenario una enorme tarima, ese sería el altar desde donde Guetta llevaría su evangelio a los miles de fieles convocados para esta noche.

A un lado del altar mayor, con una dimensión mucho más pequeña y con poca visibilidad para el público, estaba la mesa de mezclas de los Dj invitado. Desde ahí siguieron con la misión de calentar la masa, en medio de una ventosa noche, el panameño DJ Yellow, el francés Sweetbo y los ticos Taylor y Melissa O.

Juventud. David Guetta convocó a un publico muy variopinto. Desde niños que con ojos muy abiertos parecían descubrir un nuevo mundo de la mano de sus padres, pasando por los jóvenes que hoy le contarán a sus amigos en Facebook que estuvieron en La Guácima para bailar.

Los de más de 30 años eran los menos, o quizás preferieron llegar más al filo de las 11 p. m., cuando estaba anunciada la salida del pinchadiscos francés.

Ese beat contagioso de la música no se detenía, los cuerpos tampoco. Para algunos el no detenerse era la mejor estrategia con tal mantener los cuerpos calientes, para otros, sencillamente era la forma de vivir una noche esperada desde semanas atrás.

Al cierre de la edición Melissa O permanecía sobre el escenario, el viento parecía más frío y los oficiales encargados de revisar a quienes ingresaban al lugar seguían con mucho trabajo.