Ecos profundos de órganos olvidados

Sonido majestuoso Costa Rica alberga una veintena de instrumentos que irradian música e historia

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Quizá nunca hayamos visto uno, pero allí están: solo nos damos cuenta de ellos cuando nos llaman la atención con su dulce e impresionante sonido. Los majestuosos órganos de tubos son el “instrumento de Dios”. Por esto, tal vez unos simples acordes basten para concedernos un regocijo nunca antes percibido dentro de una oscura y silenciosa iglesia.

En tal circunstancia nos preguntamos dónde está ese instrumento, y la música nos hace mirar hacia la parte posterior de la iglesia. En realidad, ¡nunca nos habíamos percatado de su presencia!

En Costa Rica todavía quedan unas veinte de esas maravillas musicales. La mayoría de los fieles nunca ha escuchado su sonido; poco a poco son instrumentos olvidados, y tal vez se los valore cuando ya no estén: algo muy parecido a la pena que sentimos cuando nos faltan personas queridas. Entonces nos sorprendemos y decimos: “¡Qué lástima! ¿Qué pasó con ellos? ¿Por qué los destruimos?”.

Allí estuvieron. En su libro Los italianos en Costa Rica , la historiadora Rita Bariatti nos cuenta que a fines del siglo XIX se trajo un órgano de tubos pequeño para utilizarlo en la inauguración del Teatro Nacional. Lo importaron de la Casa Locatelli, de Bérgamo, Italia. Más adelante, en 1926, lo substituyó otro, de la Casa Nuestra Señora de Begoña, de Bilbao, España. En 1931, este instrumento pasó a la parroquia de San Pedro de Montes de Oca. Lastimosamente, los dos han “muerto”.

Otra historia cuenta que un cafetalero de Tres Ríos regaló un órgano de tubos destinado a la iglesia previa a la actual. Cuando se pensó en erigir un nuevo templo, los carpinteros de la construcción desmantelaron el instrumento y este se perdió completamente.

La catedral metropolitana exhibe uno de los mejores órganos de América: un valioso Pierre Schyven, de Bélgica, instalado en 1890. Antes de él estuvo un Cavaillé-Coll, francés, importado por el obispo Anselmo Llorente y Lafuente en 1878 y destruido por las torres de la catedral, que cayeron sobre él en el terremoto del 30 de diciembre de 1888.

En el sagrario de la catedral de San José también hubo un órgano alemán de la compañía E. F. Walcker, traído en 1939 y tocado en su inauguración por el director del seminario central, el sacerdote Francisco Maehler. Cuando se amplió la avenida Segunda, este órgano fue desmantelado y desapareció.

Hablando de Pierre Schyven, los catálogos de construcción de esta compañía francesa nos dicen que hizo otros órganos para Costa Rica: para Alajuelita, Moravia, Santo Domingo de Heredia y San Isidro de Coronado. Sobreviven el instrumento de la catedral y el de Santo Domingo. El órgano de Coronado permanece en su lugar, pero está inservible.

En su catálogo de fabricación, la casa alemana E. F. Walcker & Cía., de Ludwigsburg, muestra 18 órganos instalados en Costa Rica. El más antiguo –que todavía existe– está en la iglesia parroquial de Palmares y se lo fabricó en 1881; lo sigue el de la parroquia de Grecia, construido en 1886. Ambos pueden ser tocados en la actualidad.

El catálogo de Walcker menciona también un órgano suyo en San Antonio de Belén, de 1884, pero ya no existe.

La catedral de Alajuela tuvo dos órganos de Walcker: uno es de 1884; el otro fue un instrumento de grandes proporciones, de 18 registros, fabricado en 1926. Se lo inauguró el 27 de junio de 1926 con una bendición conforme al ritual romano seguido de un recital ofrecido por los organistas Carlos María Gutiérrez y Roberto Campabadal. Ninguno de los dos órganos de esta catedral existe actualmente.

Otros instrumentos de Walcker estuvieron en la basílica de El Tejar de El Guarco, en San Marcos de Tarrazú, y en la Oratoria Festiva Don Bosco, en San José.

La empresa Nuestra Señora de Begoña, de Bilbao, fabricó un órgano de tres manuales y pedal para la Exposición Universal de Barcelona de 1929. Premiado entonces con una medalla de oro, fue adquirido por la iglesia de la Merced y se estrenó el 21 de junio de 1931. Uno de los organistas del recital de entonces fue el maestro Julio Fonseca. Lamentablemente, este órgano se encuentra en estado de abandono y ya no puede tocarse.

Otro órgano de la Casa de Nuestra Señora de Begoña es el de la iglesia del Carmen, en San José. En la parroquia de Tibás existe solamente el cajón que alguna vez tuvo un órgano de esa empresa española.

Algunos órganos esperan su oportunidad de ser escuchados. Estamos a tiempo de salvarlos. Citemos los de la Inmaculada, el Carmen de Heredia, la basílica de los Ángeles, el convento de los Capuchinos y la catedral en Cartago.

También merecen atención los instrumentos de las iglesias de San Ramón, Guadalupe de San José, la Dolorosa, el Carmen y la Soledad. Todos ellos necesitan una pronta restauración.

Asimismo, es necesario que jóvenes músicos se interesen en descubrir, en los órganos, un mundo sonoro muy diferente. Las nuevas generaciones deben sentir la presencia majestuosa de un antiguo órgano de tubos.