Depredador gigante reescribe el ‘libro de la vida prehistórica’

Invertebrado sobrevivió a la gran extinción del período Cámbrico

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El hallazgo de un nuevo fósil en Marruecos puso en entredicho parte de lo que se creía hasta ahora sobre la gran extinción del Cámbrico, un período en el cual la mayoría de las especies vivían en los mares y que es de gran interés para la Paleontología.

El descubrimiento fue anunciado ayer en la revista británica Nature y se trata del fósil de una especie de anomalocarídido, un animal que no tiene ningún parecido con alguno de la actualidad pues era un invertebrado que contaba con dos tentáculos para atraer a sus presas, así como una serie de aletas para movilizarse, grandes ojos saltones y un cuerpo que parecía una piña.

Sobrevivientes. Los anomalocarídidos eran los más feroces depredadores del período Cámbrico, que comenzó hace unos 540 millones de años y finalizó hace unos 490 millones de años.

Durante este período hubo una explosión de vida en la Tierra (especialmente en los mares), la cual incluye la aparición de organismos pluricelulares.

No obstante, precisamente en este período también se dio lo que se conoce como la gran extinción del Cámbrico, un momento de transición al siguiente lapso, el Ordovícico, en el cual muchas especies desaparecieron por razones que aún no están del todo claras.

Aunque se suponía que los anomalocarídidos habían desaparecido en la gran extinción, el descubrimiento de un fósil en Marruecos por parte de Derek Briggs, paleontólogo de la Univerdad de Yale (EE. UU.), y de Peter Van Roy, su colega de la Universidad de Ghent (Bélgica), no calza con esa idea.

El fósil encontrado muestra a un anomalocarídido gigante, de cerca de un metro de largo, que vivió 30 millones de años más tarde de lo que debió haber vivido según los libros de historia natural.

“Este descubrimiento muestra que los anomalocarídidos persistieron por largo tiempo y fueron depredadores muy exitosos, en la cumbre de la cadena alimentaria”, indicó Van Roy.

Invertebrados especiales. Los anomalocarídidos son extraños animales cuyos fósiles se conocen desde finales del siglo XIX.

Sin embargo, como los fósiles estaban separados no se les conocía como parte del mismo tipo de animal marino. Fue en 1985 cuando Briggs y un colega concluyeron que las piezas pertenecían a un solo animal con dos tentáculos pariente de ciempiés, cangrejos y langostas.

En el 2008, un coleccionista aficionado, Mohammed Ben Said Ben Moula, descubrió un fósil de lo que parecía ser un anomalocarídido en una formación rocosa del sureste de Marruecos, la formación Fezouata.

En el 2009, los paleontólogos confirmaron el hallazgo de la formación Fezouata, un sitio que tiene rocas del principio del período Ordovícico, no del Cámbrico, lo cual los convirtió, además, en los anomalocarídidos más jóvenes conocidos hasta ahora.

Junto a los anomalocarídidos, en la formación Fezouata también descubrieron más de 1.500 fósiles de otros invertebrados marinos, incluyendo esponjas de mar y gusanos.

En parte por la riqueza del sitio, la especie descubierta aún no tiene nombre pues los paleontólogos quieren encontrar más partes de este animal, con el fin de poder describirlo mejor y darle el nombre más adecuado.