El mundo tras las rejas

Correccionales es la serie documental de National Geographic que logra retatar, con inusitado realismo, la lucha por la supervivencia en las peores cárceles de los Estados Unidos.

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En el estado de Ohio, 2.200 de los hombres más peligrosos viven en un pasillo de una cárcel llamada Lebanon. El 30 por ciento de ellos son asesinos y una cuarta parte, depredadores sexuales.

Son hombres en extremo violentos. Sus delitos contra personas inocentes les quitaron la libertad, pero dentro de la cárcel, la cacería continúa. Como en la selva, en la prisión los fuertes se alimentan de los débiles.

Albert pertenece al primer grupo. Sus pasos en el mundo delictivo comenzaron a muy temprana edad. Con tan solo 12 años, ya era miembro de pandillas. Un asesinato a sangre fría lo llevó a Lebanon, donde en poco tiempo logró convertirse en uno de los líderes.

Albert dirige un sindicato delictivo de unos 50 hombres que compiten con otras bandas en procura de los reos más vulnerables; en especial, los recién llegados.

Cuando un nuevo recluso ingresa a Lebanon, Albert busca atraerlo. Primero de forma amistosa. Luego le mostrará su cara menos amable. La víctima deberá entonces pagar por su seguridad, ya sea con dinero o con servicios.

“Le hablo de forma agresiva, con cara agresiva. Voy sin camiseta, con los guantes en el bolsillo para que los vea. Si veo que es un blando, le doy una bofetada pequeña o lo agarro por el cuello y se lo aprieto por unos 10 ó 12 segundos y entonces entrará en razón.”

“Así es la vida de un convicto”, dice Albert. “Tienes que sobrevivir en esta institución y cuando no eres libre, básicamente sobrevives como sea. El que no es tu amigo, es tu enemigo. Tienes que comer”, agrega.

Aunque así parezca, la descripción no corresponde al guion de un programa de ficción. Por el contrario, Correccionales (Lockdown) es dolorosamente real. Las cámaras de National Geographic han logrado penetrar y documentar, de manera extraordinaria, el inframundo reinante en los centros penitenciarios, acercando al televidente a un entorno que infunde tanta intriga como temor.

El espectador se convierte en testigo ocular de la vida y las historias de hombres y mujeres para quienes cada día es una lección de supervivencia en un ambiente de creciente violencia, agobiados por la superpoblación, el consumo de drogas y la guerra de pandillas.

Esta cercanía ha cautivado a los espectadores latinos y muchos de ellos escriben en el foro de la página oficial en español (comunidad.natgeo.tv/fórums) sobre las cárceles de sus países, y hasta piden que se hagan programas sobre las condiciones paupérrimas de la mayoría de los centros penitenciarios en Latinoamérica.

Por lo pronto, con la población de reclusos más grande del mundo, las cárceles de los Estados Unidos son los escenarios de cada episodio de Correccionales. En ellas se examina tanto el comportamiento de los reos como el de los oficiales responsables de controlarlos y protegerlos.

Escuela del crimen

Y si las cárceles tienen sus reglas, la población de reclusos tiene su propio código. En Pelican Bay, por ejemplo, prisión localizada al norte de California, dos veces por semana llegan autobuses con miembros de pandillas que se sumarán a la población del penal.

La prisión se construyó con el fin de desmantelar las bandas delictivas aislando a sus líderes del mundo exterior y dentro de la misma cárcel. En 17 años, ningún convicto ha logrado escapar, pero el creciente número de pandilleros ahí recluidos convirtió la cárcel en una auténtica zona de guerra.

Al final, la idea de recluirlos juntos en una misma instalación más bien dio oportunidad a los pandilleros de tener ahí una especie de cuartel corporativo desde donde dirigen su propio imperio criminal.

Detrás de las rejas, lideran el comercio ilegal de drogas en California, Estados Unidos, controlan a miles de miembros de pandillas callejeras y planean y ordenan la ejecución de asesinatos.

Uno de los guardias de seguridad reconoce que la prisión es una especie de “universidad” para los criminales. A ellos no les interesa rehabilitarse, sino mejorar sus habilidades delictivas y por medio de actos de lealtad y violencia, los miembros de las pandillas son ascendidos de rango.

Pero eso no es todo. El hecho de que los casos más difíciles y los hombres más violentos sean enviados a Pelican Bay, le ha dado a la prisión un estatus especial del que sus prisioneros se jactan.

Para muchos de los reclusos, estar prisioneros allí no es ningún castigo. Es un privilegio por el cual “trabajaron” duro. “Todo mundo se esfuerza por llegar a Pelican Bay, por su importancia. Aquí es donde llegan todos los asesinos. Si logras llegar a Pelican Bay, lo lograste todo”, confiesa uno de los prisioneros.

Entre los muchos episodios de Correccionales, está la visita a una cárcel mexicana ubicada pocos kilómetros al sur de la frontera de Estados Unidos con México. Se trata de un lugar conocido por la guerra de drogas, la violencia y la corrupción.

Otra prisión particular es la Prisión Estatal del Valle de California. Es un correccional de máxima seguridad que alberga a criminales violentos, con la única particularidad de que toda su población está compuesta por mujeres. En total, son 3.900 delincuentes del sexo femenino recluidas en una de las cárceles de mujeres más grandes del mundo.

“Disciplina estricta”, “Máxima seguridad”, “Mujeres al límite”, “Delincuentes sexuales”, “La vida fuera de prisión” y “Prisioneros en tiendas de campaña” son algunos de los títulos de los más de 20 episodios registrados en la página oficial de la serie.