En defensa de la naturaleza

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Varios amigos me habían contado de un lugar, una finca, la cual, en lugar de ser una fuente de ingreso para sus dueños, más bien significaba un gasto muy alto para ellos, y su único propósito era, y es, preservar y propagar nuestra fauna, especialmente las lapas, que se encuentran en peligro de extinción.

No me fue difícil encontrar el lugar, el cual visité con Ángela Eugenia, con mi hija Mariel y mi nieto Diego. Al llegar a Río Segundo pregunté a un lugareño por “el señor de las lapas” y me dio la dirección exacta. Ahí encontramos a Richard Frisius, un anciano de 91 años, de barba blanca, la imagen viva de un patriarca o un profeta.

Nos contó que había vivido, junto con su esposa Margot, ya fallecida, en varios países exóticos, como Afganistán, Nigeria y las Guayanas Inglesas y nos mostró varios objetos que guarda de esos lugares, y varios otros de África, junto con sus recuerdos. Al llegar a Costa Rica, se enamoró de su fauna, de su flora y de su gente, y decidió quedarse aquí para siempre.

Compró una bella finca, Flor de Mayo, curiosamente propiedad de otro “extranjero”, Charles Lankester, otro naturalista quien terminó siendo, él y toda su familia, más ticos que el café o el gallopinto. Ahí fundó la Asociación “Amigos de las aves”, ahora “Ara Projet” que se dedica a criar lapas (nunca había visto tantas lapas, de bellos colores, juntas) para ser luego liberadas en nuestros bosques.

Para llevar a cabo este importante proyecto se cuenta con la valiosa ayuda de varios biólogos, técnicos y muchos voluntarios, algunos costarricenses, y otros de más de 40 países. El costo de la alimentación y las medicinas es muy alto, más de $60 000,00 al año. Se recibe ayuda de varias compañías costarricenses y de varias organizaciones internacionales.

La liberación de las aves no se hace indiscriminadamente, sino que se escoge con mucho cuidado el lugar, se estudia si las condiciones del bosque son apropiadas para su sobrevivencia, se realizan exámenes de salud y genética a las aves, se busca la ayuda y la participación de los vecinos y se lleva a cabo un monitoreo de las lapas liberadas durante un periodo extenso. La sobrevivencia es muy alta, se estima en un 86%.

El día de la visita no solo vimos las aves en su lugar de crianza, sino también fuimos a una parte de la finca que corrientemente no se muestra a los visitantes, y nos recibió una jauría de tal vez 30 o más perros de todas las razas y tamaños. “No era nuestra intención tenerlos –nos dijo el biólogo Allan Taylor –, pero, como la gente sabe que defendemos y cuidamos todos los animales, cuando alguien se encuentra un perro abandonado o lastimado, nos lo trae y lo amarra al portón y entonces debemos cuidarlo”. Esta generosa conducta ha ocasionado que se incurra en gastos hasta de ¢40 000,00 semanales para mantener a estos guardianes.

También nos atendió Carol Frisius, hija de Richard, y Fernanda Hong, codirectora del proyecto.

Aporte enriquecedor. Me parece sumamente meritorio que personas que nacieron y vivieron en otros países, algunos muy lejanos, lleguen a Costa Rica, no como lo hacen, desgraciadamente, tantos narcotraficantes, contrabandistas y delincuentes en general, que llegan a dañar nuestra salud y tranquilidad y hasta nuestras vidas, sino que, al contrario, traen grandes beneficios a la patria.

En el campo de la cultura y de las letras pienso en Teodoro Olarte y Constantino Lázcarez, quienes nos dejaron un legado, una valiosa herencia, en todos los alumnos que ahora siguen sus pasos. Recuerdo muy bien a Charles Lankester, “don Carlos” como lo llamaban todos los vecinos, ya que su finca en Paraíso colindaba con la de mi padre, y fueron muchos los atardeceres luminosos en que los oí conversando animadamente, casi siempre en inglés, con alguna que otra palabra en español.

Ahora su finca es un santuario de orquídeas de la Universidad de Costa Rica para beneficio de todos los costarricenses. A él y sus descendientes, como a la familia Frisius, y a tantos otros que cruzaron los mares para llegar a un país muy pequeño que los enamoró y al cual dedicaron todos sus esfuerzos, su cariño y sus sueños, les debemos un reconocimiento y mucho agradecimiento.