El acantilado fiscal

Es mejor que en EE. UU. no lleguen a ningún acuerdo sobre el acantilado fiscal

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La economía de los Estados Unidos se enfrenta a una preocupante situación macroeconómica que podría darse al comienzo del año próximo. El fenómeno, denominado “fiscal cliff” (acantilado fiscal), tendría lugar por el vencimiento, al final de este año, de reducciones de impuestos decretadas en la Administración Bush y por la entrada en vigencia de reducción de gasto gubernamental en montos importantes a partir del año próximo.

La suma de uno y otro efecto (aumento de impuesto y baja de gasto público) podría rondar el 5% del producto interno bruto y es casi un hecho que ello aparejaría una recesión en el corto plazo. Estiman algunos analistas que, de materializarse el fenómeno, la economía norteamericana crecería en el 2013 sólo 0.5%, vs. 3% o más si se tomara acción correctiva. Un estancamiento de la economía de los EE. UU., unido al de la eurozona, tendría efectos adversos globales.

Aunque resolver el problema del (elevadísimo) déficit y endeudamiento del Gobierno de los Estados Unidos es simple en teoría, no lo es en la práctica, pues los republicanos abogan por una reducción de los gastos (mas no en los de guerra, porque estiman que eso restaría liderazgo a su país) y se oponen al aumento de impuestos.

Los demócratas consideran que pueden reducirse algunos renglones de gasto, pero no mucho, y que el peso del ajuste debe estar por el lado de los impuestos, en particular a los más ricos. El resultado de la elección de este mes podría indicar por dónde irán las medidas.

¿Cuán malo sería que las fuerzas políticas de los Estados Unidos no lograran ponerse de acuerdo pronto, tan pronto como el primer trimestre del próximo año, y el fiscal cliff se materializara? Para muchos, esto sería no solo no sería malo, sino que sería lo mejor que puede ocurrir, pues equivaldría a tragarse una amarga pero eficaz medicina, que pronto restablecería la salud del paciente.

En efecto, a la recesión del 2013 le seguiría una serie de ganancias en el mediano y largo plazo (menor déficit fiscal, reducción del endeudamiento público, mejores perspectivas de crecimiento, un gobierno más reducido que se dedicaría a lo básico, etc.) que haría soportable la medicina. En cambio, dicen, si los ajustes se programan para que ocurran a lo largo de una década, en vez de un año, esos buenos resultados no se verán pronto y hasta existiría la posibilidad de que el paciente considerara que está bien y deje de tomar el medicamento.

En materia de política económica, la coherencia y, por tanto, la credibilidad de mediano y largo plazo son muy importantes. En medios donde es difícil poner en práctica políticas cuya implementación supera un año, como parece ser el caso de Grecia y de países latinoamericanos, las soluciones de choque constituyen la única solución.