El concepto de educación y su imagen'

Ahora los desmanes ya no se dan extra muros, sino dentro del recinto universitario

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Con preocupación, qué digo, con horror, vi la portada de este matutino, el 27 de agosto: primero, el atolladero en el que se encuentra el puerto de Limón. No trataré de entrar en esa camisa, no de once, sino de dieciocho varas. Luego, chocante y grosera me pareció la imagen, a media página, respecto de mi universidad: me dio rabia y bastante vergüenza.

Tres miembros del Consejo universitario de la UCR, estoicos, toleran (en el sentido de “aguantan”) a los revoltosos en acción. Escenas paralelas de vulgaridad anti-universitaria se vivieron del lado de la UNA' Otros, mejor que yo, podrán hacer un análisis semiológico más completo de la foto delatora, pero a las claras se observa a alguien, quizá con vocación farandulera, haciendo el payaso frente a un miembro del citado consejo, impertérrito, única reacción digna. El cuadro resulta auténtico, “drama-tico”, porque cuesta imaginarlo fuera. ¿Cómo no interpretarlo como una falta absoluta de respeto al concepto de diálogo, máxime a alto nivel? Este tiene sus reglas, si es que quiere de veras seguir llamándose así.

El caso constituye un nuevo ejemplo de que la ecuación “más educación” (y más presupuesto para ello) no automáticamente redunda en “mejores ciudadanos”. Más bien, dolorosamente asistimos a otra prueba de que hemos dejado ir la cosa demasiado lejos y que, en la foto, algunos no visualizan la diferencia de lugar con un bar o un estadio.

Más allá de lo medular del “derecho” al estudio para todos, que nadie discute, el cuadro evidencia además falta de tacto, una ausencia cruel de sentido de privacidad, sí aun en una universidad pública. Luego, se manifiesta una incoherente vivencia de la jerarquía. Los miembros del Consejo son gente escogida por los mismos educandos.

Tenemos parte de la culpa: se va generalizando un patológico laissez faire que hemos confundido con democracia' Por último, ese rojo en la vestimenta de varios “interlocutores” (es un decir') recuerda la de los guardas de la revolución chavista. Ese “socialismo”, lo mismo que las plagas tipo Trotski o Mao, ¡es una enfermedad curable!

El mundo al revés. Una dirigente muy silvestre declara que la protesta ha sido pacífica. Gracias por ilustrar el concepto con nueva semántica. Como si la ausencia de puñetes fuera sinónimo de paz' Siempre en lo visual, en el matutino del día siguiente, otra vez (como varias veces denunciada) llama la atención otra foto, tan clásica pero tan deprimente, de jóvenes pasivo-pacíficos, recostados contra el vidrio de la biblioteca central en la UCR, edificio también tomado a la fuerza. En La Nación del 30' otra imagen de una estudiante que pareciera no tener columna vertebral' ¡qué descansada vida! Perdonen, pero aquí es el mundo al revés, degradante y degradado, es decir: enseñanza inferior.

En el plano racional de la universidad, de verdad superior, se ganan las batallas con datos, con argumentos, con el esfuerzo intelectual, lo cual tiene sus formas. Señores de la protesta, recapaciten. Sigan estudiando, conquisten su título y láncense a la palestra, la académica y la política, ¡cómo no!, ambos en grande. La patria de Rodrigo Facio y de Claudio Gutiérrez se lo agradecerá.

Como con la mujer del César, la imagen se conquista a duras penas, pero a veces mantenerla resulta más difícil: ahora los desmanes ya no se dan extra muros (con esos estúpidos bloqueos recientes), sino dentro del recinto. Se corroe (¿corroemos?) nuestro retrato. En su 70 aniversario, ¿qué imagen, nacional e internacional, queremos que proyecte nuestra universidad?