El arte de la buena vecindad

Centroamericanos Mediante diversas técnicas, La muestra ‘conjunciones’ aborda el tema de la migración

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El arte tiene genio de borrador y de pincel: inventa nuevas líneas, pero a veces despinta las que el ser humano ha trazado..., como las fronteras. Esto nos lo recuerda la muestra Conjunciones, que actualmente se ofrece en el Museo de Arte Costarricense (MAC), en La Sabana.

Allí, 12 obras abordan el tema de la migración mediante diversas técnicas y formatos. Las creaciones fueron seleccionadas por el jurado internacional de la II Bienal Conjunciones 2011 entre un total de 110 propuestas.

Según Florencia Urbina, directora del MAC, este año, la bienal extendió la convocatoria a artistas de varios países, a diferencia de la edición anterior, en la que solo participaron creadores de Costa Rica y Nicaragua.

“Decidimos que el tema de la migración fuese abordado de manera globalizada. Se recibieron propuestas de artistas guatemaltecos, salvadoreños, mexicanos, tailandeses e italianos, entre otras nacionalidades”, explica la directora.

La Bienal Conjunciones es patrocinada por el MAC y las asociaciones Amigos del Arte (Amarte) y Ticos y Nicas: Somos Hermanos. La muestra se mantendrá abierta hasta el jueves 30 de junio.

Lauros. Los miembros del jurado fueron la costarricense Pilar Quirós, el nicaraguense Julio Valle Castillo y la salvadoreña Daniela Heredia. Ellos concedieron el primer lugar a la obra Altar, de la salvadoreña Catalina del Cid Barillas.

Esa obra es un acrílico sobre tela canvas en gran formato, que representa el fenómeno de la migración a partir de un espacio doméstico atestado de imágenes religiosas, aparatos eléctricos, fotografías, zapatos tenis, juguetes...

Altar nos habla de la fusión cultural que experimentan los inmigrantes y sus familias. Aquí hay objetos que son importantes para alguien y que son resultados de la migración: recuerdos de familia, y artículos comprados en ese ir y venir de remesas”, explica Vivian Solano, educadora del MAC.

Además de este premio, Conjunciones también reconoció cinco obras meritorias, cuyos autores son todos costarricenses.

La escultura Partir: fenómeno transcultural (foto de nuestra portada), de Luis Roberto Fournier Soto, trata el tema del emigrante que debe decidir qué objetos llevar consigo cuando abandone su país natal. Con la talla en madera, el artista recrea la sensación de desconcierto, visible en el recogimiento y las facciones del joven retratado.

El conflicto diplomático surgido en los últimos meses entre Costa Rica y Nicaragua también fue motivo en varias obras de Conjunciones. Tal es el caso de Calero, de Alexander Chávez Villalobos, que consiste en un juego de ajedrez ela-borado en cerámica, en cuyo centro figuran los mapas de esas dos naciones. En la obra se produce un traspaso de significados entre un elemento y otro: el ajedrez como una negociación, el conflicto como un juego.

Donald Jiménez también utilizó este tema en su pieza Sí, hablamos lo mismo, hecha con acrílico poliéster. La transparencia de este material y las letras representadas en la obra simbolizan la clase de diálogo que Costa Rica y Nicaragua deberían de sostener para superar sus diferencias.

Los artistas Gioconda Rojas Howell y Juan Carlos Ferarios Chacón partieron de sus vivencias con los inmigrantes para crear sus obras.

En Juana Lidia Martínez Munguía, Rojas traza un uniforme característico de las empleadas domésticas en tonos simbólicos: blanco, negro y láminas doradas.

“El nombre de la obra refiere a una nicaraguense que conozco y que labora como empleada doméstica. Su historia personal se repite en muchas mujeres que dejan el país para mantener su familia. Los colores representan la condición ambivalente de esas personas: vienen al país para mejorar su situación económica, pero deben hacer un gran sacrificio”, detalla Rojas.

Por su parte, en Simultánea convivencia, Juan Carlos Ferarios utilizó el acrílico y la plumilla para pintar los recorridos que él hace a diario por el centro de San José, donde observa la convergencia de varias nacionalidades.

Una carta. Aunque no recibió mención, la obra La carta de Alisson, de Gisele Arias Molina, es una de las más sugestivas de la muestra. Se trata de una instalación compuesta por una base giratoria de policarbonato sobre la cual posa la figura de una mujer hecha con alambre de gallinero, la que lee una carta que pende entre dos láminas de vidrio.

Alisson es la niña de diez años que escribió la carta, y la mujer representada es su madre, empleada doméstica en Costa Rica. Alisson, la madre y la carta fueron extraídas de la realidad; la familia permitió a la artista que reprodujese el documento, que se convirtió en el eje alrededor del que gira el mensaje de la instalación.

En la carta, Alisson agradece a su madre el esfuerzo que realiza y le narra algunos problemas que afronta su familia (véase el recuadro). “Este es un homenaje a las obreras domésticas que envían todo el sueldo a su familia en Nicaragua. La figura transparente de la madre representa el vacío que se siente cuando no se tiene cerca a un ser querido”, detalla la artista.

Según Vivian Solano, el museo ha recibido cerca de 1.800 niños de escuelas y colegios que han observado esta exposición en visitas guiadas. Al final del recorrido, los estudiantes plasman lo aprendido en carteles, con pinturas y recortes.

En esas creaciones abundan los mensajes que piden que las diferencias entre Costa Rica y Nicaragua sean superadas cuanto antes. “¿Política o humanidad?”, se lee en uno de ellos. En otro, dos niños lloran y sobre sus cabezas se expande una nube que contiene algunas letras: “¿Cuándo acabará este conflicto?”.

“El prejuicio es hijo de la ignorancia”, dijo el humanista William Hazlitt. Si se lo propone, el arte es capaz de alejarnos de ese mal.