Diputada Patricia Pérez: la novata sin renglones

Distanciada a Otto Guevara y su bancada es también una voz fuerte en la oposición

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Cuando Otto Guevara era diputado, una mujer alta y coqueta llegó a buscarlo atraída por la energía y el espíritu de denuncia que el legislador proyectaba en el Congreso.

De voz ronqueta, comprometida con el sector de mutuales de vivienda, la mujer llevaba una denuncia sobre “un chorizo” que quería ver publicada para contenerlo.

Era el año 2000 y en la mente de nadie existía la imagen de ella dirigiendo hoy una comisión legislativa sobre un pesado caso de corrupción (trocha fronteriza), desafiando a ese mismo Guevara que tanto admiraba o retando públicamente al ministro de la Presidencia, Carlos Ricardo Benavides.

Esa mujer, Patricia Pérez Hegg, ahora es diputada y recuerda ese episodio con los dientes apretados por lo que cree era un caso de agravio a las mutuales y al sector financiero que ella ahora defiende como eje de su agenda en el Congreso.

En ese año de 1999 ella no era libertaria. Es más, después de eso votaría por candidatos de Liberación Nacional y en el 2006 lo hizo por Ottón Solís, sin sospechar que cuatro años después estaría juramentándose como legisladora libertaria.

Una amiga la invitó a participar de un grupo de estudio en el 2008 sobre vivienda dentro del partido. Se involucró poco a poco, la enviaron a Alemania a un seminario y de repente apareció como ficha para la Secretaría General del Movimiento Libertario, un partido que ella ahora critica como “la finca de Otto”. En principio dijo que no porque tenía mala letra, pero luego entendió qué era ese cargo.

Después quedó encabezando la papeleta por San José sin saber siquiera qué era un proceso de distritales, pero apoyada completamente por el presidente del partido y candidato presidencial.

“En ella observé sus habilidades en el campo gerencial. Había sido muy exitosa en vivienda. Es bien formada, con una maestría en Banca y Finanzas”. Eso dice ahora Guevara antes de reconocer que sí, que ha tenido serias divergencias con ella, quien hace un año le pidió despojarse del cargo de presidente del Movimiento Libertario, por cuestionamientos financieros.

Pérez no lo esconde y parece disfrutar de su constante disidencia. Le agrada la polémica. “Soy desalineada, siempre fui así”, declaró sentada en la oficina de la bancada libertaria, frente al retrato de un Otto Guevara joven, sin canas, único diputado del cuatrienio 1998-2002.

Eso es ella. Una política sin más línea que sus motivaciones y sus intereses. No se reconoce libertaria, sino liberal, y su bandera roja es poco más que la inspiración para el color más frecuente de los vestidos de esta corredora de bolsa de 52 años, nacida en Alajuela y educada en la zona sur, donde se crió en el ambiente familiar de la bananera.

La bandera. En su cabeza circula la idea de lanzarse como precandidata libertaria, pese a reconocer que su función preferida es la de “auditora” dentro de un grupo.

Quizá por eso se siente en su salsa presidiendo la comisión legislativa que investiga las irregularidades con la trocha fronteriza.

Ahí puede mostrar el carácter fuerte del que dan fe sus homólogas libertarias Mireya Zamora, Damaris Quintana y Marielos Alfaro, con quienes Pérez mantiene una relación tensa desde principios del cuatrienio. No es casual que sean mujeres pues asegura que su estilo la hace llevarse mejor con varones.

“La diputada Quintana me decía que cuándo me voy. ¡Cuando yo quiera! Yo no estoy pensando en el mañana. Puedo aceptar en el partido desde el cargo más sencillo hasta el más elevado”, dijo Pérez, quien asegura que su plan es llegar a mayo del 2014 “con el mayor de los esfuerzos”.

Es más, la idea de ser precandidata libertaria mariposea en su cabeza, ahora que Guevara puso en duda su aspiración electoral.

Eso lo percibe también su entorno, como expresó Marielos Alfaro, quien retrató a Pérez como una mujer de proyectos individuales y de poca capacidad de ser equipo.

Pérez atribuye muchas de sus conductas a su condición de “novata” en la política. Así justifica el haber propuesto el nombre de su marido, José Antonio Gómez, para ser directivo de Acueductos y Alcantarillados, como parte de las negociaciones entre el Libertario y el Gobierno que derivaron en una alianza a principios del cuatrienio.

Insiste en que no es política, tanto que decidió no participar en el proceso de renovación asamblearia del partido en los cantones josefinos que representa. “Yo les dije que yo no, que lo haga alguien”.

Otra explicación es posible, la de su compañera Mireya Zamora: “Ella es débil en lo comunal y en lo social. Se enfoca y es buena en el sector financiero y bancos, pero en el contacto con la gente es débil”.

Usa carro propio y chofer particular. Cree que volverá a las consultorías financieras y, por eso, dice, no necesita quedar bien con líneas políticas. Sus cálculos son particulares. “Solo me quedan aquí un año, cinco meses y diez días”.