“El ocio social”, enfermedad de la CCSS

El problemade la CCSS se debe a una pésima administración

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El mal que aqueja hoy a la CCSS, es el mal que padece la mayoría de instituciones públicas de nuestro país: el “ocio social”, producto de la ineficiencia y de la pésima administración a las que han sido sometidas. Cuando hay pocas personas haciendo un trabajo, cada una se siente obligada a dar su mejor esfuerzo y no tiene tiempo más que para dedicarlo al desempeño efectivo de sus tareas y a buscar cada vez mejores métodos y técnicas para aprovechar eficientemente los escasos recursos de que disponen, incluyendo el tiempo, uno de los más valiosos.

No obstante, conforme se empiezan a introducir más personas en las oficinas, el mejor esfuerzo ya no es tan necesario y las responsabilidades por los resultados del equipo se van diluyendo al extremo de que se estorban entre ellos mismos y es cuando muchos de los que venían trabajando bien ya no lo hacen porque hay mucha gente que puede y debe contribuir con el trabajo; el problema es que todos llegan a pensar igual y al final nadie trabaja esperando que lo hagan los demás.

Es entonces cuando comienzan a tener tiempo para pensar más en el rato del café y del almuerzo, inventar reuniones ficticias, permisos especiales para ausentarse, becas, incapacidades, huelgas, paros, y todo tipo de artificios, con tal de no estar en su lugar de trabajo, haciendo lo que les corresponde y ganándose honradamente el sueldo que colectivamente pagamos todas las personas usuarias de los servicios.

Las personas responsables de esta debacle institucional, son todas las jefaturas en todos los niveles y áreas de trabajo, incapaces de maximizar el recurso humano bajo su cargo, y que al igual que la mayoría de las y los “servidores públicos” han perdido el norte de los objetivos por los cuales fueron contratados.

Las jefaturas saben de Administración lo que sabe un administrador de Medicina o de Salud Pública, pero no hace falta ser un profesional en Administración para saber administrar, basta un poco de sentido común y de ganas de hacer bien las cosas para poner orden en el trabajo, aunque no está de más un poco de capacitación para cumplir bien con las responsabilidades un jefe o una jefa, pero ese será otro tema por discutir.

Las autoridades del Gobierno deben prestar mucha atención al desempeño de sus instituciones ya que es por medio de ellas que logra una buena o mala gestión, y el desempeño institucional depende del trabajo de su recurso humano y del uso eficiente que hagan estos de los recursos públicos.

Las actividades sustantivas de las instituciones deben contar con un mayor apoyo de personas y recursos que las actividades de apoyo, no es posible que la mayoría de los recursos presupuestarios de una institución sean mayormente consumidos por su aparato administrativo y desproporcionadamente una menor cantidad en las unidades que verdaderamente satisfacen las necesidades sociales.

En otras palabras, no es posible que haya más puestos y personal de oficina en un ministerio de Seguridad que policías vigilando las calles, más personal de oficina en un ministerio de Educación que educadores en las escuelas y colegios, o más personal de oficina en la CCSS que médicos y enfermeras en las clínicas y hospitales.

La solución estructural a los problemas de gestión institucional debe iniciarse con una revisión exhaustiva de los presupuestos solicitados y asignados a cada institución, con el fin de determinar cómo están distribuidos proporcionalmente los recursos financieros entre las actividades sustantivas que contribuyen directamente en la satisfacción de las necesidades sociales y las actividades de apoyo administrativo que lo hacen de manera indirecta y en menor proporción, y finalizar determinando cuánta gente está sobrando en cada institución, a fin de encontrar eficiencia económica, logrando los mismos objetivos con menos recursos, o eficiencia técnica, alcanzando mayores y mejores objetivos con los mismos recursos.