El vecino hablador

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Daniel Ortega critica mucho para afuera, pero poco para adentro. Mira los errores de Estados Unidos, pero no los propios. El comandante de la “revolución sandinista” es un campeón de la distorsión y de cómo manipular a los nicaraguenses. Cada vez que enfrenta un pico en el descontento interno, aplica la táctica de su maestro venezolano e inventa conflictos...

Unas veces, la excusa es Costa Rica. Ahora –otra vez– es Estados Unidos porque más fácil es culpar a otro de todos los males, cuando comienzan por el mismo que desgobierna.

“El mundo ha cambiado, pero Estados Unidos no cambia todavía”, dijo Ortega el 23 de agosto. ¿Y él? ¿Acaso ha cambiado? ¿Acaso ha cambiado la Nicaragua gobernada por él? Mínimamente, porque su estilo sigue siendo el mismo: gobernar en argolla, beneficiar a la argolla, y las migajas, que las coma el pueblo... la mitad de los nicaraguenses viven en la miseria y por ello migran hacia Costa Rica en busca de empleo... Mientras, el comandante se superó, por mucho, en estatus económico. De guerrillero pasó a empresario.

En una entrevista con el programa Russia Today , de la televisión rusa, Ortega agregó su trillado mensaje de que Estados Unidos aplica una política “injerencista”... Pero, el mejor ejemplo de injerencia lo da el comandante que controla la Corte Suprema de Justicia de Nicaragua y también gobierna desde allí.

De los 16 magistrados, nueve son manejados por Ortega y los siete restantes, opositores, fueron reemplazados el 11 de agosto por jueces suplentes. Injerencia orteguista en mayúscula.

Pese a tal irrespeto a la democracia, el señor se llena la boca hablando contra el “imperialismo”, cuando el “imperialismo” lo expande él, pero a lo interno, para perpetuarse en el poder.

Por ello, se apropió del Poder Judicial y por ello pacta bajo la mesa con el Poder Legislativo y el Consejo Supremo Electoral. Cuando los diputados no le responden, los ha amenazado con disolver el Parlamento, mientras para afuera habla de que “el golpista” es Estados Unidos.

Sin duda, Ortega trata de copiar a su maestro venezolano quien lo ha instruido para reelegirse en el poder (el fin justifica cualquier medio) con ayuda de los magistrados y diputados.

El gran problema es que las encuestas le dan opciones a este hablador, porque, la otra opción es Arnoldo Alemán. Pobres nicaraguenses, están condenados a sufrir más de lo mismo.