El disco que lo cambió todo

El 24 de setiembre de 1991 salió a la venta el Nevermind, de Nirvana. Hoy, los jóvenes ticos de los 90 evocan al disco (o casete) que ayudó a definir a su generación

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“Nirvana”, decía en letras grandes la etiqueta del casete. Era un TDK, grabado por un amigo, quien me lo entregó con la advertencia de que era “medio escandaloso pero buenísimo”.

Corrían los últimos meses de 1991 y aquel nombre derivado de la espiritualidad hinduista y budista nos tomó por asalto, nos lanzó al suelo, nos despertó a patadas (literalmente). El trasiego de música era casi inmoral, con casetes pasando de mano en mano con tal de que no se quedara un adolescente sin su propia copia del Nevermind.

Si bien se trataba del segundo álbum de Nirvana, hasta ese entonces la banda era, para todos nuestros efectos, nueva. Y nueva también era aquella música que no cabía dentro del punk o el heavy metal y que, sin embargo, tenía rasgos de ambas.

Ayer sábado 24 de setiembre, el mundo entero celebró los 20 años del lanzamiento de Nevermind, el álbum que, sin proponérselo, afectó profundamente a una generación carente, hasta ese momento, de referentes. La música, la moda y la relación con el mundo adulto no fueron lo mismo.

Kurt Cobain y su disco fueron el detonador de lo que conocimos como “cultura alternativa”. Robarle las viejas camisas de franela al papá para amarrárselas en la cintura; darse de golpes y empujones en los bailes del cole (con la imperdible cara de terror de las profesoras); vestirse de un modo calculadamente descuidado; oír no solo Nirvana, sino también Pearl Jam, Faith No More, Smashing Pumpkins, Soundgarden, Helmet, Primus y Caifanes.

La generación grunge ya se “hizo grande” y no se da de patadas (al menos la mayoría). A la luz de los años, los jóvenes ticos de los 90 recuerdan a continuación sus impresiones sobre aquel disco, Cobain, los tiempos en que MTV “era de verdad” y de cuando los amigos no eran “virtuales”.

Javier Fernández

Freak World Entertainment

La salida del Nevermind para mí fue en esa época algo nefasto. Entonces tenía una mentalidad muy a lo Manowar y si no era metal, no lo escuchaba. La caracterización del disco como nefasto se debe a que lo asocié con el final definitivo de la época de popularidad de mi género favorito: el heavy metal.

Para mí marcó el inicio de la época del grunge y de una década llena de grupos que no me gustaban. No fue sino hasta muchos años después que salí de la "modalidad Manowar" en que le di una oportunidad al disco y realmente lo escuché. Ahí si pude apreciarlo como el aporte histórico que musicalmente tiene y aprendí a apreciar la simpleza de su composición y la honestidad en la interpretación. Hoy en día es de mis discos favoritos.

Fangora

Cantante de EvilTwin

A mí me marcó no solo a nivel musical, sino personal. Era música nuestra. No era prestada de otras épocas. El Nevermind llegó en un momento coyuntural, marcó un cambio musical y definió un género donde lo más importante era expresarse, mostrar descontento por medio de riffs maravillosos y letras honestas.

Randall Vargas

Deportes Repretel

En aquel lejano 1991 trabajaba en la extinta Stereo Continental y me tocó abrir los dos primeros sencillos de un acetato que traía una de las mejores portadas que jamás había visto. Siendo Continental más una estación “popera y disquera”, Smell Like Teen Spirit le dio otro peso y sonido a la radio.

Mortal el nombre, mortal la banda, mortal el sonido, mortal la portada' ¡Come As You Are!

Lenny

EvilTwin

Nevermind es un casete copiado que mi primo Camacho me dio en 1992. Lo recuerdo bien. Se lo robe a mi papá, que tenía una colección de cánticos evangélicos. Me imagino la cara de mi primo grabándole encima.

Smells like Teen Spirit signica mosh en las casas de los compas cuando lo poníamos. ¡En todas las casas existía una copia de ese disco en 1992! Lo que más recuerdo es que ese grupo de canciones y Kurt me hablaban directamente. Yo soy lo que soy por culpa de Bart Simpson, Fincher y Kurt. Especialmente Kurt.

Mássimo Hernández

Baterista de Gandhi

Por ahí del 91-92, el único MTV que teníamos era uno que pasaban de vez en cuando, los sábados, por un espacio de una hora. Todavía recuerdo la primera vez q vi el video de Smells Like Teen Spirit, y la reacción de “#$% & ¡Qué es ese riff, qué es ese baterista, quiénes son estos maes!”. Fue como una cachetada a todo lo que sonaba en el momento.

Uno de esos discos que viene una vez cada 20 años... uno de esos que uno escuchó por no sé cuantos años, mínimo una vez a la semana entero.

Mauricio Alvarado

VM Latino

En los 90 no se sabía todavía para dónde iba la música, hasta que el 10 de setiembre de 1991 saliera el primer sencillo del Nevermind. Los 90, en moda y musicalmente hablando, nacieron ese día.

Javier Chaves

Locutor de radio

Trabajaba como locutor en 103 La Radio Joven para cuando este álbum icónico vio la luz. Su portada me pareció original y para nada me mostraba lo que me podía esperar al escucharlo. Tenía mis dudas, pero bastó con que el programador de la emisora, Jorge Ugalde Heredia (QdDg) metiera a programación Smells Like Teen Spirit para darme cuenta de que el grunge, en efecto, había llegado rompiendo paredes y con una actitud tan única e incomparable como su cantante principal.

Hoy, después de 20 años, cuando lo pongo a sonar, me sigue provocando la necesidad física y espiritual de escucharlo a todo volumen y cantar a galillo pelado.

Gerardo Soto

Baterista

Tuvo que haber sido a finales del 91, cuando llegaron a mi dos casetes que me trajo mi mamá de un viaje. Uno era el Nevermind, que yo le había pedido, y otro de un grupo que le recomendó el vendedor de la tienda, un tal Pearl Jam. El Nevermind fue como una fuente de agua fresca, algo con que identificarnos. Empezó la afamada época del mosh y las franelas.

Cómo olvidar las caras de susto de la gente con el primer mosh en la inauguración de Burger King Sabana. O el primer slam en un talent show del colegio Saint Claire, adonde fuimos a apoyar a nuestros compañeros. La directora gritaba que era música del diablo, que estábamos poseídos y llamó a la policía.

Marianella Cordero

Periodista y locutora 94-7 FM

¿Yo? ¿grunge? Jamás. ¡Si mis casetes eran de Luis Miguel y Garibaldi! También tenía el de MC Hammer y el de Los Sacados, así que de repente poner en medio de semejantes estrellas aquél casete del bebé nadando "chinguito" parecía absurdo. Pero lo acepto: Nirvana me dio la mano para poderle hablar a los muchachos con los que ninguno de esos otros artistas hubiera sido tema de conversación.

Smells Like Teen Spirit fue lo primero que llegó a mis oídos, en el Morning Show de 103. Después, en los bailes del cole, comprendí que no era baile para señoritas: se bailaba a patada y codazo, y eso sí me daba miedo. Gracias a Nevermind pude hablar con los muchachos, y también comencé a notar la tendencia de que todos querían dejarse el cabello largo y llevar franelas como Cobain.

Yo agradecí que por fin había algo "fuerte" que yo podía escuchar y seguirle el ritmo, que no tuviera calaveras ni sonidos guturales ininteligibles. Porque lo acepto: hasta la fecha, muevo la cabeza y sacudo la melena cuando escucho las primeras notas de esa canción.

Esteban Rodríguez

Cantante de Seka

Tenía 14 años. Para la entrada de clases en el colegio en marzo de 1992 era de lo único que hablábamos: Nirvana. El golpe musical fue muy duro y marcó mi adolescencia. Hasta entonces había sido seguidor del hard rock y el heavy metal, pero aquel nuevo tipo de rock simplemente me cambió todo el escenario. Pude vivir lo que significó un cambio generacional en la música mundial.

Cambió la forma de ver el rock en aquel lejano Turrialba de los años 90. Fue tanta mi exposición a él, que me saturó. No lo escucho, no puedo, fue suficiente para mí. Lo quemé para siempre, pero me abrió la puerta para música aún más interesante.

Miguel Gómez

Cineasta y músico

Cuando tenia 10 u 11 años, llegue a Auco Disco, una tienda en Pavas. Había una muchacha toda roquera que atendía la caja. Era un día especial: mi papá me iba a comprar mi primer CD original. Yo no tenia ni puta idea de que comprar y la muchacha me vio como una presa para su colección de carajillos poco educados musicalmente.

Mi tata me abraza y pegándome un color colosal dice: “Él quiere un disco de rock. ¿Qué tenés como para recomendarle?”. La muchacha me sonríe. Masca chicle, se da una vuelta por los discos y sin pensarlo mucho tomó dos. Ofreciéndome el primero, el Nevermind, me dice: “Este garantizado que te va a gustar”. Toma el otro (Vulgar Display of Power, de Pantera) y me dice: “Este acaba, acaba de salir. Pero esta buenazo”.

Me quedé viendo los dos, pero la portada de un bebé nadando en una piscina me pareció una mejor opción para un inexperto del rock como era yo. Además, la nena lo dijo: “GARANTIZADO que te va a gustar”. Y mucha razón tenía ella, a quien no volví a ver pero que con solo unos segundos me cambió la vida sin saberlo. Y dos años después, me encerraría en mi cuarto, viendo en el techo aquel póster de mi primer héroe musical, por quien solté mis lágrimas sinceras cuando decidió quitarse la vida.

Frank Lockwood

Cantante de H.E.L.P.

Era finales del 91 y todas las noches yo grababa en VHS (¿qué es eso?) el programa de MTV Headbanger’s Ball, que pasaba Canal 19. Yo cantaba en un grupo se llamaba Sexto Sentido y el baterista había jalado. Al día siguiente me senté a ver lo que había grabado y mi hermana menor me dice: “¿Y ese grupo?”. Y yo: “creo que se llama Nirvana.” Me dice: “¡qué bueno!”. Y yo: “¿Vos crees?”

A los meses ya eramos Hormigas en la Pared. Después de eso entendí que en la música –como en la vida– las cosas buenas no siempre le llegan a uno de primer impacto, y cuando te cuesta un poco digerirlas' a veces se saborean más. No me enamoré del Nevermind la primera vez, pero si a los días de oírlo y cambió mi vida.

Hellmuth Sole

Exlocutor de Radio 103

El disco llegó a mis manos trabajando en 103, y tenía que ser el “valiente” de programarlo por tener el programa Música Alternativa. Hasta esa fecha realmente lo que se escuchaba como alternativo era música electrónica, new wave, y se comenzaba a tener ya elementos de club music, y los "puristas" escuchábamos algo de punk clásico. Música "pesada" era heavy metal, y eso era anti-alternativo, entonces uno no pensaba mucho en poner música que fuera basada en guitarras y baterías. pero este disco fue diferente... Era la versión moderna del punk de finales de los 70, no era sonido por ser sonido, tenía un mensaje, era en un grito del corazón de Kurt Cobain y con que uno como adolescente podía relacionarse. De repente la fuerza de las guitarras y la batería hacían ese mensaje infinitamente más fuerte.

Graciela González

Directora de marketing

El Nevermind fue uno de los muchos discos de grunge que conocí a mi tierna edad de 12 años, cuando me rompía los jeans y le rogaba a mi mamita comprarme unos burros. Mi hermano había comprado el casete y yo daba mis primeros pasos por el sonido de Seattle. Mi hermano creyó que me iba a gustar pero se equivocó: Nirvana siempre me ha parecido lo peor del grunge, lo más aburrido y corriente, y Kurt Cobain me caía mal.

La verdad siempre sentí que la gente sobrevaloraba demasiado este disco. Yo en lo personal siento mucho más talento en cualquier otra banda que en Nirvana: no me gustaba su sonido, aborrecía la actitud de Kurt Cobain y me aburrían sus letras.

José Chepe Esquivel

Cantante de Solocarne

Para ese entonces poníamos el Nevermind para matizar las patinadas y luego hacíamos un slam destroyer infernal.

Ernesto Adduci

Productor del Rock Fest

El inicio de los 90 venia confuso. El mundo venía saliendo de la hecatombe new wave y llegó Nevermind, arrollando a tantas bandas pop y dejándolas en el olvido. Nirvana trajo la guitarra de vuelta y la voz como arma al primer plano. Imagino que lo que sentí al oír Nevermind por primera vez fue lo que sintieron en los 70 al oír Beatles o los que oyeron a Marley por primera vez fuera de Jamaica. En ese momento sabíamos que el mundo no iba a ser igual nunca mas.

Geovanny Durán

Cantante de El Guato

Puedo decir que el Nevermind me sacó de la empachazón que me tenía con el glam: ya Dangerous Toys y afines enchilaban.

Adrián Fallas

Periodista

Hace cuatro lustros tenía once años, así que debo agradecerle a Nelson Hoffman por la presentación: el disco llegaría varios meses después.

En la navidad de 1992 recibí de regalo mi primera grabadora con CD player, acompañada por un disco de techno. En el aire se respiraba cambio y los maes grandes del barrio usaban botas y franelas, los referentes me empujaron al rock y alguno me permitió hacer una copia del Nevermind y pasar oficialmente al grupo de los que podían opinar de música en la pulpe, con una pitufa en la mano.

Wash

Baterista de Evolución y Parque en el Espacio

El Nevermind llego a mis manos recién salido en casete, cuando hice algún cambalache con mi amigo, Pedro el Indio, de Raza Bronze. Mi primera impresión fue recuerdo viendo aquel Canal 19 que se dejaban poner programacion de MTV gringo en las noches y quede impactado de oír esta banda tan diferente.. tan ‘porta mí.. tan congruente con lo que estaba viviendo en ese momento.

Fernando Sandí

Publicista

Las casas de venta de discos eran de visita cotidiana, y aunque debo reconocer que ni fui ni soy un diestro en la música, me encantaba ver las portadas de los discos y de ahí sacar referencias para mi trabajo. Es ahí donde entra Nevermind, ya que fue su portada y no el contenido musical lo que me cautivó. Un bebé desnudo persiguiendo un anzuelo con un dólar de carnada. Una portada virtuosa con un contenido igual de magistral, sin duda alguna un referente icónico de una época, que aún hoy, 20 años después nos sigue cuativando.

Irene Jiménez

Productora audiovisual

Nevermind: A partir de él empecé a usar las camisas de franela pero sobre todo me sentí parte de algo. Suena tonto o superficial, pero creo que fue el momento en que como adolescente, sentí que esa era “mi generación”.

Se dispararon las bandas colegiales y lo que los talentshows ofrecían cambió radicalmente, pasando de bailecitos y coreografías de porristas a mosh y bandas de garaje.

Francisco Munguía

Artista plástico

Yo tenía 15 años y hacía mi 9º en el Liceo de Alajuelita. Para hacer algo de plata vendía copias de casetes entre mis compañeros: el Nevermind era muy pedido, fue el cuarto en mi ranking de ventas, pues me compraban más el álbum negro de Metallica, los Use Your Illusion de Guns y el de El General que traía Muévelo, muévelo. Sé que esto suena a piratería pero yo me consideraba un promotor a bajo costo y de todas formas mis ganancias iban de vuelta a la industria discográfica pues con esa plata compraba los casetes originales de uso personal como los de A Tribe Called Quest o Public Enemy... de esos no me pedían copias.

Pablo Zuzurro Flores

LaErre.tv

Mi primo Nils Loaiza consigue el primer equipo de sonido con el que tuve contacto: sin pensarlo dos veces empezamos a invertir en discos compactos. Nuestras primeras adquisiciones fueron The Movement, Vanilla Ice, MC Hammer y el inmortal Gerardo. En una que va y otra que viene creo que mi primo sale a Miami y llega con dos discos que sin duda marcaron en lo más profundo: Ten, de Pearl Jam y Nevermind, de Nirvana.

Dos chiquillos ni siquiera pubertos descubrían el sonido de una generación. Dejamos de lado el pelo corto enlacado, las cejas cortadas y los pantalones con elástico en el ruedo para irnos a la ropa americana y dejarnos el pelo largo. El Nevermind sin duda fue el soundtrack de toda nuestra adolescencia. Sin él seguramente estaría sumergido en el reggaetón.

Manuel Montero

Locutor y productor, radio 104.7 Hit

Yo no me di cuenta cuando salió el Nevermind... tenía tan sólo 4 años. Lo que sí recuerdo con claridad es, años después, entrar al Mall San Pedro y comprarme el disco. Recuerdo ese día volver no a mi casa, sino a la oficina de mi papá a escucharlo. Recuerdo además el revuelo que causó ese escándalo en lo que normalmente era una silenciosa oficina de abogados, así como el regaño y el "Quíteme esa música que ataranta" que vinieron de seguido.

No quiero ser de los que se montan en la carreta del oportunismo y aprovechan el espacio para decir que el disco le cambió la vida, porque no fue así. Pero con el Nevermind llegó otra forma de ver las cosas. Un “ah mirá, hay bandas chivas que no necesariamente salen ahorita en MTV” y una forma de ver la música que consistía en conversar con la gente, pasarse discos, darse referencias, hablar de movimientos musicales, géneros, y demás.

Wálter Campos

Presentador Teletica

Fui de los que respiraron porque algo en sus oídos dijo: “Al Fin”. ¿Al fin qué? El respiro de la pose plástica, del pelo macho teñido con sobredosis de laca en cantantes “rock” de póster y de las frases hechas con receta del synth-pop. Al fin, el inicio de la franela, de los compas y los chantes con buena acera que se convertía en parte del bar.

El Nevermind me llegó primero por tele, luego sonó genial desde un casete Maxell de los verdes, de esos que tenían un olor particular cuando uno los abría... me gastó varios walkman y fue el culpable de convertir los parlantes del equipo de mi tata en abono.

Inti Picado

Guitarrista de El Parque

Aunque Nirvana no es la única gran influencia de nuestra carrera, el Nevermind sí es uno de esos álbumes que cambiaría nuestra sendero musical para siempre. Por algo, mucho antes de llamarnos El Parque y apostar por sólo tocar música original, Smells Like Teen Spirit y Lithium compartían espacio en los ensayos de garaje con nuestros primeros esfuerzos creativos.

Rosa Chinchilla

Productora audiovisual

Nirvana no está en mi top 10 de grupos –de hecho más grande hasta los “aborrecí” -, pero es imposible negar la bola de nieve que el Nevermind creó y que terminó en uno de los períodos más importantes para la historia musical –y para los que la vivimos- : nos abrió la puerta a nuevas tendencias (como el punk) y a nuevas formas de ver el mundo, un percepción más negativa, un panorama más sombrío ante el futuro. Tenían razón.