En broma pero en serio

Países latinoamericanos que abundan en conflictos y desigualdades son el plato fuerte de distintos caricaturistas de la región. Demos un vistazo a su trabajo.

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Cuando el 1.° de abril del 2008, ante 50.000 personas reunidas en la Plaza de Mayo, Cristina Fernández acusó de “cuasimafioso” a Hermenegildo, la leyenda viviente de los caricaturistas del diario Clarín , Alfredo Sábat se sintió afectado como colega y como familiar: desde 1999 Alfredo dibuja para el diario La Nación de Argentina, pero a la vez es hijo del osado que ese día retrató a la Presidenta argentina amordazada.

Se trataba de otro de los tantos encontronazos entre la prensa y el gobierno argentino desde que los Kirchner llegaron al poder en el 2003.

Pero esa vez apuntó a soldados que suelen estar en la segunda línea, oteando el frente, pensando las noticias en imágenes, destilándolas en tinta, dándoles forma con lápices y pinceles.

Una estirpe que, con la prisa del periodismo y el imperativo de excelencia del arte, busca dar en el esquivo blanco del humor día tras día.

Es una tarea que en América Latina se enfrenta a tiempos complejos, con presidentes reacios a la crítica y a la burla, líderes que lidian con epidemias de balas y drogas, con poco ánimo para bromas.

Pero todos se las arreglan para inspirarse. Como Rodolfo Arotxarena, Arotxa , el caricaturista del diario El País, de Uruguay, quien simplemente trata de ser feliz cada día.

“Cuando amanezco, decido ser un hombre feliz. Me río de mí mismo y eso me gratifica. La vida es demasiado corta y la disfruto minuto a minuto, como si siempre fuera el último día. Eso ayuda a la hora de poner el foco sobre una situación”, dice.

Para Arotxa , el estilo “muy particular” del Presidente uruguayo José Mujica, le aliviana la tarea. “Se expone demasiado”.

Un lugar donde la prensa vive días difíciles es Ecuador, con la multa de $40 millones que un juez impuso a directivos del diario El Universo , luego de que publicara una columna en la que se refiere al Presidente ecuatoriano Rafael Correa como un “asesino de lesa humanidad”.

“Dicen que en épocas de crisis el humor se convierte en artículo de primera necesidad, y es así.

Nuestro compromiso como caricaturistas es el retratar la realidad a través de imágenes que generen risa o reflexión”, sostiene Francisco Pancho Cajas, caricaturista del periódico El Comercio, de Quito.

Hasta ahora, en Ecuador ningún ilustrador ha sido enjuiciado, pero periodistas, sí.

“Se percibe intolerancia, concentración de poder, egocentrismo y rencor hacia la prensa independiente, factores que, lejos de ser limitantes para los caricaturistas, son materia ideal para un dibujo. Lo importante es no tener miedo ni autocensurarse”, continúa Cajas.

Por el presidencial Palacio Pizarro de Perú han pasado inquilinos de todo tipo. Mario Molina, o Molina a secas, se queda con dos. “Creo que Alejandro Toledo y Alan García, al ser los más mediáticos y amantes del protagonismo, estuvieron más expuestos a cometer errores públicamente y, por lo tanto, ofrecían más ángulos para hacer humor. El pez (y los presidentes), por la boca muere(n)”, dice el caricaturista de El Comercio, de Lima.

Algunos ilustradores llegaron al oficio sin querer, como Helio Flores, de El Universal de México, quien de la arquitectura pasó a la caricatura. Otros lo llevaban en la sangre. Alfredo Sábat aprendió el oficio de su padre, Hermenegildo; y el abuelo de este, otro Hermenegildo, también dibujaba.

Alfredo comenzó en Clarín , pero como ellos ya tenían un Sábat, pasó a la competencia. Siempre ha tenido presente este consejo de su padre.

“Los caricaturistas políticos somos como un pianista de cabaret. Nunca somos el protagonista, estamos en el fondo de la acción, pero si tocamos mal una nota, todos nos miran de golpe. Así que no hay que desafinar”.

Santiago Jimmy Scott camina con paso lento por los pasillos del periódico El Mercurio , en Chile. De risa fácil y hablar pausado, para esta nota imaginó una América Latina que, con sus problemas y cambios de humor, les devana los sesos a sus dibujantes. Una tarea diaria, a veces ingrata, a veces recompensada, la tarea de sacar sonrisas en medio de las noticias.