Desempeño admirable

Estrenos. Las obras no se habían oído en el país

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Sonido amplio y sedoso, afinación justa, digitación ágil y golpe de arco firme distinguieron el desempeño del violista mexicano Omar Hernández-Hidalgo, en cuyas manos vibró la voz resonante del magnífico instrumento construido por el renombrado lutier Hiroshi Iizuka.

El pianista Mauricio Náder, su compatriota, completó con seguridad y aplomo el dúo de viola y piano que ofreció un recital en el foyer del Teatro Nacional (TN) este lunes 3, donde se estrenaron en el país cinco obras novedosas de compositores contemporáneos mexicanos y costarricenses.

Manuel Enríquez (1926-1994) se considera entre los compositores mexicanos de mayor influjo de la segunda mitad del siglo XX. A partir de los años 60 su música rompió con el nacionalismo imperante en su país y evolucionó hacia un lenguaje armónico influenciado por el serialismo y la atonalidad, la vanguardia de entonces.

Sus Cuatro piezas para viola y piano dieron inicio al recital. Se trata de breves miniaturas, escritas en 1962, de estructura libre y efectos de timbre y colorido inusuales.

Coterráneo de Enríquez, Joaquín Gutiérrez-Heras (n. 1927) ha incursionado principalmente en la música para cine, aunque también ha compuesto música sinfónica y de cámara. La sentimental Canción en el puerto data de 1994 y su estilo continúa la tradición del posromanticismo tardío.

La siguiente pieza, la Sonata para viola y piano - Laberinto de soledades, del costarricense-mexicano Alejandro Cardona (n. 1959), que finalizó la primera parte, así como la Sonata para viola y piano, del mexicano Armando Luna, que concluyó el recital, recibieron en la ocasión sus estrenos costarricenses, después de los estrenos absolutos de ambas que el dúo Hernández-Náder llevó a cabo en la capital mexicana en enero del año en curso.

Cedo la palabra a Cardona: “Esta obra se inspira en el alucinante barrio La Merced de la Ciudad de México. Nos encontramos con una suerte de folclor imaginario, en donde ciertos elementos tradicionales se hallan deformados o reinventados en el contexto de una realidad urbana llena de personajes del más diverso origen y marcada por un trajín incansable que absorbe a todo y a todos.”

La Sonata de Luna se divide en 11 cortos movimientos continuos, algunos fugaces, y exhibe disonancias violentas en un contexto de marcados extremos de dinámica, rítmica y timbre.

La ejecución de las dos sonatas requiere de mucho virtuosismo, en especial de la viola, y ambos intérpretes estuvieron a la altura de los requerimientos de las piezas.

Entre las sonatas, al final de la primera parte, se oyó el estreno mundial de La Víspera, del costarricense Eddie Mora (n. 1965), el dúo aumentado a trío para violín, viola y piano con la participación del violinista tico Erasmo Solerti.

Concebida en un solo movimiento, La Víspera recoge temas de la obra dramático-musical que el compositor prepara sobre los últimos momentos en la vida del presidente Juan Rafael Mora en la noche que precede a su fusilamiento.

Así la describe el compositor: “La pieza conduce a la reflexión que rodea al personaje en los momentos anteriores a su muerte. La fuerza de sus pensamientos lo devuelve al pasado, que se refleja en imágenes, como la de su esposa en un luminoso coral; el diálogo con el general Cañas, en un contrapunto turbulento, que lo traslada al trágico momento culminante del camino hacia el patíbulo y al instante de la ejecución.”

Las cinco obras demandan una escucha atenta y el admirable desempeño de los intérpretes mantuvo el interés auditivo del público a lo largo del recital.