El largo adiós de Mario Monicelli

Prolífico creador A los 95 años murió el último director que convirtió en clásica la ‘comedia a la italiana’

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I talia despidió con gran tristeza al director de cine Mario Monicelli, considerado el gran maestro de la “comedia a la italiana” y el último representante de este género que triunfó en todo el mundo. Su vida terminó el lunes 29 de noviembre como una de sus películas tragicómicas: con un nudo en la garganta después de tantas sonrisas.

El cineasta italiano sufría un tumor de próstata en la fase terminal y se suicidó, a los 95 años, lanzándose desde el quinto piso del Hospital San Juan, de Roma. Se hallaba también casi ciego.

El padre del director, un periodista adversario del Duce Benito Mussolini, también se suicidó, hace 70 años, al terminar la Segunda Guerra Mundial.

A su vez, Mario Monicelli fue hombre de ideas definidas y solía criticar con sarcasmo al presidente del gobierno, Silvio Berlusconi.

Los familiares de Mario Monicelli anunciaron que no se celebraría ningún funeral; sin embargo, se le dedicó un último saludo tanto en el barrio romano de Monti, donde vivió, como en la capilla ardiente que se instaló el 1.° de diciembre en la sede de la Casa del Cine, en Roma.

A la capilla ardiente concurrieron el presidente italiano, Giorgio Napolitano, y numerosas personalidades del cine y del arte.

Fin de la comedia. Con la desaparición de Monicelli, muere la llamada “comedia a la italiana”, el género que nació a mediados de los años 50 con películas en las que se describía con ironía y sátira la sociedad del momento, pero en las que en el fondo se respiraba una profunda amargura.

El tiempo ha dejado huérfano al cine italiano al desaparecer los máximos representantes de este género: directores como Dino Risi, Luigi Comencini y Pietro Germi, y actores que lo cultivaron, como Alberto Sordi, Vittorio Gassman, Marcello Mastroianni, Nino Manfredi y Ugo Tognazzi, entre tantos otros.

Por ello, con humor cáustico, al responder a los periodistas que le pedían una reacción a la muerte de algún amigo del gremio, Monicelli solía preguntar: “¿A quién llamaréis cuando me muera yo?”.

La Italia del cine y de la cultura llora por a quien ha sido descrito el “Balzac italiano”, autor de “una gigantesca comedia humana, a través de decenas de películas, la mayoría obras maestras”, apuntó el periodista Curzio Maltese en el diario La Repubblica.

A su vez, Corriere della Sera lo describió como un eterno “desafiante de la censura”, “creador de personajes extraordinarios” e inventor de “una sátira sobre una Italia que no le gustaba”.

Alfarero de actores. Hoy se recuerda que Monicelli supo absorber como nadie la vena cómica de uno de los grandes actores del cine italiano, Vittorio Gassman, convertido en un grotesco caballero medieval en la L’armata Brancaleone (1966) y en el fracasado boxeador en I soliti ignoti (1958).

También supo hacer convivir y brillar en sus películas a talentos como Gassman y Sordi en La grande guerra (1959), en la que los cobardes se convierten en héroes, y a Ugo Tognazzi, Gastone Moschin, Philippe Noiret y Adolfo Celi en Amici miei (1975), los bromistas y socarrones amigos a quienes envuelve una profunda amargura.

Las nuevas generaciones de la comedia, como el director Vincenzo Cerami, aseguran que con su muerte ha acabado una época del cine italiano.

“Nadie mejor que él ha contado la historia de Italia. Junto con sus ojos se ha cerrado una época”, explicó Cerami en declaraciones ofrecidas al periódico de Roma Il Messaggero.

Para Stefania Sandrelli, actriz en tres películas del cineasta, “como en la comedia a la italiana, en la vida de Monicelli ha terminado prevaleciendo el drama”. “Para morir, Mario eligió hacer un agujero en la pared para sorprenderse, como Capannelle [uno de los protagonistas de I soliti ignoti ], de que al otro lado estaban todos sus amigos”, finalizó Stefania Sandrelli.