Desplazados en Kirguistán, desesperados sin agua ni alimento

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Osh/Moscú. dpa. Cientos de miles de refugiados acuden en masa a la región fronteriza con la vecina Uzbekistán desde hace algo más de una semana, tras el estallido de los sangrientos disturbios étnicos en el sur de Kirguistán.

Sobre todo en el lado kirguiso la situación de los desplazados es catastrófica. “Escasean el agua potable y los alimentos”, describe por teléfono Alexandre Baillat el estado de las cosas. Baillat, de origen francés, es jefe de la misión de la organización de ayuda humanitaria Médicos sin Fronteras en el país centroasiático. “La gente no tiene nada”.

Naciones Unidas estima que en total un millón de personas se han visto afectadas por los enfrentamientos, entre ellas 400.000 refugiados.

Muchos tuvieron que dejar todas sus pertenencias en sus casas destruidas por las llamas desatadas en los combates entre kirguisos y la minoría uzbeca. Ahora poco a poco van haciéndose con utensilios sencillos, como por ejemplo cubos para poder ir a buscar a agua. Sin embargo, muchos refugiados no tienen acceso a las ayudas.

“Están bajo shock , se esconden, no se atreven a salir de sus viviendas”, explica Baillat.

No es de extrañar, al fin y al cabo continúa imperando la inseguridad. Incluso los representantes de Naciones Unidas reportaron recientemente que en Osh, el núcleo de la violencia, sólo pueden trabajar en condiciones de seguridad en el aeropuerto.

Ahora las autoridades han ampliado el toque de queda nocturno en la segunda mayor ciudad del país hasta el 25 de junio. El mercado central tuvo que ser cerrado por motivos de seguridad.

El gobierno de transición en la capital kirguisa, situada en el norte del país, no parece controlar del todo la situación. Muchos uzbekos tienen miedo del Ejército kirguiso, que en teoría debería defenderles. Aseguran que miembros de las Fuerzas Armadas se unieron a las turbas en los ataques. Los miembros de las dos etnias han convivido durante siglos. Ahora es sumamente incierto si podrá volver a restaurarse la confianza perdida.

La presidenta interina Rosa Otunbayeva mantiene entre tanto estoicamente la fecha del programado plebiscito previsto para el próximo domingo. “Será también un voto sobre mi política”, expresó recientemente al semanario alemán Der Spiegel .

Sin embargo, no está claro si el referéndum reflejará realmente la voluntad de toda la población, en vista de los desplazamientos masivos de miles de refugiados. Gran parte de Osh está destruida y muchos pueblos han sido abandonados.

Casi a diario Otunbayeva se dirige a la comunidad internacional, sobre todo a Rusia, para pedir apoyo militar.

El objetivo del referéndum es legitimar al gobierno de transición y al mismo tiempo enviar la señal de que la exrepública soviética es democrática. El gobierno en Biskek cree que de este modo muchos países donarían más y con mayor rapidez.

De hecho, en caso de que el referéndum triunfe, Kirguistán se convertiría en la primera democracia parlamentaria en Asia central. En los demás países gobiernan presidentes autoritarios, como hasta comienzos de abril lo hacía el derrocado Kurmanbek Bakiyev en Biskek.

Mientras, los refugiados se encuentran atrapados entre dos frentes. No pueden regresar a sus hogares, pero tampoco pueden cruzar la frontera. Uzbekistán mantiene cerrados con alambradas de espino sus pasos fronterizos hacia Kirguistán. Unos 100.000 desplazados ya han cruzado al país vecino.

El gobierno uzbeko asegura que no puede acoger a más. “Los campamentos están abarrotados”, confirma el compañero de Baillat, Andreas Brönder las estimaciones del lado uzbeco.

Los alimentos comienzan a escasear. Las personas, sobre todo mujeres, niños y ancianos, están expuestas a las temperaturas estivales centroasiáticas que superan los 40 grados centígrados. Las instalaciones sanitarias no alcanzan para tantos desplazados. Los ayudantes humanitarios tienen miedo de que se propaguen epidemias.

Los niños son quienes más riesgo corren. “En la mayoría de los casos no se conoce su estado de vacunación", señala Brönder. Uno de los actuales temores es que los niños se contagien de polio, después de que unas semanas atrás se propagara esa enfermedad infantil en la vecina Tayikistán.