El Papa Francisco: cuando el final del mundo está cerca

Los primeros días del Papa Francisco han marcado un nuevo estilo de comunicación

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La invitación de la Comisión Pontificia para América Latina fue atendida por casi todos los embajadores de la región acreditados ante la Santa Sede. Los números revelados causaron admiración: el 40% de los bautizados en el mundo viven en América Latina y, si se suman los inmigrantes o sus descendientes que viven en EE.UU. y Canadá, la cifra asciende al 48%. De inmediato mi colega de Chile tomó la palabra y dijo: “así que ahora el español es el idioma de Dios”. Su alocución fue aplaudida por casi todos, sólo un par de embajadores de fuera de la región tuvieron que disimular su ausencia de entusiasmo.

Desde entonces estos datos han venido resonando en mi mente. Resulta así que en el “continente de la esperanza”, según las palabras del Beato Juan Pablo II, viven casi la mitad de los católicos del orbe. Esto toma aún más relevancia ante la elección del Santo Padre Francisco, el primer Papa latinoamericano. “Ahora todos tenemos que aprender el español”, me decía entre bromas y verdades, una dependiente de un negocio de objetos religiosos en Borgo Pio, calle aledaña a la Puerta Santa Ana, uno de los ingresos del Vaticano.

Ciertamente, manejar nuestra lengua resulta ahora central para comprender la fe Católica; pero, tengo para mí que más que una lengua como tal, lo que desde ya han comenzado a captar y a aprender los católicos del mundo es una forma particular, propia, que tenemos los latinos de comunicarnos a partir de gestos, en los que priva la cercanía, la sencillez y el calor humano. En este sentido, los primeros días del Pontificado del Papa Francisco han ido marcando un nuevo estilo de comunicación y una forma distinta de convivencia en la Iglesia Católica Universal.

Más que palabras, han sido los gestos, ha sido el testimonio, lo que ha hecho que en pocos días el Papa Francisco cautivara el corazón del mundo y comenzara a marcar un camino para la Iglesia Universal en clave latinoamericana. A poco tiempo de su elección ya abundan los ejemplos.

La elección de un nombre como Francisco a partir del Santo de Asís, nombre nuevo para la historia de los papas que evoca valores como la solidaridad, la paz y el respeto por la creación (valga decir, todos ellos compartidos por los costarricenses); improvisar un chiste como primera intervención pública luego del anuncio de su elección; la humildad de agacharse y pedir oración por él antes de impartir su bendición apostólica a las miles de personas que estábamos en la Plaza San Pedro o a los millones que seguían su primer saludo como papa electo por los medios de comunicación en todo el mundo; preferir tomar un bus con el resto de los cardenales o un carro normal y no el automóvil papal cuando debe transportarse dentro y fuera del Vaticano; pronunciar las homilías desde el corazón, sin leer ningún texto preparado cuando así lo puede hacer; cargar en sus manos el arreglo floral que le llevó a la Virgen María cuando fue a pedir su abrigo para él y para su pueblo el segundo día de su pontificado, acomodarse el micrófono él mismo cuando tiene que hablar en público o pagar la cuenta del hotel donde tenía sus pertenencias antes de ser electo papa; salir a la puerta del templo una vez terminada la Santa Misa para despedir a los feligreses; o no endosar más ornamentos que una estola (para la bendición) y un pectoral de metal que traía ya desde Argentina (gesto que parece estarse “poniendo de moda” entre los cardenales), son todas muestras de una nueva forma de proceder y comunicarse con la gente que ha resultado, en poco tiempo, no solo sólo admirada sino también efectiva.

“Cuando lo veo hacer lo que hace crece mi fe”, decía una emocionada señora luego de toparse sorprendida con el Sumo Pontífice quien despedía personalmente a los parroquianos en una misa dominical en la Iglesia de Santa Ana en el Vaticano. Al decir del Beato Juan Pablo II en su Encíclica Redemptoris Missio (num. 42) “El hombre contemporáneo cree más a los testigos que a los maestros; cree más en la experiencia que en la doctrina, en la vida y los hechos que en las teorías.”

Claro está, la razón central del entusiasmo que ha generado el Papa Francisco en estos primeros días de su pontificado se debe a que sus gestos y sus formas son reales. Como lo han ratificado varios de sus feligreses en Buenos Aires “así como lo han visto, así es él”. Y es que para ser efectivo no podría ser de otra forma. Parafraseando lo que tantas veces nos decía el Papa Emérito Benedicto XVI al tratar el tema de la nueva evangelización, nadie puede promulgar ni ser testimonio de aquello que no vive.

“Los hermanos cardenales tenían que escoger a un obispo de Roma y parece que lo fueron a buscar al final del mundo”. Así bromeaba el Papa Francisco el día de su elección.

No obstante, en pocos días y con varios gestos espontáneos el primer papa latinoamericano ha acercado a la Iglesia al calor, a la sencillez y a la sensibilidad propias de nuestro continente. Para los católicos de todo el orbe nunca el final del mundo ha estado tan cerca.