Desde Italia con deseo y tinta

Rafael Ángel Herra

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El único poemario conocido de Rafael Ángel Herra, Escribo para que existas , se publicó por primera vez en 1993 y, con el tiempo, se ha convertido en un pequeño clásico privado para muchos lectores.

Pasa que el libro contiene todos los ingredientes de un poemario popular: amor, distancia, erotismo, pena, etc. Los de Herra son poemas que la muchachada enamorada comprende de inmediato.

También es un libro para tímidos “platónicos” que quieren ser escritores, esos que no viven amores presenciales con la excusa de que es mejor sublimarlos en poesía. De ahí el título del libro, y ese programa de un verso: “Escribo para que dejes de ser esta ficción”.

Después de toda la deforestación a la que Luis Chaves & Co. ha sometido la poesía tica en la última década, Escribo para que existas está solo entre los libros amorosos tolerables. Esto a lo mejor se debe a esa mezcla de fenomenología y Rayuela (“Toco tu boca, con un dedo toco el borde tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano'”), que resuena en Herra cuando escribe “Llevo tu piel en la yema de los dedos'” y que deja a sus lectores con al menos un pie del lado del decoro.

A menudo, los poemas de Herra no parecen dirigirse a una mujer, sino a la escritura misma. Recurren al erotismo como metáfora de la escritura. Es que el deseo que expresan estos poemas no es tanto por poseer a alguien sino ante todo por crear algo :

“Te inventé con mis deseos, / me inventaste con tus invenciones, / algo se inventó en nosotros / cuando yo te imaginé” ( Poema 30 ).

De entrada parece que traducir un libro tan breve y directo no debería presentar mayores retos. Sin embargo, al revisar la reciente traducción de Franco Sepe al italiano ( Scrivo perché tu esista . Edizioni Plumelia, Palermo), es posible ver cómo lo de Herra no es tan sencillo.

En general, Sepe entiende la naturalidad rítmica de las frases de Herra, y la manera en que su disposición en la página acumula ritmos e intensidades. De hecho, Sepe casi siempre mantiene la versificación original, de la cual depende en gran medida el pulso de la escritura de Herra, y en al menos una ocasión (el Poema 31 ) “corrige” el original.

El ritmo también tiene que ver con la fonética de los versos, que Sepe traduce con elegancia, como en el Poema 26 . Escribe Herra: “Acabo de gozar; / acabamos de conocer el gozo'”. Traduce Sepe: “Ho appena goduto; / abbiamo appena saputo cos’è il godimento'”.

El segundo verso de Sepe es mucho menos económico y directo que el original de Herra, pero, en cambio, al usar participios italianos (“goduto”, “saputo”) para los infinitivos españoles (“gozar”, “crecer”), Sepe mantiene la textura fonética del verso (“acabamos' conocer'”, pasa a ser “abbiamo' cos’è il'”). El precio que paga el traductor es transformar en rima (“goduto” / “saputo”) algo que en el original es apenas asonancia (gozar / conocer).

Sin embargo, el problema mayor en las traducciones de Sepe es de tipo conceptual. La brevedad de los poemas de Herra y su constante volver sobre un tema y sus imágenes (escribir, existir, guiño, lengua, humedecer, lamer, tormentas, etc.) permiten que el lector guarde todo en la mente y lo vaya transformando de acuerdo al avance de los poemas mismos.

Sin embargo, ese efecto se pierde cuando Sepe introduce variaciones, las cuales afectan la memoria total del libro. Donde Herra siempre escribe “guiño”, Sepe a veces escribe “ammiccare” (p. 13), otras “cenno” (pp. 17 y 49), y en otra “occhiate” (p. 37).

Formas del verbo “lamer” en español pasan de una página a la otra por “leccato” y por la tenue “sfiorare con la bocca” (pp. 29 y 31). Lo que en español siempre son formas del verbo “humedecer”, pasa por “irrorare” (pp. 21 y 69), y por “inumidiscano” (pp. 25 y 59). Igual sucede con “tormentas”, que en la página 41 es “tempeste” y en la 45 (entre otras) es “tormenti”.

Los significados quizá sean funcionales en estos versos, pero aquí lo que importa no es tanto el significado como el eco, la relación y la reaparición de las mismas palabras. Es parte del juego de Herra por encontrar “el goce en la memoria” ( Poema 77 ).

En al menos una ocasión, los cambios de Sepe hacen que las imágenes pierdan continuidad en el libro. Así pasa con el verso “en la noche sin fin” del Poema 5 , que Sepe traduce como “dentro la note infinita”, apagando el eco que este verso debe hallar más tarde en estos otros del Poema 38 : “El día llegó también / el día sin fin'”, que Sepe traduce como “E giunse anche il giorno, / il giorno senza fine'”. El continuo estado de vigilia y ensoñación del hablante, representados por esa noche y ese día sin fin, se difumina en su relación por esa noche falsamente “infinita” de Sepe.

Esas variaciones resultan dañinas en Escribo para que existas pues la efectividad del libro se basa en gran parte en las repeticiones de estas imágenes y acciones, y el lector debe notar estas recurrencias. Quizá esto sean minucias, pero se trata de un libro que, por breve, vive de minucias.

En definitiva, traducir es como escribir: una experiencia tensada entre el solipsismo de crear lo que se desea y la sensualidad pesimista de buscar lo que quizá nunca llegue a existir del todo. Herra lo ha sabido siempre.

El autor es escritor y traductor. Su último libro, ‘ Vida ajena’ , fue publicado en el 2010 por la EUNED.