De estética y salud

Desde el aspecto de salud integral, bienvenidos todos los tratamientos estéticos seguros

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Si bien existe coincidencia en la definición clásica de la estética como rama de la filosofía dedicada a la “esencia y percepción” de la belleza, especialmente vinculada al arte, a la hora de las realidades siempre hay divergencias: “yo no pondría en mi casa ese cuadro, colgado en una gran sala de un afamado museo, ni aunque me lo regalaran”, hemos podido pensar en más de una ocasión.

¿Qué otorga el valor artístico a una obra pictórica o escultórica? ¿Qué hace bella determinada obra? ¿Está el valor artístico ligado a la belleza? Pienso en el cuadro de Picasso, en que un gato se come a un pajarito: a mí me encanta, pero a mamá le disgusta por “cruel y feo”. ¿Acaso lo artístico está ligado a la realidad? Del mismo cuadro, hablamos de la brutalidad de la guerra; pero con otros ejemplos (surrealistas) el argumento se cae. Además, otros similares no alcanzan la mínima categoría para exhibirse en un museo. ¿Será que algunos nos mueven las fibras del alma; nos conmueven?

Los valores filosóficos de la estética no son fácilmente definibles, cuantificables; máxime si agregamos que tales valores podrían obedecer a construcciones sociales: a la influencia de los demás y del momento histórico. Lo mismo nos podría ocurrir con un tema de la salud (integral: bio-psico-social) difícil de medir: en el plano biológico, la persona tiene fiebre o no; tiene determinada cantidad de azúcar en sangre, y un valor en su presión arterial. Pero en el plano del bienestar psico-social: ¿cómo mido el bienestar? No hay forma de contar las lágrimas por un amor perdido. No hay parámetro para cuantificar el logro del “me-siento-bien”.

Belleza y salud. ¿Cuál es el límite –la sutil línea divisoria, si es que existe– entre la belleza, lo bonito, el bien, el bienestar como valores estético-filosóficos y mi salud como capacidad de sentirme bien, con autoestima, con amor propio, con capacidad de interacción social sin sentirme disminuida digamos que por las canas, por las patas de gallo, por el busto caído o por las evidentes llantas? Más aún: ¿está ese (auto)concepto de salud como bienestar y “sentirme bien” ligado a mi forma de ser y sentir (y ver el mundo) personal u obedece a una construcción social (las modelos talla 4 que presentan los noticieros y la figura femenina exaltada en los programas llamados “de belleza” y la propaganda comercial). Y la “belleza interior”, ¿acaso existe? O ¿será que la única que nos interesa (y afecta y determina) es la “externa”? Agrego: la que no tiene que ver con nosotros mismos sino con la vinculada a la percepción de los otros.

La línea divisoria es delgada: ¿se hacen los varones una liposucción de mamas por estética o por estereotipo?; ¡por su salud integral: para sentirse mejor! ¿Nos teñimos las canas por estética o por inaceptación de nuestra edad?; ¿acaso por moda, y lo que hoy nos gusta y nos parece bonito, mañana no? Desde el punto de vista de salud, el origen que motiva el acto no es importante: lo vital es el resultado, que nos hace más felices, y así se mejora nuestra calidad de vida, es decir, nuestra salud.

Bajo esta argumentación, de que para aumentar nuestro confort, autoestima y salud, son apropiadas las intervenciones quirúrgicas “estéticas”, hay un límite: cuando la estética está llevada a límites enfermizos: la talla 4, la anorexia, la bulimia... Es decir: una cosa es quitarse “las llantas” y otra pretender una naturaleza física mórbida.

Así, desde el punto de vista de salud integral, bienvenidos todos los tratamientos estéticos (seguros): la cirugía plástica, el by-pass , el balón intragástrico, la liposucción, el botox, en fin, todos aquellos que –sin convertirse en obsesión, lo que sería patológico– contribuyan al bienestar individual de quien toma la decisión de realizárselo porque sabe que el resultado contribuirá a su salud y a su felicidad.

En el siglo XXI, la salud no es “combatir enfermedades”; es procurar el bienestar integral, bio-psico-social. Ligado a lo estético, apliquemos una máxima platónica: la cirugía estética, en su aporte a la salud, tiene algo bello-en-sí y también algo bueno-en-sí...

Son estas las nuevas rutas de la salud, abiertas por la ciencia que debe permitirnos una vejez con calidad de vida: libre de tratamientos crónicos y con una visión de nosotros mismos satisfactoria según nuestros propios criterios estéticos: ¡con canas si nos gustan, y sin ellas si creemos simplemente que no nos lucen!