El barro, el machete de trabajo en Santa Cruz

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Grandes hornos de barro y vecinos asoleando vasijas en los patios de sus casas son una imagen recurrente dentro del entorno de Guaitil y San Vicente, dos pueblos ubicados en Santa Cruz de Guanacaste.

En ambos sitios –separados entre sí por escasos kilómetros– la forma de ganarse la vida es con las manos y con el ingenio, moldeando en barro diferentes objetos. Estos los comercializan directamente con turistas y mediante tiendas de souvenirs de Guanacaste.

Quienes visitan a estos guanacastecos pueden no solo llevarse para la casa un lindo recuerdo; también tienen la oportunidad de conocer cómo es el proceso de elaboración de artesanías en barro. Una de las características de los pueblos es compartir, de forma gratuita, con el turista su forma de trabajar este material.

En Guaitil, por ejemplo, en el taller Cudeg (Ceramistas unidos de Guaitil), un grupo de ocho hombres se encarga de trabajar el barro, de atender una tiendita de venta de objetos, al tiempo que ofrecen a los visitantes una detalla explicación de la forma en que trabajan la tierra.

Usted encontrará abierto este pequeño taller de lunes a domingo, de 7 a. m. a 5 p. m.

Adentro, uno de los artesanos, Luis Gutiérrez, explica los métodos de trabajo y cómo este oficio pasó de ser una actividad realizada solo por mujeres a la forma en que muchos hombres de Guaitil se ganan la vida, al tiempo que deja ver que la tradición de trabajar el barro se ha ido perdiendo entre las generaciones más jóvenes del pueblo.

En Guaitil también es común encontrar en buena parte de las casas, diminutas tiendas donde se venden todo tipo de artesanías en barro.

Llama la atención que en este pueblo la hora para hornear es a las 2 p. m., pues todos coinciden en que es el momento idóneo para cocer el barro.

En San Vicente, por el contrario, los vecinos sostienen que la mejor hora para hornear es comenzada la mañana.

Así que si decide darse una vuelta por estas comunidades procure llegar a eso de las 9 a. m. o a las 2 p. m., para que no se pierda la experiencia de ver cómo se hornean las artesanías.

De todas formas, siempre encontrará vasijas para enfriar agua, ollas de barro que prometen resistir el fuego y adornos que evocan arte precolombino, todo hecho en barro, un bien muy preciado para estos artesanos y el que, irónicamente, ha ido desapareciendo en los pueblos.