El glotón de la tevé

El duelo entre un hombre y la comida adquiere ribetes épicos en ‘Man vs. food’. Adam Richman recorre Estados Unidos con un solo fin: devorar, contrarreloj, montañas de calorías.

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Con más de mil millones de personas con hambre en el mundo e igual número de obesos, hacerle un culto a la gula en un show de televisión es todo un desafío.

Ese es el reto de Man vs. Food, (El Hombre contra la Comida) un reality show en donde Adam Richman, un entusiasta comelón todoterreno, viaja a lo largo y ancho de los Estados Unidos para mostrar a los televidentes la cultura culinaria de los lugares que visita.

El programa vio la luz en diciembre del 2008 y, desde entonces, Richman ha saciado su voraz apetito en decenas de restaurantes icónicos del mapa geográfico de los Estados Unidos.

En cada uno de ellos los dueños de las fondas se esmeran por mostrar las especialidades de la casa, de sus recetas exclusivas, su historia y uno que otro peculiar detalle de la cocina local.

Man vs. Food se desarrolla con un ritmo ágil de edición, lleno de imágenes de platillos apetitosos y la amena conducción de su extrovertido y hambriento anfitrión, siempre dispuesto a mostrarnos cómo hundirle el diente a los más pecaminosos manjares.

La mayoría de los platillos incluyen en su preparación cantidades casi industriales de fritangas, aderezos, condimentos y todos aquellos ingredientes capaces de ponerle los pelos de punta a un nutricionista. Y, como si eso fuera poco, casi por regla son servidos a los comensales en porciones gigantescas.

¿Cómo hacer digerible un show de esta naturaleza? Sin duda un gran acierto fue la elección de Adam Richman como anfitrión.

Richman creció en Nueva York, meca culinaria en donde comenzó su romance con la comida y pudo desarrollar ese deseo innato de probar las más diversas especialidades que se puedan hallar en una ciudad cosmopolita.

Por eso, cuando supo de las audiciones para Man vs. Food corrió a llamar a su agente y lo demás vino por añadidura.

Según cuenta Richman, se encontraba comiendo en McDonald’s cuando le avisaron que había obtenido el empleo. “No conozco mucha gente que tenga un trabajo soñado. Tal vez el oficial de control de calidad de la Playboy. Cuento mis bendiciones”, afirmó el carismático personaje durante una entrevista.

Culto a la comida

Man vs. Food es una extensión natural de otros show del Travel Channel que lograron una gran respuesta de la audiencia como Food Paradise (Paraíso culinario) y 10 Best Places to Pig out (Los 10 mejores lugares para comer a lo chancho).

Desde el punto de vista de la producción, Man vs. Food es una celebración de ese amplio paisaje compuesto por comida verdaderamente simbólica de los Estados Unidos y traducido para la televisión en una expresión de gozo desenfrenado.

El show tiene como puntos de destino aquellos restaurantes o locales que, además de ofrecer deliciosos y decadentes platillos, forman parte integral de la cultura del lugar.

Las comidas están hechas a base de productos de la región e influenciadas por diversos aspectos como la inmigración, la agricultura, la industria y la etnia, lo cual convierte estos sitios y sus manjares en objetos de culto para los pobladores.

“Tienes que adorar un lugar que te haga los sándwiches de la misma manera que los hacía hace 70 años, y Dios mediante, lo sigan haciendo en los próximos 70”, declara Richman.

El protagonista conversa con los lugareños, literalmente se mete a la cocina de los restaurantes elegidos y así, de hartada en hartada, va calentando motores para el gran desafío.

La amena personalidad de Richman y su buen sentido del humor sirven de digestivo para las escenas más grotescas en donde el hombre –literalmente– deberá enfrentarse con la comida, sea esta un panqueque hecho para saciar a Shrek o 30 alitas de pollo picantes que de seguro lo harán sudar la gota gorda fuera de cámaras.

Finalmente Richman hace frente al gran reto, cuya característica principal es que se trata de una competencia preexistente. Esto quiere decir que los enfrentamientos de Man vs. Food no son creados para el show: han sido parte de la tradición del lugar y por lo general tienen un historial de muchos derrotados y pocos vencedores.

Los ganadores, si logran salir vivos del intento, son recompensados con pergaminos, camisetas y una mención en alguna pared del restaurante que sirve para inmortalizar la proeza.

Richman participa en ocasiones en competencia con otros comensales, o bien en desafíos individuales contrarreloj.

Una vez concluido el reto, el show culmina con una simulada “conferencia de prensa” en donde Adam parodia –con ingenio y gracia admirables– las declaraciones que dan los deportistas luego de una competencia. Además, en el mismo juego de imitar a una celebridad, contesta preguntas del público sobre su desempeño.

Morir comiendo

A diferencia de otros participantes en este tipo de competencias –quienes terminan especializándose en un único tipo de comida– Richman es una auténtica máquina trituradora de alimentos con emisiones intermitentes de sonidos cuasi orgásmicos.

Igual puede tratarse de una pizza de cinco kilogramos y 76 centímetros de carne en el Big Pie in the Sky de Atlanta, una gigantesca hamburguesa de 3.4 kg en Big Foot Lodge en Menphis (uno de los retos en que Richman fue derrotado por la comida), un corte vacuno de dos kilos de peso en el Big Texan Ranch en Amarillo, Texas, o engullir de una sentada 180 ostras en el Acme Oyster House de Nueva Orleans.

Son precisamente estos excesos los que generan la mayor cantidad de críticas. Charlie Brooker, del periódico inglés The Guardian, no se anda por las ramas para endilgarle al show una cantidad generosa de adjetivos peyorativos.

“Si la comida es el nuevo porno, esto es una completa orgía”, dice Brooker, quien afirma que el show deja de ser gracioso cuando Richman introduce en su estómago tal cantidad de alimentos que sus niveles de azúcar probablemente alcancen niveles peligrosos.

“Verlo en ese estado –argumenta– se asemeja al de un hombre lidiando con un instantáneo e inesperado estado de embarazo.”

El crítico de television Alan Sepinwall tiene una opinión más balanceada: “No es profundo y ciertamente tampoco es saludable. Pude sentir cómo mis arterias se bloqueaban con solo mirarlo, pero es demasiado divertido”.

Para otros, Man vs. Food no es otra cosa que la versión Jackass de la comida (Jackass es un show de MTV en donde los protagonistas realizan maniobras estúpidas con el fin de auto infligirse dolor y poner en riesgo su integridad física).

Licencia para comer

Adam, sale al paso de las críticas. En una entrevista con Andrew Zimmern, co-creador, anfitrión y productor de las exitosas series del canal Travel Bizarre Foods con Andrew Zimmern y Andrew Zimmern's Bizarre World, Richman admite que si tuviera que dar un mensaje, este sería en el sentido de que está bien disfrutar y darse un gusto de vez en cuando. “Creo que hay una diferencia sustancial entre darse un gusto y la glotonería (') Viajar nos da licencia de dejar a un lado las dietas estrictas y disfrutar de lo mejor que cada ciudad tiene para ofrecer.”

En esa misma entrevista, publicada en el sitio web AndrewZimmern.com, Adam se desmarca de una posible irresponsabilidad por parte del show en cuanto a inculcar hábitos poco saludables en medio de la crisis global de obesidad que afecta particularmente a los estadounidenses. “Siempre me gusta aclarar, cada vez que tengo la oportunidad, que ni yo ni el canal Travel estamos casados con la idea de comer regularmente de esta manera. Eso sería ridículo. (') Creo que comunicar que uno deba tener una dieta de quesoburguesas con tocino y pollo frito sería muy irresponsable y en ningún momento hacemos ni haremos eso”, afirmó.

Richman revela que en lo personal ha lidiado con problemas de peso durante toda su vida y eso siempre está en su mente durante la producción del programa.

Por eso se hace chequeos regulares de colesterol, lípidos y encimas del hígado cuando no está viajando. Durante los días de filmación hace ejercicios dos veces al día y, siempre y cuando no sea los días de reto, come solo lo suficiente para obtener las tomas requeridas en el show.

Cuando el horario de filmación lo permite, no ingiere alimentos el día previo a las competencias, se mantiene –eso sí– hidratado con mucha agua o club soda y evita el café y las bebidas gaseosas.

Una vez concluida la grabación del programa, Richman normalmente se ejercita durante una hora para aliviar la presión.

Siempre se hospeda en hoteles con gimnasios en donde se entrena a diario y una vez en casa trabaja con una entrenadora personal, además de llevar una dieta balanceada.

Ahora bien, si usted no ha comido y se atreve a sintonizar Man vs. Food, dos cosas pueden ocurrir: los jugos gástricos le jugarán una mala pasada y sentirá deseos incontrolables de saciar su apetito, o sentirá tal congoja que a lo mejor se le quite el hambre.

Como sea, tenga en mente la advertencia: nunca intente hacer esto en casa (ni en ningún restaurante). El mismo Adam ha espetado, tras ganar un reto: “¡Nunca, nunca, nunca lo intenten. Yo mismo no lo haría nunca más!”.